AVISO

jueves, diciembre 07, 2006

¿Cómo pedir disculpas y -sobretodo- para qué?

La Iglesia Católica ha vuelto a dar ejemplo otra vez –como tantas. Sin embargo la diferencia es que hoy el ejemplo ha sido seguido por el país patrio del Anglicismo, aquellos británicos que renegaron de la autoridad papal con el reinado de Enrique VIII. Y es que la semana pasada, en un foro sobre la historia del Imperio Británico, Tony Blair, Primer Ministro británico, pidió disculpas –no sabemos si oficiales- por las barbaridades que el Imperio cometió en su proceso de colonización.

Barbaridades, así las llamó, que fueron también responsabilidad de otros países europeos. Francia, España, Bélgica y Portugal –con los intentos breves de Alemania y de Italia- colonizaron África. Y a ellos se les unió Holanda en sus posicionamientos en Asia. Todos estos países, responsables de aquellas barbaridades de las que habla Blair durante la colonización –recordemos aquí también la esclavitud y su negocio en EEUU- y de otras aún más graves durante la poscolonización.

Las disculpas por atrocidades cometidas siglos atrás son positivas –mejor, eso sí, si las disculpas se hacen desde instituciones nacionales como el Parlamento, que de manera informal en unas jornadas. Pero éstas no limpian al Estado del pecado de haberlas cometido. La Iglesia, con Juan Pablo II a la cabeza, pidió disculpas en el año 2000 por las atrocidades cometidas por la institución antes del Concilio Vaticano II. La idea era entrar en el nuevo milenio puros de errores -¿para poder cometer otros nuevos?, me pregunto. Sin embargo, el pontífice olvidó pedir disculpas a aquellos que él mismo había humillado, pedir disculpas por aliarse con la Administración Reagan e intervenir en política como si las dos espadas del medievo, la temporal y la espiritual, aún estuvieran en su poder. Olvidó tantas y tantas cosas, que hizo de las disculpas del Milenio algo banal, sin importancia y ridículo. Porque ya todos sabemos que la Tierra se mueve alrededor del Sol y no a la inversa ¿verdad? Así que disculparse por algo que, salvo los rencorosos con la Historia, todo el mundo tenía olvidado o le otorgaba escasa importancia no tiene mérito. Lo valeroso hubiera sido asumir los errores del presente. Pedir perdón por abusar de niños, por excluir a todo aquél párroco que piense de manera diferente, por excluir a la mujer del gobierno de la Iglesia, por seguir haciendo dinero mientras la pobreza que ha de sanar con su caridad sigue aumentando… y por tantas y tantas cosas.

En el caso de las disculpas británicas ocurre algo parecido. Pedir disculpas por aquello que se hizo siglos atrás no sirve de nada si las actitudes de hoy siguen siendo las mismas. Piden disculpas por azotar con el látigo al negro africano del siglo XIX, pero no rectifican en su posición sobre un Comercio Mundial que obliga al negro del siglo XXI a jugarse la vida tratando de llegar a nuestras costas. Sin ir más lejos, fue el mismo Tony Blair –aka El Redimido- el que propuso en la Cumbre de Sevilla de la UE del año 2002 un nuevo sistema de refugio político. El problema que tenía Mr. Blair era que muchos inmigrantes llegaban camuflados de refugiados políticos. Llegaban hasta las oficinas de la función pública británica y pedían refugio político. Algunos osaban decir que, debido a que estaban perseguidos en su país de origen y tuvieron que salir corriendo de sus casas, no llevaban consigo su pasaporte o los recortes de periódico que acreditasen su amenaza –que debe haber una sección de amenazas en sus periódicos como aquí las hay de venta de pisos, coches de segunda mano o servicios de señoritas. Los había incluso que no llevaban a sus amenazadores consigo para justificar su petición de asilo –bastards!- con lo que entre que se estudiaba y se denegaba su petición de refugio, se terminaban perdiendo por el territorio británico y nunca más salían de allí. De esta manera, pensó Mr. Blair, lo que había que hacer era llevar a todo aquel que pidiera refugio a un campo de relocalización –o campo de concentración en su versión clásica- que estuviera situado en algún Estado Tapón que prestara los terrenos a la UE –se habló de la nueva Libia del Gaddafi 2.0 o Gaddafi-Bueno. Allí, el refugiado esperaría a que o bien se le concediera su petición o bien se le abriera la puerta, en Libia, y se le dijera que no y que se fuera andando para su casa. Derechito y sin entretenerse por el camino ¿eh?

Pues así están las conciencias estatales hoy día, señoras y señores. Como bien dice la frase de Frantz Fannon que adorna los pies de este blog “No hay misión negra, no hay responsabilidad blanca”, es decir, lo que ocurrió en el pasado, se queda ahí pues hoy ninguno somos responsables de que nuestros tatarabuelos pensaran que las razas no blancas eran inferiores o que su religión o vida moderna era superior a cualquier otro modo de vivir. De lo que sí es responsable el Estado de hoy día, el Estado Occidental que salió de la II Guerra Mundial y que, con pequeñas variaciones, es el que hoy alumbra nuestras calles, es de los errores cometidos durante la poscolonización, de las invasiones europeas de África ocurridas en distintas operaciones militares camufladas de Humanitarias, de los acuerdos TRIPS que impiden a los Estados africanos comprar medicamentos genéricos en la lucha contra el VIH/SIDA, de la connivencia con gobiernos opresores y que castigan a su población a cambio de petróleo, diamantes o demás minerales, y de tantas y tantas otras cosas que hemos visto y que veremos en este blog.

Es por esto por lo que Mr. Blair y otros líderes deberían pedir disculpas y cambiar así sus políticas, no por lo que pasó hace más de 200 años y por lo que hoy poco podemos hacer, salvo abrir museos.