AVISO

miércoles, febrero 28, 2007

Fantasmas Balcánicos (I)

Condenar a un Estado es algo imposible en las Relaciones Internacionales. Las estructuras del Derecho Internacional están construidas de tal manera que permiten un juicio a las acciones de un legítimo –y no legítimo- gobierno pero en caso de resultar un veredicto contrario a los intereses de éste entonces todo depende de la última palabra del condenado. Es impensable este tipo de juicios en el ámbito nacional. Imagínense el juicio del 11M señalando a los culpables de los atentados y que éstos salieran en libertad porque, a última hora, ellos mismos sigan diciendo que son inocentes. En el ámbito internacional esto es posible gracias a un concepto que ha guiado las relaciones entre unos Estados y otros desde el siglo XVII: la Soberanía. Como un Estado es soberano sobre sí mismo, nadie se puede meter en lo que él hace. Es cierto que existen normas escritas sobre Guerra o sobre el cumplimiento de los Tratados a los que lleguen los Estados, pero la regla de la Soberanía sigue estando por encima de todo. Aunque esto, ya lo veremos dentro de unos días, está cambiando y la Soberanía

es ya algo que depende de las Organizaciones Internacionales. Al menos para los Estados menos fuertes dentro del Sistema Internacional.

Ayer se leyó la sentencia del Tribunal de La Haya en la que la demanda de los bosnios contra Serbia y Montenegro –entonces República Federal de Yugoslavia- por planificación y ejecución de genocidio contra la población musulmana. El tribunal no ha podido condenar a un Estado que, en efecto, era el responsable último de la organización de la masacre. El tribunal se escuda en que no fueron tropas serbias las implicadas en la devastación de Bosnia Herzegovina. Y en esto no les falta razón. La estrategia de Slobodan Milosevic, cabeza visible de Yugoslavia, fue tal que, durante todas las confrontaciones, logró no declarar la guerra a nadie. Si nos basamos en los análisis tradicionales y clásicos sobre las guerras, Yugoslavia nunca estuvo en guerra contra Bosnia o Croacia.

Milosevic había logrado hacerse con la presidencia de la República Federal de Yugoslavia cuando ésta estaba compuesta por lo que hoy es Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia. El sistema de votos en el comité Federal era bastante sencillo. Un voto por cada República federada –Montenegro aún no era independiente y por lo tanto se integraba en Serbia- y otros dos por dos regiones autónomas: la Vojvodina y Kosovo. Milosevic suprimió la autonomía de Vojvodina y Kosovo asumiendo para Serbia el control de estos dos votos y dominando así el plano Federal. Haciéndose con el control de las estructuras Federales Milosevic abandonó la doctrina socialista para dar un giro serbonacionalista a toda la política federal.

El vuelco nacionalista de Milosevic provocó una reacción por parte de las facciones nacionalistas de las demás repúblicas. Los primeros en demostrarse dispuestos a romper la baraja que Tito había mantenido tanto tiempo unida fueron los eslovenos. La independencia de Eslovenia fue un hecho tras una guerra que duró una noche entre las milicias populares eslovenas y las tropas federales con el resultado de menos de una decena de muertos. Eslovenia se iba de la Federación aludiendo que era la república más próspera económicamente y que su crecimiento se veía lastrado por regiones pobres como Kosovo. Fin al principio de Solidaridad -¿les suena de algo?

Con la tarta del reparto abierta, los nacionalistas croatas y serbios se pusieron manos a la obra para asegurarse la mayor parte de la misma. La tarta, como no, era una plurinacional Bosnia-Herzegovina. En ella residían serbios, croatas y musulmanes –que se suponen que son los verdaderos bosnios en este cálculo macabro que hicieron Milosevic y Tudjman- en un proyecto multicultural que había logrado asentar una población extremadamente enfrentada hacía escasamente 60 años.

La estrategia de estos dos macabros líderes consistió en la creación de milicias nacionalistas encargadas de eliminar físicamente a la población enemiga de los territorios que se disputaban. El miedo también formaba parte de esta dirección y por eso hoy las televisiones de medio mundo tienen imágenes de ejecuciones masivas. Al llegar las tropas serbias o croatas a un pueblo bosnio, la población ya sabía que los hombres y niños en edad militar serían eliminados, que las mujeres serían violadas y que los supervivientes serían expulsados de lo que quedara de pueblo. Política de tierra quemada.

La diferencia entre Tudjman y Milosevic consistió en que Tudjman no ocultaba su implicación en este exterminio de población bosnia porque se sentía apoyado internacionalmente. El principal soporte que tenía era la recién unificada Alemania, presidida por Khol, quien había reconocido internacionalmente a Croacia cuando en todo el planeta no había nadie que se atreviera a legitimar a este filonazi y cuando la misma Unión Europea había condicionado su reconocimiento a cualquier nuevo Estado al cumplimiento de los Derechos Humanos. Milosevic, sin embargo, tenía que mostrarse a sí mismo como un autentico líder occidental y para ello sus relaciones con las masacres y sus ejecutores debían de ser tenues, más bien dirigidas hacia el interior de su país, hacia un mínimo de población nacionalista que, de violenta y radical, terminaba por atemorizar al resto de población serbia.

La Comunidad Internacional –es decir, los EEUU de Bill Clinton- se implicó en la solución de un conflicto que dividía a la Europa de Maastricht. La ONU envió a sus famosos Cascos Azules con la misión de mantener la paz entre las milicias croatas y serbias que se disputaban distintas regiones de Bosnia donde la población croata o serbia tenía una presencia importante. Estos soldados no podían disparar y se dieron casos, como Sebrenica, en los que directamente las tropas de la ONU –holandesas de nacionalidad- se retiraron amablemente de sus posiciones para que las milicias serbias eliminaran a toda la población musulmana.

Con la implicación estadounidense en el conflicto, rápidamente se buscaron interlocutores entre los distintos bandos. Aquel que sobresalió ante todos fue Slobodan Milosevic. El principal ingeniero de esta masacre, aquel que hizo girar la política socialista de la República Federal de Yugoslavia hacia un nacionalismo serbio que dio la mecha de salida para la desintegración de la misma federación, el mismo que proporcionaba armas a los halcones milicianos y que finiquitó el proyecto multicultural del Estado Bosnio, se convirtió en el verdadero valedor de la paz en los Balcanes para los EEUU. Los acuerdos de Dayton provocaron la división de Bosnia-Herzegovina en dos repúblicas dependientes, con dos presidentes, con dos capitales –Sarajevo y Banja Luka- pero con la perenne necesidad –aun hoy más de 10 años después de los acuerdos- de la tutela internacional.

2 comentarios:

Harry Reddish dijo...

jo, situ, qué poco te prodigas, a ver si lo haces más que se echan de menos análisis y síntesis tan completas como esta que haces tú hoy del conflicto de Yugoslavia (aún así has hablado poco de Croacia). mi más sincera felicitación

Salud!!!

el_situacionista dijo...

Reverendo; me alegro que alcanzaras el lazo que eché en el post sobre la "ruptura de solidaridad". Está claro que en Yugoslavia las relaciones entre las distintas repúblicas federadas no atendían a lo que en España se entiende hoy. Sin embargo las diatribas nacionalistas eslovenas comenzaron alegando que ellos se veían lastrados por culpa de Kosovo -textualmente, Kosovo- y que por ello necesitaban ser independientes. Ni siquiera aducieron problemas lingüísticos evidentes, pues era la única República que no era culturalmente serbo-croata sino que tenía una lengua propia y casi única: el esloveno -con gran influencia del italiano, según un amigo esloveno mío... aunque yo no vea por dónde.

Respecto a las distintas poblaciones habitando un mismo territorio, te diré a modo ilustrativo que sólo en Vojvodina uno puede contar ¡hasta 19! grupos étnicos o nacionales diferentes. Los húngaros son, en esa región, quienes sólo emplean su lengua, dejando el serbio para las relaciones con los serbios.

Gracias por la referencia a Veiga. No conocía su blog, aunque claro que he leído algo de él.

CC. Buxter; La verdad es que el régimen de soberanía está cambiando. Y todo a pesar de mis peleas con varios profesores de mi facultad, no veo otra que reconocer lo evidente. Que, o ha cambiado, o nunca dejó de ser el que hoy tenemos. No porque ahora las RRII puedan imponer algo de competencia interna a un Estado, sino porque es el Sistema Internacional -con los Estados y agentes fuertes a la cabeza- los que deciden los cánones sobre los que juzgar a los Estados "menores". Para mí, seguimos teniendo Estados Civilizados, Semicivilizados y Salvajes. Y eso es muy triste.

Por cierto, la UE nunca ha sido un actor clave o fundamental en DDHH. De hecho, pasó por alto las graves violaciones de los derechos de las poblaciones gitanas en Eslovaquia a cambio de que entrara en la unión aquél 1 de Mayo de 2004. Y más aún que ha hecho. Algún día descargaré mi ira contra la UE en este blog.

Gracias por el apunte de Vega también.

Harry; el pluriempleo es difícil de sobrellevar con un blog. No digamos ya con 5. De cualquier manera, estoy empezando a reservar espacios para estos análisis que tanto te gustan. Y si no hablo más de Croacia es porque el régimen nazi de Tudjman merece una entrada -o serie de entradas- diferentes a esta. Menuda pandilla de sin vergüenzas.

Gracias a todos.