AVISO

lunes, diciembre 29, 2008

Africanadas de los africanistas


"La introducción de transporte moderno, de armas complejas y de ordenadores en el África subsahariana ha hecho posible [...] un incremento extraordinario del control social: los gobernantes nunca habían poseído medios tan poderosos para vigilar, controlar y persuadir a los gobernados."

Jean-François Bayart
La greffe de l'État, 1996
Africanista y futurólogo de gran prestigio

miércoles, noviembre 26, 2008

Vidas desperdiciadas, de Zygmunt Bauman

Poco académico pero tremendamente provocador. Así podíamos resumir este libro de Bauman que, en el año 2005, apareció encima de mi mesa una noche de primavera. La verdad es que no iba buscándolo precisamente a él. A Bauman se le reconoce el mérito de haber sabido reconocer ciertas dinámicas de nuestro estado postmoderno y, al tiempo, haber desgranado la Modernidad hasta límites insospechados. Su tesis sobre el nazismo, que refleja en el muy recomendable Modernidad y holocausto –libro que buscaba cuando me topé con Vidas desperdiciadas- aporta una luz capaz de descifrar las dinámicas del terror de ayer y de hoy. No era cosa de ellos, sino de nosotros.

Sea como sea, el libro comienza con otro libro, cosa que me encanta. Bauman habla de Las ciudades invisibles, de Italo Calvino. Para quien no lo haya leído o no lo conozca, es ése un libro de poesía en prosa. Calvino se dedicó durante muchos años a redactar pequeños fragmentos, de dos, tres o cuatro párrafos, sobre ciudades que contenían sólo una cualidad paradójicamente especial. Todas ellas llevaban nombre de mujer y su cualidad se convertía invariablemente en su virtud y en su defecto. La ciudad invisible que inspira a Bauman consiste en una que se muestra tremendamente limpia, pura. Sus calles son inmaculadas y jamás existe el menor desorden. Esto es posible porque encuentra, a sus espaldas, el terreno necesario para deshacerse de su basura y de sus cosas inservibles. Cientos de desperdicios se acumulaban tras de sí impidiéndola crecer y ahogándola en su modo de vida.

La bella referencia de Bauman a Calvino y el diálogo que esta ciudad le sugiere nos invita a hablar de la Modernidad y de su proceso migratorio y productivo. Para Bauman, parece claro que hablar de Modernidad hablamos del proceso productivo que conllevó el capitalismo. Su tesis consiste en que durante su formación, el capitalismo necesitó expulsar a los grupos de personas que le resultaban inservibles en su propio espacio físico. Europa, cuna de la Modernización, sacaba por mar y tierra a todos los indeseables y fundaba así mitos de progreso personal en los nuevos paraísos terrenales. América, Australia, Asia y también África, se mostraban como lugares en donde la pobreza vivida al arroyo de las fábricas podía dar paso a una riqueza inabarcable. Por supuesto, esto no era más que un mito, pero acompañaba el proceso inmigratorio de los europeos sobrantes y aligeraba la pobreza y la incubación de las enfermedades en un continente que necesitaba de la mano de obra justa para poder realizar sus sueños de expansión.

Con el asentamiento del proceso modernizador en Europa, nos enseña Bauman, el siguiente paso consistió en la expansión del modelo más allá de las fronteras físicas y de la conformación de un bloque occidental que por entonces abarcaba Europa –en mayor o menor medida desde los Pirineos hasta los Urales-, América del Norte y América del Sur. Particular casos estos dos últimos, hijos de la Modernidad fecundada por sus padres europeos que, si bien abrazaron los preceptos de libertad, igualdad y fraternidad, terminaron por tener Historias divergentes debido en parte a que la herencia de la división de poderes de los hermanos del norte no tuvo nada que hacer frente a la herencia caudillista de los hermanos del sur. Modernizados por tanto los países europeos y en parte también las Américas, el proceso de colonización de África y Asia sirvió, para Bauman, para seguir aligerando la presión de una población creciente que no quería más que comer y alimentarse en lugar de morirse y dejar ganar al rico lo que le pertenece.

Inmigrando a zonas donde ellos mismos podían ser los capitalistas, terminaron por crear los sistemas coloniales que ya son de sobra conocidos. Pero la Modernidad pareciera que es de todos y también los colonizados decidieron abrazarla. Con la independencia, todos querían su parte de Desarrollo –ese gran desconocido- y exigían su parte del pastel. Sin embargo, si el proceso Modernizador requiere de la eliminación de la población superflua del territorio a desarrollar, y no quedando ya ninguna zona del planeta sin modernizar previamente, ¿hacia dónde podrían esos nuevos procesos modernizadores expulsar a sus sobrantes?

Las puertas del movimiento poblacional no han estado abiertas para las dos direcciones nunca, y eso impediría, en la tesis –ya hemos advertido que nada académica y más bella que firme- de Bauman la creación de un verdadero Estado moderno en África y justificaría la necesidad de la inmigración misma. Las vidas desperdiciadas serían los totales de la población africana, asiática y, ahora, sudamericana, que ven cómo sus tierras son convertidas en el vertedero poblacional del Occidente moderno. Obligados a ser subdesarrollados porque hay subdesarrollantes en palabras de Vázquez-Montalbán.

El libro de Bauman es de esos que se recuerdan y que salen a colación en cualquier reflexión seria sobre los procesos migratorios o de desarrollo aún a pesar de sus dificultades académicas. Hay muchos hilos desde los que ir tirando como, por ejemplo, pensar a los cooperantes occidentales en los países del sur, como aquellos viejos pobres del estado moderno europeo, obligados a vivir fuera de Europa y a irse a la aventura, bajo mitos sociales tales como la solidaridad y el cosmopolitismo, por el simple hecho de que su sociedad moderna, espejo de la sociedad subdesarrollada a la que van a ayudar, no produce suficientes puestos laborales para una población con formación superior como la suya.

domingo, octubre 19, 2008

Camino del Norte

[Leído en el diario El País, domingo 19 de Octubre de 2008]

Javier Sampedro.

Que la humanidad proviene de África es un hecho bien establecido, pero por dónde salió de allí es una conjetura. Como casi todos los accesos están bloqueados por el desierto del Sáhara, los expertos han supuesto hasta ahora que los primeros humanos sólo pudieron migrar hace 120.000 años por el corredor del Nilo. Pero geólogos británicos y libios acaban de demostrar que el Sáhara disfrutó en esa época de dos enormes ríos. Y nuestros ancestros estuvieron en la zona.

Había evidencias de que las lluvias aumentaron en el sur del Sáhara en el último periodo interglacial, entre 170.000 y 130.000 años antes del presente. Pero el equipo encabezado por Anne Osborne y Derek Vance, de la Universidad de Bristol, ha descubierto ahora que las condiciones fueron más húmedas, y alcanzaron mucho más al norte.

"Las imágenes por satélite muestran canales fluviales fósiles que cruzan el Sáhara en Libia", explica Osborne, "que fluyen desde la cuenca central sahariana todo el camino hacia el norte hasta el Mediterráneo. Nuestros análisis geoquímicos demuestran que esos canales eran ríos activos durante el último periodo interglacial, un importante flujo de agua en esa zona por lo demás tan árida". Los datos se adelantan en la edición electrónica de Proceedings of the National Academy of Sciences.

La cuenca central a la que se refiere la geóloga británica incluye la más alta cordillera del Sáhara, las montañas volcánicas del Tibesti, entre Chad y el sur de Libia. Los científicos han extraído conchas de moluscos que vivieron hace 120.000 años en los cauces saharianos para analizar su composición de isótopos, los distintos sabores en que vienen los átomos, que permiten inferir muchos datos sobre el medio en que vivieron aquellos animales.

El resultado es nítido. Las conchas de los canales tienen una composición isotópica muy distinta de las recogidas fuera de ellos. Pero llevan la marca inequívoca de su origen volcánico: vivieron en aguas emanadas de los manantiales del Tibesti, cientos de kilómetros al sur. También se parecen mucho al plancton fósil extraído junto a la costa Libia: la desembocadura de los antiguos ríos.

"Estas evidencias muestran que las lluvias monzónicas alimentaron ríos que se extendieron desde las montañas del Tibesti, a través del norte del Sáhara y hasta el Mediterráneo", afirma Vance. "Estos corredores rivalizaron con el Nilo como posibles rutas para las migraciones de los humanos modernos hacia las costas mediterráneas".

Las excavaciones arqueológicas de los últimos años apoyan las tesis de los investigadores británicos y libios. Fósiles humanos modernos y herramientas de piedra han aparecido a lo largo de toda la costa mediterránea africana, incluido el Sáhara. Algunos de estos yacimientos han sido datados en 90.000 años de antigüedad, o antes. Los estudios paleoclimatológicos recientes también indican que el Sáhara fue húmedo en el mismo periodo.

Sobre los orígenes de los humanos modernos quedan muchos puntos por aclarar. Los signos arqueológicos de una inteligencia humana plenamente actual -arte, rituales, pericia técnica, gran diversidad de herramientas- sólo tienen 50.000 años. Pero el soporte de toda esa creatividad, el cráneo humano moderno, ya existía hace 195.000 años en la actual Etiopía. Los científicos suelen denominar a estos y otros fósiles similares (con forma moderna pero más antiguos de 50.000 años) "humanos anatómicamente modernos". Las primeras evidencias de Homo sapiens fuera de África son unos esqueletos fósiles hallados en cuevas en el sur del actual Israel, datados entre 120.000 y 90.000 años antes del presente.

La idea de que los mecanismos cerebrales del lenguaje fueron responsables de la evolución de la humanidad moderna ha sido defendida por antropólogos como Richard Klein y lingüistas como Alec Knight, ambos de la Universidad de Stanford. Knight incluso ha presentado indicios de que ese habla ancestral de la humanidad pervive en los lenguajes click de los actuales bosquimanos del oeste y el sur de África, en los que muchas consonantes se pronuncian como chasquidos de la lengua y los labios.

Estos lenguajes se conocen genéricamente como Khoisan. Sus hablantes incluyen poblaciones tan separadas y aisladas entre sí como los Hadzabe de Tanzania (este de África) y los San de la región suroccidental del continente. La razón más probable es que el Khoisan fuera la lengua hablada por un antiguo pueblo que se extendió por toda África, y que otras expansiones de población muy posteriores colonizaron todo menos las regiones aisladas y dispersas en las que se sigue hablando hoy la lengua ancestral.

Según los datos de Knight, los Hadzabe y los San "están tan alejados como lo pueda estar una población humana de otra". La interpretación más simple de esos datos es que el Khoisan es heredero del lenguaje más antiguo de la historia de la humanidad. De ser así, se debió hablar junto a las riberas del Sáhara en el despertar de los tiempos.

lunes, septiembre 08, 2008

El dia del cooperante

8 de Septiembre, el día del cooperante. Todo el mundo tiene un día ¿verdad? Y el que no lo tiene, algo habrá hecho. O no, claro. El caso es conmemorar a alguien cada día. Y hoy, que es 8 de Septiembre, se conmemora, se entrevista y se aplaude al cooperante –y no cooperanta, que no existe.

Esa es una profesión, la de los y las cooperantes, que consiste en irse lejos de donde vivieron sus acomodadas vidas para ayudar a unos absolutos desconocidos a desarrollarse. Bonito ¿verdad?

La profesión es, por tanto, algo propio de los occidentales. O, cuanto menos, de aquellos que poseen un nivel de vida mínimo y que estiman que es necesario ayudar a todo el mundo a mejorar el suyo –que por supuesto, es más bajo. Una profesión unidireccional, claro. Y esto que se dice no deja de tener cierta polémica.

Pero no es una profesión nueva. No, no lo es. Es cierto que ahora se ha hecho de la palabra cooperante algo profesionable. Se lo explicamos. Con los diferentes caminos recorridos por el concepto de Desarrollo –que es un señor con chaqueta y corbata que se pasea por doquier lo llaman menos cuando es tremendamente necesario, al contrario que la señora muerte- se ha pasado de una cooperación ahora calificada de técnica, ejercida por profesionales de reconocido prestigio en sus países –ingenieros, médicos, enfermeras- que acudían a solventar los problemas diarios de la vida en un país del Tercer Mundo –de este bonito nombre otro día hablamos, si quieren. Y de esta concepción de Desarrollo y de Cooperación, se movieron los que piensan en estas cosas a otra en donde para poder cooperar, había que saber otras muchas cosas. Tantas que, hoy día, ya no hace falta saber de nada técnico, sólo de cooperación para poder ser cooperante. Parece lógico ¿verdad? Será por eso que el Señor Kurtz desconfía tanto de esto. Porque suena demasiado lógico.

El cooperante se mueve en un mundo –para los académicos diremos que en un régimen internacional- llamado de la Cooperación al Desarrollo. Así, con mayúsculas, sus dos oes y su acento. Este mundo, como tal, nace tras la Segunda Guerra Mundial –vamos, como todo, no les descubro nada nuevo- y es pensado por EE.UU.

Al acabar la contienda en Europa, Alemania, Francia, Reino Unido y otro sinfín de países están en la más absoluta ruina. Sus infraestructuras, así como sus mínimas condiciones de vida, han sido hechas añicos por los bombardeos y los saqueos propios del conflicto. EE.UU., único contendiente que no ha sufrido pérdidas en su territorio, se encuentra ante la tesitura de tener que decidir el futuro del continente hermano. Muchos de sus políticos piden la cabeza de Alemania, causante de las dos Guerras Mundiales -¿por qué será que los causantes siempre son los que pierden?- y trazan un plan para mantener a Alemania sumida en la hambruna y en la pobreza. Si la industria alemana no se rehace, si no les dejan tener ni ejército ni posibilidad de fabricar una pistola si quiera, pensaban estos estadounidenses, se evitaría la Tercera Guerra Mundial –por supuesto, también perpetrada por alemanes.

Frente a estos, otro grupo de norteamericanos observaron que quizás mantener a tantas personas juntas y con hambre no era la situación más ideal pensando en una paz duradera. Además, había que tener en cuenta que, unos muchachos y muchachas de origen germano con hambre podían ser muy bien engañados por los nuevos malos: los rusos.

De manera que se inventaron un concepto: la solidaridad internacional. O bueno, se lo adueñaron, porque el Internacionalismo estaba oculto tras los cascotes de los edificios derruidos. Con este ideal de solidaridad internacional surgió el Plan Marshall en honor al nombre del Senador norteamericano que firmó el papel redactado por otros. El plan consistía en regalar dinero a los europeos para la reconstrucción de sus países con una condición: que todo lo que necesitaran, lo compraran a los señores de corbata norteamericanos.

Cuando Europa se reconstruyó y, al tiempo, perdió sus colonias, había que idear un sistema que permitiera seguir siendo dueños de la tierra aunque fueran otros quienes firmaran los cheques. Bueno, era casi hasta mejor ¿no? De manera que surgió el régimen de Cooperación al Desarrollo tal y como lo conocemos hoy. Era, básicamente, retomar el Plan Marshall pero con una insignificante diferencia. A saber, en lugar de regalar el dinero, como se hacía con los hermanos europeos, a los nuevos Estados se les dejaba a préstamo. Para que asumieran que ahora eran independientes y tenían que vivir según sus posibilidades. Se acabó eso de llevar la colada a casa de mamá todos los viernes. Tanto tiempo a la sopa boba no podía ser bueno para nadie.

Así, a grandísimos rasgos, nos encontramos con un juego de “yo te presto tanto, de lo cual te regalo este poco, para que tú hagas lo que yo te digo que te va bien aquí –tú fíate, anda, ¿no ves lo bien que me va?- y me compras a mí todo el material, que lo tengo a buen precio”.

Y en esas andamos, más o menos, aún a pesar de las idas y venidas del señor Desarrollo, que lleva la corbata un tanto mal anudada debido al ajetreo al que le hemos sometido. Que si ahora prima el comercio, que si ahora la democracia, que si las teorías económicas neoliberales, que si los derechos humanos, que si las oportunidades de cada persona… Así no hay quien viva, oiga. Pero ¿se ha parado a pensar por qué cooperamos?

¿Por qué el Estado de España gasta al año un total de 5.744 millones de Euros al año en Ayuda Oficial al Desarrollo cuando es un hecho que en España el 24% de los niños y niñas son pobres? ¿Qué hace que el Estado, cualquier Estado, invierta tanto dinero fuera de sus fronteras mientras sigue teniendo problemas graves –los mismos por los que ayuda fuera de sus fronteras- en su propia sociedad?

Uno, que es muy de Génesis, aunque no haya leído la novela, siempre se va a los orígenes de las cosas, allá donde parece haberlos, para tratar de encontrar explicación a los problemas de hoy mismo. Los de mañana, ya se verán.

Si hablamos de un régimen de Cooperación al Desarrollo surgido de la descolonización, nos encontramos en la tesitura de tener que echar un ojo a la colonización –esa gran desconocida- para ver qué dinámicas se sucedían entonces y se asemejan a las de ahora. Y, si hacemos esto, no podemos sino arrancar con una mano las tres imágenes clásicas de la colonización: la del militar conquistador, la del administrador que va a hacer carrera y la del misionero que salva almas.

Pongamos por caso, sólo supongamos, que estos tres individuos que campaban a sus anchas por los límites de la colonización, aún se reproducen por el mundo de hoy aunque camuflados en sus uniformes. ¿Quién sería quién?

El militar podríamos pensar que es fácil. Un militar es un militar aunque lo vistan de seda, y hoy podemos seguir viendo misiones de pacificación o reconstrucción que, en sus más casos, no hacen sino encubrir una invasión deliberada de tropas extranjeras. Sin embargo, ¿qué me dicen de la seguridad privada? ¿No es cada día más importante como negocio?

El administrador, claro está, sigue ahí. Ya no dirige centralmente las decisiones del territorio colonizado, ni tiene la prepotencia de pasearse en elefante o de construirse apartados barrios residenciales sobre los vestigios de una civilización más antigua que él, como hacían los ingleses en India. Pero la figura sigue estando ahí, en la imagen del administrador de Naciones Unidas, del burócrata de la Organización Internacional de turno, del diplomático de un país, todos ellos situados en sus puestos conforme al escalafón. Los lugares más peligrosos o más incómodos, como siempre, para quienes quieren hacer carrera. Los cómodos, bonitos y elegantes, para quienes ya la hicieron.

Y el misionero. ¡Qué haríamos del misionero! Siempre dispuesto a salvar el mundo con su fe cristiana. Culpabilizando al militar por su nefasto entendimiento de la sociedad de acogida. Criticando al administrador por su mala política. Teniendo, él solo, que resolver los problemas causados por los demás. Sabiendo que sólo y exclusivamente él conoce las mentalidades colonizadas. Las interpreta y, gracias a ello, puede hacerles ver su error, conducirle a la fe verdadera, que bien puede llamarse Cristo que Desarrollo, me temo. Cooperante y Misionero son dos instituciones sin las cuales no es posible entender el encuentro colonial.

Por eso el Señor Kurtz se pregunta, ¿para cuándo el Día del Administrador? ¿Para cuándo el del soldado? Precioso día se ha quedado hoy, sí.

domingo, agosto 31, 2008

El Derecho Humano al Agua, de Mikel Mancisidor (DIr.)


Una extrañeza en este blog, el hablar de novedades editoriales. En Septiembre llegará a sus librerías un libro que tratará sobre un tema necesario: el derecho humano al agua.

Como hoy no llevo tiempo en los bolsillos, les reto a que se hagan con su ejemplar, se lo lean y, otro día, nos lo discutimos. Sin duda vamos a polemizar. Pero es que si no la vida carece de sentido.

Sobre los editores.

Sobre los que apoyan.

Sobre los que editan/venden el libro.

Sobre su presentación.

Sobre su otra presentación.

Y ya basta por hoy.

miércoles, agosto 20, 2008

Análisis de políticas públicas


"Well, if you think Education is expensive... then try ignorance"
Mamphono Khaketla.
Ministra de Educación y Formación del Reino de Lesoto.

jueves, julio 31, 2008

Futuro


"El Agua que se ha mendigado no mitiga la sed"
Proverbio del pueblo Soga, Uganda

miércoles, julio 30, 2008

Fantasmas Balcánicos (VI)

Si uno pasea por el centro de Belgrado, antes o después se encontrará divisando la antigua ciudadela turca de Kalemegdan. Este parque, con sus murallas y sus fortificaciones, destaca dentro de Belgrado por poseer una concepción de la vida y de la libertad exclusiva. Allí, los belgradeses acuden para encontrarse cogidos de la mano, para bailar al son de músicos tradicionales, para reflexionar sobre sí mismos o para ganarse la vida. En el otoño de 2003 el parque tenía además una luz especial que invitaba a conocerlo. Entre aquéllos que se ganaban la vida, un viejo militar de la Yugoslavia de Tito, sentado en una silla plegable y con una mesa de jardín a sus pies. Como pasa en otros parques públicos, sin ir más lejos en El Retiro, jubilados como este señor montan sus tenderetes de venta o intercambio de cachivaches. En este caso, el jubilado militar vendía camisetas a muy pocos dinares. De una calidad más que discutible, el principal motivo de decoración no era otro que la imagen de un Radovan Karadzic presto y dispuesto para la consecución de la Gran Serbia. El Milenarismo, parecía decir, había llegado ya.

Hace una semana que apresaron a este ideólogo de la Gran Serbia. La historia de su captura, en el barrio de Nuevo Belgrado, disfrazado o más bien camuflado bajo una identidad robada a un jubilado de la Vojvodina, ganándose la vida con la medicina natural, visitando bares nacionalistas que rendían culto al Karadzic original. De primeras, todo demasiado raro. ¿Por qué iba Karadzic a salir de Pale, ciudad de la República Sprska de Bosnia en donde vivía refugiado –bien acomodado- en las montañas? Allí aún disponía de su capital monetario, de la admiración de muchos y de la ayuda de unos pocos quienes, cuando veían llegar a la policía en su busca, daban la voz de alarma hacia lo alto de las montañas evitando así cualquier captura por sorpresa.

Mi escepticismo respecto a las condiciones de su captura se acrecienta cuando veo que ha sido Tadic –el europeísta- el responsable político de anunciarlo, y que nada se sabía en un principio de Kostunica. Este último se ha refugiado políticamente entre las filas de los nacionalistas serbios cada vez más nostálgicos de los días de la Gran Serbia, que no fueron otros más que aquellos en donde Yugoslavia estaba fuertemente anclada a la población serbia a pesar de contener otras 5 ó 6 repúblicas más. Curiosa manera de acabar políticamente con el que fuera la gran esperanza en los días de la caída de Milosevic en el año 2000. Es muy cierto que el entusiasmo del pueblo serbio con Kostunica se debía más a las ganas de sacarse de encima a Milosevic que al apoyo a un proyecto que, por otra parte, se ha demostrado hueco en el espacio y el tiempo.

En cualquier caso, Tadic anunció la captura y la entrega sin dilación del criminal de guerra al Tribunal de La Haya en donde se juzgan las causas de las guerras balcánicas. Si no hubiera habido tal rocambolesca historia con el Karadzic disfrazado y desconocido incluso para quienes convivían con él a diario, difícil se haría al gobierno de serbia explicar por qué no le habían entregado antes. Si confesaran que Karadzic ha estado todo este tiempo en Pale, disfrutando de la vida del poeta que dice ser –escribe poesía para los niños, como Gloria Fuertes- no se entendería el por qué de la entrega salvo como pago para iniciar las conversaciones de inclusión en la UE.

¡Ah! Que lo mismo es eso. Tadic, el europeísta, se saca de la manga a Karadzic, lo manda para La Haya y espera acontecimientos. Quizás le falte Mladic en el paquete, pero mejor mandar al ideólogo sólo protegido por los nostálgicos que mandar al que estaba en segunda fila que aún puede tener conexiones con los militares. Es un bonito cheque al portador pidiendo el ingreso en el club de Europa. El Consejo de Ministros de la Unión Europea, tras la detención y el anuncio de la entrega, sabe entender el por qué de estos movimientos serbios y se decide a hacer una declaración conjunta en la que se le felicita al estado serbio por sus esfuerzos y se le anima a seguir acercándose a la UE. Pero finalmente la declaración no es aprobada porque Holanda la paraliza. Para el gobierno holandés, que se vio inmerso en la matanza de Srebrenica por la que se va a juzgar también a Karadzic, no quiere hacer concesiones en esa torre de oro en la que se ha instalado cuando se habla de Bosnia, Serbia y todo lo que se les pueda relacionar. Para los holandeses, felicitar a Serbia por haber entregado a Karadzic es dar un paso atrás en su posición moral. Se han convertido en los guardeses de la moralidad balcánica asumiendo que, toda la moral que les faltó a sus cascos azules, la pueden recuperar ahora enrocándose más si cabe y haciendo política justiciera del espectáculo. Más les valdría superar sus traumas solitos y dedicarse a proveer las cárceles de La Haya de un sistema más seguro que evitara muertes tan sospechosas como la de Milosevic.

En este contexto, el Partido Radical serbio, nacionalista y admirador de la obra de Karadzic, ha vuelto a enarbolar la bandera del victimismo. Como dando la razón a aquel Kaplan profundamente etnocentrista que escribiera Fantasmas Balcánicos –y cuyo título domina esta serie sobre los Balcanes pretendiendo ser más irónico que fiel a la idea de Kaplan-, se justifican los crímenes de Karadzic aduciendo que “los croatas mataron más”, se manifiestan en Belgrado causando más destrozos que movilizaciones y amenazan de muerte a los dirigentes políticos que han tenido que ver en la entrega de Karadzic –lo que no es moco de pavo, ya lograron acabar con la vida de un Primer Ministro en 2003. No me extraña que la mayoría de la población serbia esté más harta que ilusionada o escéptica ante sus políticos. Seguro que si la población serbia viera cuánto pueden hacer juntándose un poco, sus políticos temblarían al ver cómo se les caen los mitos fundacionales de sus ideologías –y esto vale para los nacionalistas y para los europeístas.

Pero, pese a quien pese, Karadzic ya ha viajado a La Haya. En la misma noche de la manifestación, sin la palmadita de apoyo en la espalda de Tadic de la Unión Europea, guardando las formas en cuanto a su captura y encerando la sala del Tribunal en el que habrá de ser juzgado. Porque sí, asómbrense, todo esto se hace por y para la justicia. ¿Qué dónde se había quedado ésta? Eso mismo nos preguntábamos muchos desde hace tiempo. La tan famosa Carla del Ponte, fiscal que acusaba a Slobodan Milosevic hasta la muerte de éste, abandonó el Tribunal con la intención de denunciar lo que ha denunciado en un libro: que la Justicia de La Haya ni es justicia ni es nada. Que lo importante en ese Tribunal es guardar las formas de cara a la galería. Que los presos, supuestamente enfrentado por odios ancestrales –gracias, Kaplan- son íntimos y comparten cigarrillos y risas, que los procesos allí instruidos sirven más para limpiar las conciencias occidentales –Holanda, de nuevo- que para restituir a las víctimas.

¿A quién extraña todo esto? Que una Guerra Civil se transforme en un ridículo mundial al pretender juzgar los hechos en una base supuestamente imparcial, pero ajusticiando sólo a quienes perdieron la guerra –los dirigentes occidentales que tanto mal hicieron disfrutan de sus premios, conferencias y nominaciones-, es algo que no creo que sorprenda mucho. En Ruanda, otro lugar en el que se cubrió de gloria la Comunidad Internacional –signifique lo que signifique esto-, la lección ha sido más bien otra. Sus crímenes están siendo juzgados con ayuda de la antropología social, reinstaurando sistemas tradicionales de justicia tales como las Gacacas (pronúnciese Gachacas) y sin olvidar que cada sociedad tiene su propia manera de pasar páginas en sus hechos traumáticos. Si hacemos caso del fantasmagórico y equivocado Kaplan, la manera de ajusticiar en los Balcanes no es otra que dejándolo estar, asumiendo las pérdidas cada uno, victimizándose y vanagloriándose de cada derrota o victoria, y siguiendo con una vida llena de sentido. Quizás sea mejor manera que la de la justicia-espectáculo y las detenciones-mensajes que hoy vivimos y sufrimos. Pero seguro que sería menos ridículo.

miércoles, junio 18, 2008

Premio para Ensayos Africanistas

La Casa África, localizada en Las Palmas de Gran Canarias, ha lanzado un premio para ensayos que hablen sobre diversos temas africanistas. En concreto, los ensayos no han de superar las 50 páginas ni tener menos de 40, y versarán sobre relaciones entre España y África Subsahariana; situación económica de África Subsahariana y relaciones económicas con España; las relaciones de cooperación entre España y África Subsahariana con especial atención hacia Canarias; y la evolución de los procesos de consolidación democrática en África Subsahariana. Hay de plazo hasta el 30 de Septiembre de 2008 y el premio consiste en 4.000€ y la publicación de los ensayos en formato de libro conjunto. Les pondría un enlace hacia más información sobre los mismos, pero me temo que la web de Casa África no está actualizada y sólo he encontrado la convocatoria del año pasado -en la que, por cierto, el importe del premio ascendía a 6.000€-, así que si alguien está interesado o interesada que me escriba y le remito la convocatoria oficial en formato pdf.

jueves, junio 05, 2008

La crisis alimentaria

Reunidos en Roma durante los primeros días de Junio del año del Señor de 2008…

Así podría empezar el texto final que salga de la reunión que estos días está teniendo lugar en la sede de la FAO, en Roma. Una FAO que a cada momento que pasa la tengo más inquina. El juego de estas cumbres es, básicamente, el de mostrar la preocupación de todos por el asunto. El Secretario General de Naciones Unidas, Sr. Ban Ki-moon, ha recordado a los representantes de los Estados miembros que perder la oportunidad de buscar soluciones en esta reunión equivaldría a condenar a muerte a millones de personas. Siendo en Roma no puede decirse sino Alea Jacta Est, porque de soluciones, la cumbre no andará sobrada.

El mercado alimentario mundial está subiendo los precios de los productos hasta en un 50% desde Agosto del año pasado. Esta subida hace que en Occidente hablemos ya de crisis, mientras que en los países pobres esto se llama sencillamente no comer. Muchos han señalado que el aumento del precio de los alimentos está relacionado con los biocombustibles. A comienzos de la crisis alimentaria, en el citado Agosto de 2007, los biocombustibles eran los reyes de la culpabilidad. El razonamiento era lógico. Un producto –los alimentos- habían sido desarrollados para que sirvieran para otra cosa. El cambio de valor de uso, en aumento, de este producto hace que aumente la necesidad del mismo y, por lo tanto, su precio de mercado. Ahora que los cereales sirven para algo más que para alimentarse, mientras no se aumente la producción, el precio seguirá subiendo. El Mercado es el Mercado y las cosas están así, dicen.

El mismo Presidente de Brasil, Lula, anteriormente conocido como la gran esperanza blanca para las izquierdas mundiales, y hoy decididamente debilitado como valor moral, suscribió en 2004 la Alianza contra el Hambre –por cierto, junto con el Sr. Rodríguez Zapatero, el gobierno de Chile y el de Francia- en un intento por trasladar su programa político hacia lo internacional. Él había salido elegido un tiempo antes como Presidente de Brasil con un programa que llevaba el compromiso de lograr “que todos los niños brasileños puedan desayunar cada día”. Algo tremendamente loable, pero que desde que llegó no ha tomado en serio si nos atenemos a los resultados. Está bien eso de pedir lo imposible, pero es trágico si no lo logras. Lula ha llegado a Roma con la intención de defender la bondad de los biocombustibles. Brasil es uno de los países que más está invirtiendo en esta tecnología –en términos relativos, claro-, y si de la Cumbre saliera un compromiso para aparcar su implantación vería su modelo energético seriamente tocado, Más aún cuando el gobierno boliviano de Evo Morales le cerró la puerta de abastecimiento de gas en 2006 en la nacionalización más contenida que se ha podido ver en los últimos 40 años.

Lula no se encontrará con una gran fuerza por lastrar el desarrollo de los biocombustibles. La realidad es que la Cumbre no está funcionando en el sentido de poner a los Estados miembros en un mismo nivel de análisis. O quizás sí.

Quizás sí porque todos saben bien a dónde señalar, pero poco o nada pueden o quieren hacer. Hace poco tiempo escuchábamos la noticia de que la cadena de supermercados más grande de Estados Unidos había anunciado que limitaría la compra de arroz a cuatro sacos por persona. No sé qué cantidad de arroz se consume en Estados Unidos, pero para mí cuatro sacos me resulta bastante arroz. La medida, extraordinaria para un mercado de libre comercio donde uno compra todo lo que quiere y puede, impactó en el mundo. La crisis alimentaria era tal, se decía, que hasta en los Estados Unidos estaban empezando a racionar el arroz. No importaba que el responsable de agricultura del Gobierno de Bush saliera en una rueda de prensa diciendo que a él le registraran, que según sus cuentas había arroz más que de sobra para abastecer todos los Estados Unidos de Norteamérica.

Con esta anécdota ilustramos a uno de los primeros causantes de la crisis alimentaria: la especulación. Pensemos que Wall-Mart, que así se llamaban los almacenes, habían comprado una gran cantidad de arroz hará, por lo menos, dos meses antes de anunciar el racionamiento. En el tiempo que va desde que compraron el arroz hasta que lo pusieron a la venta, el precio del arroz en el mercado internacional ha subido estrepitosamente y Wall-Mart se encuentra que, aún sin haber obtenido beneficios por ese arroz barato, está comprando arroz caro. Una solución sería la de subir el precio final del arroz barato y que el consumidor asumiera los esfuerzos. Más beneficios para Wall-Mart. Pero si tus márgenes de beneficio están estrictamente controlados, no te queda otra que deshacerte lo más rápido posible del arroz barato. Lo racionas, anuncias el razonamiento, la gente acude en masa a comprar arroz por si se acaba y te preguntan si los niños de 8 años también pueden comprar 4 sacos: ya tienes el almacén vacío del arroz barato.

Junto a la especulación, encontramos el I+D. Los transgénicos vienen siendo reclamados como la solución para todo. Es el camino que nos traerá más y mejores alimentos. Algo parecido a lo que era la Revolución Verde de hace unas décadas y que, por desgracia, trae los mismos problemas. Con los transgénicos pasa que la variedad de cultivos se pierde en función de las características genéticas que ha decidido la industria. Si ésta fuera sabia e infalible, no pasaría nada. Pero la experiencia nos demuestra que la industria es una creación humana, sin divinidades de por medio, y por lo tanto se equivoca en tanto en sus análisis como el mejor de los humanos. Así que no se le puede dejar encargada de la selección genética y la globalización de una semilla en contra de otra. Además, convirtiendo la semilla en un producto industrial, lo que consigue la implantación de transgénicos es situar a los agricultores en un plano de dependencia aún mayor. Ya no sólo les hacen falta inversiones para lograr la maquinaria y aumentar sus beneficios, sino que además han de pagar una semilla-industrial mucho más cara que la natural por llevar un valor añadido que antes no llevaba.

¿Qué queda entonces? ¿Qué queda cuando las soluciones más novedosas como los biocombustibles y los transgénicos no ofrecen nada definitivo? … En efecto, queda el viejo y omnipresente comercio. El gran Capital. Es obvio que los Estados miembros en la Cumbre no van a estar de acuerdo en cambiar la situación del comercio agrícola mundial. Que se mueran millones de personas no es suficiente para echar a perder años de brillantes modelos económicos. Pero, me temo, aunque lo hicieran esa tampoco sería la solución. Al menos en los términos que se están planteando las cosas.

El comercio internacional está estructurado de manera que se promocione el libre intercambio, sin aranceles ni limitaciones. Los productos industriales, las materias primas, todo puede ir y venir de un lado al otro de la frontera sin, en general, restricción arancelaria ninguna. Este simpático orden comercial viene a cuento por la voluntad de creer en el libre comercio, en la no intromisión del Estado –ese ente- en la sabia voluntad del Mercado. Sin embargo, desde los mismos foros en donde se promueve el librecambismo, surgen propuestas para financiar a los agricultores de los países ricos y limitar la entrada de los productos agrícolas de los países pobres. Los más adinerados del planeta defienden su industria agrícola a pesar de que se muestran claramente en inferioridad frente a los productos agrícolas de los más pobres. Producir un litro de leche en Galicia sale extremadamente más caro que producirlo en Etiopía; la lógica de mercado nos diría que el lechero gallego ha de desaparecer y Etiopía habría de desarrollar una industria láctea de tal calibre que sería capaz de vender leche a Galicia. Así todos se repartirían riqueza, pues la división internacional del trabajo organizaría el mundo entre ricos productores de chips en Estados Unidos, ricos pescadores gallegos y riquísimos productores de leche etíopes. Lástima que la realidad venga a reventar el modelo de nuevo.

La propuesta internacional frente a los aranceles y las subvenciones que los ricos dan a su agricultura es el mercado libre y la división internacional del trabajo. Que los ricos supriman las medidas que lastran la incorporación de los pobres al mercado internacional, impidiéndoles desarrollar su ventaja comparativa y, por lo tanto, impidiéndoles salir de la miseria de sus vidas ¿verdad? Esto es lo que se propone en Roma estos días de lluvioso Junio. Esto, y no otra cosa, sería considerado un éxito a nivel mundial, una victoria para los países pobres.

Sin embargo si nos paramos a analizarlo con un poco de calma –y ya sé que el post está quedando un poco largo- veremos que no es así. ¿De verdad alguien piensa que un etíope se puede hacer igual de rico que Bill Gates vendiendo leche a todo el mundo? La historia de la economía internacional nos demuestra que los países ricos han podido serlo protegiendo sus mercados. Los aranceles han sido fundamentales desde Enrique VIII y su política lanera. Ningún país se ha hecho rico vendiendo sus productos agrícolas. Ningún país que venda sus productos agrícolas va a dejar de sufrir hambrunas –en especial porque si su agricultura está orientada a la exportación cultivará en demasía un producto, como el café, con el que es imposible subsistir y del que no es dueño de los precios que le pagan. Las hambrunas se acabaron en Europa el día que comenzó a florecer una industria fuerte. La industria hacía más productivos los campos al desarrollar tecnologías. La industria hacía que el flujo monetario de un país fuera mayor y que, por lo tanto, la gente pudiera comprar más productos agrícolas.

Es extraño que la Cumbre de Roma, auspiciada por FAO, para tratar de solventar la crisis alimentaria tenga más que ver con la industria de los países pobres que con la agricultura. Sí, es una solución que no finiquita la grave situación que hoy día encontramos –para eso hay otras alternativas- pero, si ya el Banco Mundial está diciendo que la crisis durará hasta 2015, urge una preocupación por estos problemas y no un análisis tan simplista como que los problemas del comercio agrícola se solucionen con… más comercio.

[Para más referencias, no sean tímidos y consulten con el correo electrónico del blog. Si son tímidos pueden preguntarle al Sr. Hang mediante la lectura de Retirar la escalera. La estrategia del desarrollo en perspectiva histórica. Catarata, 2004.]

viernes, mayo 23, 2008

Un barquito de cáscara de nuez

No han cesado los ecos del secuestro del barco vasco en la costa de Somalia cuando nos llegan noticias de un nuevo secuestro de occidentales, esta vez cooperantes italianos, en el mismo país. Las explicaciones de los Mass Media son siempre tan simplistas que el análisis se reduce a calificar a los secuestradores como piratas y reclamar a los gobiernos el envío del apoyo militar necesario para que situaciones como estas no se vuelvan a repetir. La imagen del secuestrador es la del tipo desordenado, gobernado por un ansia de salir de la pobreza y un estigma de vida violenta. La lógica, entonces, es la de la piedad, porque son tan pobres, y la indignación, porque son tan salvajes.

Pero nadie se para a leer qué significan todos estos secuestros. Ni siquiera se para a pensar que el secuestro de las dos cooperantes españolas y una argentina a comienzos de este año quizás tenga algo que ver con el secuestro del pesquero vasco. Más allá de la nacionalidad de los secuestradores, dato irremediablemente señalado con la más mínima excusa.

Analizando el secuestro pesquero podemos observar que el gobierno español se decidió por pagar el secuestro. Qué hacer, sino, ante tal cúmulo de salvajismo acumulado. No se puede negociar con quien no entiende los términos de la negociación, de la ley y de la vida civilizada.

Por eso no se negocia con ellos, los secuestradores, ni se negocia allí donde ha habido el secuestro, Somalia. Las conversaciones mantenidas por los representantes del gobierno español tuvieron lugar en un céntrico hotel londinense de cinco estrellas. Como interlocutores, en el otro lado de la mesa, no estaban esos paradigmas de salvajes, sino el sumun de la civilización occidental: el equipo de abogados de uno de los bufetes más prestigiosos del Reino Unido. Al final la cosa no parecía tan rudimentaria ¿no? Y la escenificación de la escena seguro que no difería demasiado de la negociación de cualquier acuerdo compensación económica. “Miré, estas son nuestras tarifas”; “Pues es que con estas no me cuadra el presupuesto por culpa del capítulo quinto ¿no tienen precio amigo?”.

Somalia fue un país que tuvo la mala suerte de caer víctima de una guerra cruzada. La primera, originaria, creó el conflicto civil que masacró a la población y dio paso a la otra, el conflicto global. Como éste, Somalia no logró salir de ninguna de las dos y ahí se quedó, abandonada en mitad del océano sin nadie que negociara con sus secuestradores con un Hornimans en la mano derecha y el meñique levantado.

La guerra local dejó Somalia dividida en distintos grupos dirigidos por Señores de la Guerra y, cuando las tropas de la ONU se retiraron ante su incapacidad en el arte de la paz, al auxilio de éstos acudieron los otros elementos del régimen internacional: la delincuencia organizada. Proporcionándoles ayuda militar, los conglomerados de empresas y particulares obtienen a cambio un beneficio de los crímenes cometidos por estos ejércitos en miniatura.

Convertida en la oveja negra del sistema internacional, Somalia pasa por ser el único territorio de importancia en el mundo que no está controlado –en la medida de lo posible- por una entidad estatal. Sí existen figuras más o menos administrativas, como Somaliland, que a pesar de no contar con el reconocimiento internacional, tratan de ejercer las labores mínimas de un Estado y considerar su desarrollo político en el marco de unas fronteras políticas bien definidas. El resto del territorio queda abierto a la especulación y a la delincuencia, con una guerra civil de por medio y la paradigmática calificación de Estado Fallido.

Siendo una Tierra de Nadie, todo allí se puede obtener. Bien lo saben los pescadores vascos que allí faenaban cuando fueron secuestrados. Los caladeros de Somalia son unos de los más esquilmados del Océano Índico y reciben visitas de embarcaciones de todas partes del mundo que, sin pagar derechos de pesca por no haber Estado con quien firmar el Tratado, llenan su hucha lo antes posible sin importar leyes o normativas nacionales con el fin de subsanar la crisis de su mercado.

Somalia aparece como la respuesta a muchas de las situaciones de crisis que se viven hoy día. Es un lugar del común de las políticas internacionales que expresa el abandono al que, deliberadamente, se le ha sometido por parte de la Comunidad Internacional. Y de manera sistemática, a esta tierra por la que en su día se peleaba Mussolini para hacer de Italia un Imperio, se la reprocha su incapacidad para poner fin a la violencia.

A la población somalí se la criminaliza, culpabilizándola de su pobreza por culpa de una guerra de la que se la hace responsable. El Desarrollo, esa piedra filosofal, no se puede dar sin esa cosa que llaman Seguridad y a la que ahora parece que el pobre ha de encomendar su vida. Si eres pobre, el mundo no podrá soportarte porque el rico pensará que quieres tener lo que él tiene, que lo ansías y deseas con tal fuerza que arriesgarás lo poco que tengas con tal de agarrarlo con tus manos.

Ahora resulta que el pobre no es pobre porque haya ricos. Ni que existan, como bien decía Vázquez Montalbán, Países subdesarrollados porque existen Países subdesarrollantes. No. Ahora el pobre es pobre porque no tiene las condiciones de seguridad necesarias para poder dejar de ser pobre. Y cambia el objeto de la cooperación al desarrollo. Y la pacificación de las zonas a desarrollar se convierte en el foco principal del sistema internacional.

Sobre la base, trasciende una visión liberal de la Historia. Donde todos los Estados pueden alcanzar el mismo nivel de desarrollo –suponiendo la existencia de éste- bajo la batuta de unos principios económicos que, de no encajar con la pieza de la sociedad, se golpea y se golpea hasta que entre. No hay alternativa para los pobres salvo rendirse a lo evidente: que su pobreza viene dada por su condición moral y su tendencia al conflicto. Y no de la economía y la política de quienes viven por encima de sus posibilidades. No al revés, eso por supuesto.

lunes, mayo 19, 2008

Dos por el precio de uno

La literatura africana está de moda, se lo digo yo. Tras la dedicación de la Feria del Libro de Madrid a las literaturas africanas, son muchas editoriales -grandes y pequeñas- las que se están volviendo a atrever con títulos africanos más allá de Coetzee. Como contrapartida, aquellos quienes degustan libros de autores y autoras de África pueden disfrutar de actos y presentaciones donde aprender más de esta literatura. Hoy me han coincidido dos interesantes anuncios para aquellos que viven en Madrid y en Alicante. Si pueden pasarse, no lo duden:

Jueves 22 de Mayo, 19:00h. Fundación Sur, c/ Gaztambide, 31. Madrid (Metro Argüelles/Moncloa/Islas Filipinas).
Conferencia.-
"Mirar al mundo con ojos nuevos: escritoras africanas", por Bibian Pérez Ruiz.

Miércoles 28 de Mayo, 20:00h. FNAC Alicante, Avd. de la Estación, 5. Alicante
Presentación del libro.-
"El Metro", de Donato Ndongo

miércoles, abril 23, 2008

Los tiempos, están cambiando

Hubo un tiempo, siempre en pasado, en el que el vocablo tercermundista estremecía las conciencias de los poderosos occidentales. Este término, tercermundista, estaba lleno de rebeldía, de ímpetu por lograr un lugar propio en el mundo y evitar que la Historia creada por Occidente absorbiera a los más pequeños. El orgullo de pertenecer al Tercer Mundo, a esa zona del globo no dominada por las teorías modernas del capitalismo o del comunismo, permitía crear estructuras mentales diferentes, pensarse alternativa a los modos de vida impuestos por el sistema internacional y atreverse a levantarse de la mesa sin permiso del anfitrión.

Aquéllos eran los años 70. Cuando todo eso existía, cuando el Grupo de los 77 lo formaban setenta y siete estados deseosos de interrumpir al destino en mitad de su discurso, en otra parte del globo se cavaba su tumba. Fue a comienzos de los 80 cuando el Banco Mundial facilitó la idea del ajuste estructural, cuando los créditos pedidos en la década anterior empezaron a hacerse insoportables, cuando, en definitiva, África quedó a merced de otros. Una vez más. El fracaso de sus líderes y de sus respectivos proyectos de independencia quedaban era evidente.

La Historia siguió su curso y África permaneció en los márgenes de ella sin que nada pudiera hacer. De ser los protagonistas de la primera revolución mundial, del Nuevo Orden Económico Internacional, los estados africanos terminaron pidiendo la hora al árbitro y desmantelando cualquier sistema disponible. Pulsando ese botón de autodestrucción, los gobiernos africanos no supieron defenderse de los ataques del sistema financiero global encabezados por el Banco Mundial y el FMI y, poco a poco, empezaron a ver cómo su flujo de ayuda al desarrollo era cortado por los donantes, cómo dejaban de ser una prioridad con la caída de la estructura de la Guerra Fría.

Mientras, un estado que había pertenecido a esa élite del tercermundismo, que en 1967 se había proclamado abanderada de dicho movimiento, comenzaba su definitivo salto hacia la formulación de potencia mundial. China, el país anteriormente conocido como comunista, decidió girar su sistema en una dirección que supiera controlar. Sabiendo de la libertad que le da su tremendo y goloso mercado interno, consciente de que las sanciones políticas no serán aplicadas en su caso, China olvidó la transformación política y se centró en la económica. Un fuerte desarrollo económico permitió transformar las consignas de los líderes y, literalmente, convertir que hacerse millonario “fuese lo mejor del mundo”.

China ha aprendido de las relaciones con las potencias del mundo. Ha sabido imponer su estilo propio sistematizado en “no injerencia en asuntos internos a cambio de economía”. ¡Es la economía, estúpidos! Y ahora sigue la senda de sus predecesores y se fija en África como oportunidad para no desfallecer en su propósito.

El aterrizaje de China en África no ha sido todo lo brusco que cabría pensarse. El lugar común que tenemos en mente cuando hablamos de África nos impide ver que la historia de los intercambios chino-africanos ha sido larga. Hace ya mucho tiempo, por ejemplo, en que los trabajadores chinos emigraban a las minas africanas para realizar el trabajo que ni los propios africanos querían hacer. Sustituyendo a los esclavos recién liberados, los trabajadores chinos de sueldo barato y eficacia demostrada vaciaron muchas de las minas africanas por entonces abiertas.

Sin embargo es a partir del último lustro cuando China ve en África su oportunidad para seguir siendo competitiva. Trazando un camino paralelo al de las antiguas potencias coloniales, China se acerca a África para seducirla y lograr así la cesión de sus recursos. A finales del año pasado, por ejemplo, China puso encima de la mesa 5.000 millones de dólares para préstamos y créditos a los estados africanos así como prometió un fondo de otros 5.000 dedicado a la inversión china en el continente y aseguró que cancelaría una gran parte de la deuda que de ella depende. Esto, unido al intercambio comercial entre el continente y China, que ya en 2005 ascendía a 40.000 millones de dólares, hacen de China un fuerte competidor por los recursos africanos.

Pero, como en todo, los chinos tienen su propia manera de hacer negocios. Frente a los inversores estadounidenses y europeos, que llegan al continente cargados de sus millones pero provistos de aún más legislaciones sobre la calidad, peticiones de Derechos Humanos y prejuicios ante la manera de gobernar africana, China llega con la libertad del que desembarca por primera vez. Su propuesta de negocio no incluye ninguna reserva a la corrupción, los Derechos Humanos o la calidad de los productos. La no injerencia en los asuntos internos de los países africanos es uno de los principios que China lleva por bandera. Al gigante asiático no le gusta que se metan en cómo él maneja sus políticas internas, así que decide hacer lo mismo con sus contrapartes africanas cambiando la política de injerencia por una política de asociación e intercambio con el continente.

La luz verde para que los gobiernos interpreten su política como a bien quieran entender hace que África prefiera el dinero chino a los demás. China se sumerge así en sectores estratégicos tales como la telefonía rural, la agricultura y, sobretodo, la industria petrolífera. China no llega a África cargada de buenas intenciones sino de ansiedad por no quedarse atrás cuando su desarrollo económico sea mucho mayor que el actual. Por eso ve en el continente la forma más sencilla de situarse en el mercado de materias primas y llega a países como Guinea Ecuatorial, San Tomé y Príncipe, Congo, Sudán, Libia o Angola con el objetivo bien claro. De hecho, Angola ya es el mayor vendedor de petróleo a China, por encima de Arabia Saudí. Este juego estratégico se repite en Gabón e incluso en Nigeria, país donde su presidente ha llegado a declarar públicamente que es necesario “que China dirija el mundo”.

Aunque la cooperación económica se realiza a todos los niveles, incluido el militar con la venta de armamento o el primer envío de soldados chinos bajo el auspicio de NN.UU. –cascos azules chinos están en Libia-, además del mercado de los hidrocarburos China despliega por el continente africano su enorme capacidad constructora. Propone a los gobiernos africanos préstamos en condiciones muy ventajosas para la construcción de centrales de energía, de edificios emblemáticos y de otras grandes obras, pero su trabajo no para aquí. Además, China se empeña en construirlo todo ella misma, provocando que hoy exista un mínimo de 80.000 obreros chinos trabajando en África. Si China no pide condiciones políticas para cooperar, África no va a imponer tasas de contratación africana en los proyectos, como sí hace Brasil por ejemplo, y todo desemboca en 80.000 chinos construyendo infraestructuras en África mientras el africano observa cómo eso va creciendo a su alrededor.

La inversión China en África, vendida en muchos medios como una nueva oportunidad para el continente, es en realidad la necesidad de todo estado capitalista de salir al exterior para proveerse de todo aquello que su mercado interno no le facilita. La única diferencia, que la permite ser capaz de ocupar los espacios que Europa deja libres, como Francia con Costa de Marfil, es que China no tiene prejuicios morales y no mira a los ojos de aquél con quien negocia. Le da lo mismo qué se haga políticamente si económicamente se producen acuerdos y resultados. Y esto es una herramienta muy peligrosa en manos de unos líderes africanos legitimados por sistemas de neopatrimonialismo y alimentados, fundamentalmente, de aquellos dineros que encuentren en el exterior.

viernes, abril 18, 2008

Negritud de luto

Ayer, 17 de Abril de 2008, fallecía Aimé Césaire. Poeta, compañero del senegalés Senghor, Césaire fundó con éste el concepto de la Negritud y mantuvo una férrea postura anticolonial hasta el fin de sus días. Estamos un poco más huérfanos que antes.

Ustedes
Oh Ustedes que se tapan los oídos
Les hablo a Ustedes, hablo para Ustedes,
quienes
descuartizarán mañana, hasta las lágrimas, la paz apacentada de sus sonrisas

Para Ustedes quienes una mañana amontonarán mis palabras en su bolsa y tomarán a la hora en la que los hijos del miedo sueñan,
el camino oblicuo de las huidas y de los monstruos.

Aimé Césaire
(1913 - 2008)

lunes, marzo 17, 2008

Contadores africanos

Bienvenidos a la semana en la que menos se trabaja del año. Al menos en España, la vista anda ya por el horizonte de la llamada Semana Santa, en donde los trabajadores de a pié libran los días jueves y viernes en unos lugares, viernes y lunes en otros. Es, por tanto, una semana de dos días y medio. Lunes, Martes y mitad del Miércoles porque el que no corre vuela y quien más y quien menos se escaquea el último día justo detrás del jefe –que se escaqueó aún antes.

Tras ese bonito arte del disimulo laboral –de gran raigambre en España-, viene la consabida huida hacia otras latitudes. Ya sea el mar, la montaña, el pueblo de la familia o el bar de la esquina –que es lo que les pasa a aquellos cuyo pueblo se llama Madrid-, la ruptura con la cotidianeidad de la semana laboral es enorme y aunque los fines de semana son sagrados, en vacaciones mandamos a la mierda hasta las costumbres más zánganas. Ante tal cantidad de tiempo libre, y sobre todo ante tal cantidad de atasco por la carretera, recomendamos -para quien no vaya conduciendo, claro- tres novelas de autores africanos que han salido más o menos recientemente. Esto es, podrán adquirirlas en el centro más cercano para no entretenerse si quiera en buscar la salida más próxima. Como quiera que el que aquí suscribe aún no las ha leído y, en algún caso incluso, aún no las ha comprado, sólo encontrarán una pequeña referencia literaria, que no una reseña de tomo y lomo como las de Destripando Terrones.

Empezaremos por la más antigua: Medio sol amarillo de Chimamanda Ngozi Adiche. Este libro, de más de 500 páginas, se publicó a mediados del año pasado por Random House Mondadori y narra la historia de Nigeria en la década de los 60 del siglo pasado –sí, lo siento pero ya no somos de este siglo. La guerra de Biafra viene estupendamente explicada y sirve a su vez para la presentación de unos personajes al borde de sus sentimientos. Llevados a situaciones de extrema crudeza, los personajes de Adiche nos mostrarán una realidad inmersa en el conflicto que asoló aquella tierra africana pero sin caer en el victimismo o la indolencia. Las relaciones post-coloniales se muestran tan crudas como lo fueron y pone al lector frente al espejo de sus propios miedos. Muy recomendable esta novela que ganó el Premio Orange de 2007 y que podremos adquirir al módico precio de 22,90€ ¡casi ná! Pero no se me asusten, que los otros dos que vienen a continuación son incluso más caros.


Hacia finales de Enero de este año, Alfaguara publicaba la nueva novela de Ngugi wa Thiong´o titulada El brujo del cuervo. Este escritor keniata, exiliado desde hace ya bastantes años, ha representado lo mejor de su generación literaria en África. Utilizando la tradición cuentista africana, Thiong´o nos narra la historia de la ficticia República Libre de Aburiria. Huelga decir que de Libre, la República tiene sólo la retórica, pues el gobierno del país es custodiado por un dictador, paradigma de esos Payasos y Monstruos que describía perfectamente Sánchez-Piñol. Éste tiene controlada la República debido a su inmensa sabiduría. Sin embargo el pueblo no le aguanta y tiene un plan para acabar con él. Thiong´o mezcla los elementos africanos a la perfección y consigue mostrarnos una política cruel, dominante, dura y áspera y una sublevación donde el misticismo y la magia tendrán mucho que ver. Va a ser todo un descubrimiento y esperemos no equivocarnos pues los 27€ del ala -del cuervo, sin duda- que hay que pagar para hacerse con esta novela de 712 páginas no son moco de pavo.


Y finalmente, la última recomendación de hoy. Un autor africano ya conocido por los lectores de este blog: Alain Mabanckou. Su nueva novela, publicada en Alpha Decay como la anterior Vaso Roto, se titula Memorias de puercoespín, se hizo con el Premio Renaudot. Sí, como lo leen, Monsieur Mabanckou fue finalista en el año 2005 con Vaso Roto y ganador de la edición de 2006 con este título que hoy nos ocupa. Vamos, ni que fuera gay y presentara un programa de sobremesa -¡Uy, que lo han quitado! Memorias de puercoespín convierte en novela una fábula africana según la cual cada uno de nosotros tenemos un doble en un animal. Es evidente que el protagonista, llamado Kibandi, tiene en un puercoespín a su doble. Lo que ocurre es que es un puercoespín muy singular, pues va asesinando a la gente con sus espinas por donde quiera que va. Conociendo como conocemos a Mabanckou, las situaciones prometen ser muy divertidas a la vez que intensas. De las tres recomendaciones, este es el único que garantiza el acabarlo y empezarlo en las mismas vacaciones de Semana Santa, pues son tan solo 141 páginas. Eso sí, el precio sigue subido al estante de los tomates: 23€. Nada más y nada menos que a más de euro y medio cada diez páginas.

Pero en fin, ¿qué serían las vacaciones sin esos gastos extra que nadie quiere hacer, todo el mundo hace, y sólo algunos se arrepienten? Además, por 22,90€ viajamos Nigeria –no les cuento lo caro que están los vuelos hasta allí, que no llega Ryanair-, por 27€ nos trasladamos a un universo paralelo, donde el realismo mágico de Thiong´o nos enseñará a entender la política en África, y por 23€ nos cuentan una fabulita fabulosa -¡qué bonita redundancia!- mientras nos enseñan que en África también se hacen novelas policiacas. ¿Qué más pueden pedir?

Buen viaje.

lunes, marzo 03, 2008

Demasiado Sol, para esta época del año

La seguridad del mundo bipolar se establecía en la posibilidad de conocer quién era peligroso y desde dónde venía. Saberse enemigo de alguien previene frente a los métodos habituales y conlleva un sensible esfuerzo de innovación a realizar por parte de los amenazadores. Georgi Markov debía de pensar lo mismo cuando se decidió a criticar al gobierno comunista de su país, Bulgaria.

Markov empezó siendo un prometedor literato búlgaro. Sus obras iban logrando el beneplácito de la crítica y esto no pasó inadvertido para “Tato”. Éste y no otro era el sobrenombre de Todor Zhivkov, Secretario General del Partido Comunista y Presidente de Bulgaria. Tato tenía una gran red de autores afines al régimen y ese círculo se daba en llamar la Unión de Escritores Búlgaros. Si no se pertenecía a esa unión las posibilidades de dedicarse a la literatura en un país como Bulgaria eran remotas y Markov tuvo suerte de ser aceptado dentro de ella en el frío invierno de 1962. Su novela “Hombres” había cosechado mucho éxito y gracias a ello sus obras teatrales, sus libros y sus artículos resultaban interesantes a los miembros de la nomenclatura.

Sin embargo Georgi Markov comenzó a ver más allá de la vertiente idílica que el compromiso político requerido proporcionaba. A pesar de que Bulgaria disponía de una política comunista un tanto diferente de las directrices soviéticas, Markov no terminaba de dejarse llevar por las contradicciones que ese sistema imponía. Eran tiempos de Guerra Fría servida sin guarnición, la discrepancia estaba automáticamente señalada como disidencia y tener un carnet que te hacía parte del sistema no te aseguraba ni un paso en el camino de la crítica.

Para él, que el régimen comunista se dedicara a financiar inmensas mansiones donde residía el presidente de turno, Todor Zhivkov, mientras el pueblo búlgaro sufría escaseces era una contradicción que no casaba con su patriotismo. Terminando por ser señalado, Markov tomó la dura decisión de escapar de su país durante un tiempo. Acomodado en la casa de su hermano en Italia, Markov esperó un tiempo para comprobar si el régimen aflojaba la soga en torno a su cuello, para ver si podría volver a ser un escritor búlgaro aunque discrepara. Lejos de todo eso, el régimen comunista anuló su pertenencia a la Unión de Escritores Búlgaros, retiró sus obras de los teatros y prohibió sus libros. Si un escritor no puede escribir ¿en qué se convierte?

Aquejado de un profundo sentimiento de añoranza, Markov se decidió a emprender una nueva vida allí donde ésta le ofreciera algo. Como tantos otros, acabó en el Londres de los años 70. Allí se esforzó decididamente por comprender la lengua y logró entrar como periodista en el servicio búlgaro de la BBC de Londres. La oportunidad de poder servir a su Bulgaria y, a la vez, ajustar cuentas con el régimen que le había dado todo para luego quitárselo ya estaba servida. Pero no todo iba a ser tan fácil.

Si la Guerra Fría se caracterizaba por algo era por el profundo rencor hacia la crítica que ambos bandos sentían. Para Zhivkov, las críticas de Markov eran de carácter personal y estaba decidido a silenciarle de una vez por todas. Así, dos fueron las veces en las que la policía política búlgara, la temible Darzhavna Sigurnost, trató de asesinarle en Londres y dos fueron las veces en las que Markov salvó la vida por los pelos. Dicen que siempre hay una tercera vez, y que ésta es la vencida.

Georgi Markov se disponía a acudir a su trabajo en la BBC. Como cada ciudadano del Imperio Británico, Markov hacía cola en una mañana londinense en espera de que el autobús de dos pisos parara a recogerle. Esperando en la parada del puente Waterloo sobre el Támesis, miraba el reloj impacientemente. Era el día en el que Zhivkov cumplía años y estaba seguro de que alguna noticia nueva encontraría al llegar a la redacción. De pronto, sintió un golpe en su muslo derecho. Como sorprendido por la brutalidad del choque casual, Markov se giró y se encontró a un hombre con un paraguas quien, muy educadamente y con un acento un poco extraño le sonrió y le dijo “I´m sorry” (“lo siento”) mientas se encogía de hombros y levantaba las cejas en señal de su fatal impericia.

Al llegar a la redacción, Markov comentó con un compañero el incidente y se lamentó de que el golpe le hubiera dejado una pequeña marca en su pierna derecha. Sin darle mayor importancia siguió trabajando como cualquier día hasta que a la tarde llegó a su casa. Cansado y sudoroso, Markov comprobó que tenía fiebre y que comenzaba a sentirse mareado, a tener nauseas. Su situación empeoró hasta que su mujer se decidió llevarlo al hospital. Allí nadie podía decirle qué es lo que le sucedía. El diagnóstico se hacía esperar mientras su salud empeoraba rápida e irremisiblemente. En mitad del sufrimiento, Markov recordó el asunto del paraguas y la herida en la pierna. Relacionó aquello, como no, con los intentos de asesinatos frustrados por parte del régimen búlgaro y logró que le llevaran a la habitación a un par de agentes de Scotland Yard. Les expuso la teoría de que había sido envenenado y que el extraño acento del individuo con el que había chocado era la prueba irrefutable de ello. Los agentes no le dieron mayor importancia pero, al tercer día de estar ingresado, Markov fallecía estrepitosamente sin que los doctores hubieran localizado al culpable de tan espantoso dolor. En estos casos, el diagnóstico más acertado es el que dan los forenses y fueron ellos los que le dieron la razón a Markov.

En lo profundo de la pequeña herida de su muslo derecho, los forenses encontraron una pequeña esfera hueca con orificios alrededor de ella. La esfera tenía 1,52 milímetros y estaba compuesta de una aleación de platino (90%) e iridio (10%). En su interior se encontraron restos de ricina, una de las sustancias más tóxicas conocidas en el mundo y que se extrae del ricino. Los síntomas que Markov presentó coincidían con la intoxicación por ricina y los motivos de su muerte se aclararon. Aunque no hubiera sido el forense quien descubriera la causa de la enfermedad que aquejó a Markov, nada se hubiera podido hacer para salvarle pues aún no se conoce antídoto ante este veneno y el único tratamiento válido es saber esperar a que el paciente se sobreponga por sí mismo.

Poco tiempo después, otro disidente búlgaro residente en París fue tratado de asesinar de forma parecida lo que terminaba de completar el círculo de sospechosos en torno al servicio secreto búlgaro. Sin embargo, al acabar la Guerra Fría y desclasificarse los archivos de Moscú, se pudo comprobar que la KGB fue la encargada de ayudar a Zhivkov y darle ese regalo de cumpleaños, asesinando al disidente Georgi Markov con ricina y un paraguas en lo que se ha dado en llamar: el asesinato del paraguas.

lunes, febrero 25, 2008

Fantasmas Balcánicos (V)

Hace ya una semana que el Parlamento regional de Kosovo se autoproclamó independiente por cuenta ajena. Ya nunca más volverá a rendir cuentas a Serbia, ni a excusarse por llegar tarde y sin afeitar. Kosovo ya es su propia casa y ahora puede cambiar los armarios de sitio, pintar de color rosa las paredes o enmoquetar el cuarto de baño. Lo que quiera, porque la libertad significa eso, poder hacer lo que quieras sin esperar la aprobación de los demás. ¿No?

Estados Unidos algo ha tendido que ver. Un papel menor, claro. Ningún estadounidense ha salido detrás de Thaçi cuando firmaba el acta de independencia. Ningún miembro de la administración Bush pasaba por allí para prestarle la pluma o darle la hora. Europa -ese ente- no ha tenido nada que decir. Quizás haya apoyado al europeísta Boris Tadic en las elecciones de Serbia para favorecer el proceso de independencia, pero su papel ha sido más el de la abuela simpática que trata de poner a todos los nietos de acuerdo en que no se tienen que pelear. Con una mano suelta 5€ al más pequeño, con la otra desliza 100€ al mayor, pero todos son iguales, son sus nietos. Majetes.

En todo este divorcio el único que sale jodido es Serbia. Ha perdido la custodia de los chavales, la casa y además tiene que pasar pensión. Su madre Rusia le apoya, pero habla más que actúa y la cara de gilipollas ha de ser tremenda. “¿Me podéis devolver a Milosevic? ¿Al resto de criminales de guerra entregados a La Haya? Al menos me podré quedar con la parte que reclamaba de Bosnia ¿no?”, parece preguntar Serbia. Pero no, se ha quedado compuesta y sin novio, que diría mi Señora Madre. Lo dicho, jodido.

Y todo ha ocurrido casi de la noche a la mañana. Serbia tenía elecciones en un clima tenso tras el ascenso en el poder kosovar de Thaçi, todo se encaminaba a que la república iba a seguir los pasos marcados por Europa. Estos eran, victoria de Tadic, por aclamación popular y destacando el jurado sus buenas hechuras como negociador con la Unión Europea –esa institución-, colaboración con los tribunales internacionales que juzgan los crímenes de Bosnia -aún más, pero por supuesto mejor-, abstención serbia de las polémicas que surjan en la política bosnia, en concreto en la República Srpska, una de las dos mitades que componen la República bosniaca, y por supuesto dejar de hablarse con su madre Rusia, aunque se enfade porque no la llamaste por su cumpleaños. Cuando parece que todo esto se va cumpliendo y que además no te enfadas porque en Prístina haya ganado Thaçi, ese que vestía de verde olivo, que perseguía serbios en el norte de Kosovo armado con un fusil albanés y que se pegaba con el pacifista de Rugova, cuando consientes que las fronteras entre dos regiones de tu país las administren fuerzas internacionales, o que en tu territorio existan jueces extranjeros aplicando vete tú a saber qué ley, pues cuando ocurre todo esto, alguien decide mandarlo a la mierda, solucionar el problema porque sí, dejándote con el culo al aire y sin papel.

No hay que engañarse. La posibilidad de un Estado de Kosovo siempre estaba presente en el debate de un futuro para la región. Lo que jamás se imaginaba nadie era una cagada de tal calibre por parte de todos los implicados. El día 17 de febrero salen al estrado las autoridades kosovares a presentar la bandera. ¿Qué debe ser la primera nación que no tiene bandera preparada antes de la declaración de independencia? Es que los kosovares son así, desprendidos e improvisadores. Y cuando le quitan la cortinilla a la bandera, resulta que ni un sociólogo con photoshop lo podría haber hecho peor. Un fondo azul, de naciones unidas a tope, con estrellas doradas como la bandera de la Unión Europea -¿Cómo, que las estrellas de la UE son de herencia cristiana y de inspiración en la Virgen María? Pues lo hemos pintado con rotuladores indeleble y ya no se quita así que…- y un plano en dorado del mapa sacado por Google. Verdadera declaración de intenciones. No hay referencias hacia Albania, ni símbolos musulmanes –que no se llevan y ahora pagan menos que antes- a pesar de ser ambos dos elementos identitarios imprescindibles para la conceptualización de lo kosovar. De himno sonaba el himno de la alegría, pero podía haber sonado el We Are the Champions propio de las celebraciones del Real Madrid.

Alemania y Francia se apresuran a darle la bienvenida a la familia. Lo hacen como esa parte de la familia que acepta en su seno a la pareja tonta del tío raro, sabiendo que por caridad están obligados a ello, pero presintiendo que están cometiendo un error al no decir lo que piensan en voz alta. “Que lo diga Francia”, piensa Alemania. “Que lo diga Alemania” piensa Francia. Y como se miran sin saber quién lo va a decir, llega Estados Unidos y se adelanta, le da un abrazo a la nueva incorporación y con ese estilo tan tosco pero a la vez tan norteamericano se la lleva cogida del brazo a pasearla por todos los corrillos. Y de entre todos, pues coincide con la Madre Rusia, que ni les mira a la cara a la vez que les promete que les sacará los ojos por lo que han hecho a su chiquillo, y con pequeños a los que ni les va ni les viene, como España, que bien saludan o bien deciden no saludar por miedo a que sus retoños se empeñen en seguir el ejemplo del tío tonto y le traigan mañana a la novia a comer a casa.

Habrá que estar atento a lo que suceda en los Balcanes. Las reacciones serbias que salen en la televisión –tales como manifestaciones violentas, incendios de embajadas o quema de banderas- son más que comprensibles desde los sectores nacionalistas serbios, aquéllos que tienen secuestrada la política de Serbia desde hace mucho tiempo, y la papeleta que le queda ahora al que se quiera meter a solucionarlo es de considerables dimensiones. Bosnia, Estado ficticio, con una pequeña república en su interior que se quiere separar para integrarse en Serbia –a ver quién se lo niega después de esto-, Rusia deseosa de asegurarse un buen amigo en Serbia –más por la falta de cariño que por la importancia del mismo-, Albania que ve cómo un territorio que también ansiaba –no olvidemos que Thaçi fue proalbanés- se larga de Serbia pero se larga por su cuenta, la Unión Europea q que ve cómo las negociaciones con Belgrado se van al garete al menos de momento, y por último una República de Serbia, antes República de Serbia y Montenegro, antes Yugoslavia, que se queda sin las tierras en donde se sitúa su fundación –el monasterio de Granischa-, con un Primer Ministro Kostunica que tiende a ir hacia lo ruso y al que se le descubren apoyos dentro de la mafia económica serbia, un Presidente serbio proeuropeo recién elegido, que se ha hecho el sueco con esto de la independencia de Kosovo –se largó de viaje oficial a Rumanía al día siguiente-, un nacionalismo serbio que ve cómo sus predicciones de saqueo y humillación de la nación se hacen realidad y una población en donde, a pesar de las tremendas resistencias que había, termina de calar el mensaje nacionalista. Vamos, si yo me llamara Francisco Fernando no me acercaba durante una buena temporadita a los Balcanes.