AVISO

viernes, septiembre 11, 2015

Cómo vivir en una crisis política permanente

Cuando viajas al sur de Senegal, a la zona atlántica de la Casamance, el paraíso parece haberse abierto para ti. Playas de arena fina, interminables, se alimentan de las olas del océano que las mece. Entre Gazelle y Gazelle, un rumor recorre el bar de los turistas: ha habido golpe de Estado en Guinea-Bissau. Lo que parece un hecho lejano, se convierte entonces en la angustia de la proximidad. Guinea-Bissau está ahí, justo al lado. Los puestos fronterizos no existen, o no son fiables. El europeo no entiende por qué está todo el mundo tranquilo. Hasta que se lo explican, abriendo otra Gazelle: en Guinea-Bissau hay golpes de Estado todos los días.
La realidad, evidentemente, no se ajusta al chascarrillo del senegalés que atiende el bar. Guinea-Bissau no sufre golpes de Estado todos los días. Ni tan siquiera todos los años. Pero sí que hay una parte de verdad en todo humor: desde que se independizó de Portugal, allá por 1974 –una independencia, por cierto, que sirvió de antesala para el movimiento del Abril portugués que acabó con la dictadura de Salazar- Guinea-Bissau ha vivido 9 golpes de Estado, o intentos de ellos, y ningún presidente ha conseguido acabar su mandato.