AVISO

lunes, diciembre 21, 2009

In the Loop, de Armando Iannucci

La tendencia actual de la política internacional está claramente marcada por una necesidad o impulso irrefrenable a legislarlo todo. Sí, es cierto que el término legislar no es estrictamente correcto, pero la temática de lo internacional está resultando tan compleja que, si pensamos en el establecimiento de un supuesto gobierno global sus competencias legislativas abarcarían cualquiera de esos asuntos sobre los que líderes y técnicos se reúnen tan concienzuda y públicamente. Los partidos políticos, el agua, la gestión medioambiental, la administración pública… actualmente todo es susceptible de ser racionalizado desde el ámbito internacional.

Si continuamos con esta lógica, escribir una serie de entradas sobre Cine y Relaciones Internacionales resultaría extremadamente vacuo precisamente por el excesivo contenido de ésta. La lógica de la clasificación consiste en depositar en contenedores fácilmente reconocibles las cosas o sujetos a ordenar con el objetivo de que sean fácilmente encontrados para su uso. Siguiendo así, muchas habrían de ser las películas que pasaran por las páginas de esta serie, desde las redes de prostitución hasta las mismísimas chaladuras de cuatro informáticos.

Sin embargo, si existe un tema clásico en el mundo de las Relaciones Internacionales, ése es la Guerra. Cientos de hojas se han escrito sobre la misma. Da igual de qué guerra se hable, siempre que se trate de una entre naciones o Estados. Y aun cuanto se ha dicho de todo, siempre hay cosas sorprendentemente interesantes a contar sobre ella. Como esta película.

In the Loop –algo así como “En el bucle”- es una película sobre la guerra. No nos enseñará terribles escenas de soldados mutilados y muertos de miedo justo antes de desembarcar. Pero nos enseñará por qué se desembarca y qué tipos de personajes lo deciden. El cartel la vende como la ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú de nuestros tiempos. Sin embargo se sale del cine más con la sensación de haber visto Yes, Minister en pantalla gigante, con más tacos y hablando de la política del siglo XXI.

Es una película brillante de principio a fin que no deja respirar al espectador en ningún momento. Posee esas dosis de genialidad en la mezcla de humor y política que acaba con cualquier argumento en su contra. Su director, Armando Iannucci, da a la cinta un aire de documental con el estilo de cámara en mano y de persecución del personaje que provoca tensión en el espectador y convierte a dicho estilo en una parte más del elemento narrativo. Los planos se mueven aceleradamente transmitiendo una sensación de importancia y de trascendencia a cada momento.

El proyecto de la película es la continuación de una serie de televisión británica, de la BBC por supuesto. Thick of it comenzó sus emisiones en 2005 y, además de una futura adaptación estadounidense, cosechó grandes críticas. La serie surgió como una respuesta a la antes mencionada Yes, Minister y varios de sus personajes-actores repiten en el largometraje. El protagonista es Malcom Tucker, Director de Comunicaciones del Primer Ministro británico. El hombre que decide qué sale en los medios por parte de cada miembro del gobierno inglés, el vasallo de confianza del Primer Ministro y, en el fondo, quien maneja los hilos de ese mecanismo anteriormente conocido como gobierno británico. Interpretado por un excelente Peter Capaldi –uno de los que repite de la serie-, el Sr. Director de Comunicaciones parece preso del síndrome de Tourette por la cantidad de oprobios que suelta a cada paso. De hecho, repasando mentalmente la película, sólo se intuye que no pronuncia taco alguno en la segunda escena, justo hasta que escucha por la radio a Simon Foster, Ministro de Desarrollo Internacional, apoyando veladamente una guerra que aún no ha sido declarada y sobre la que el gobierno, es decir Tucker, no quiere mostrar una postura clara.

Interpretado por el correcto Tom Hollander, el Ministro es preso de su incapacidad para responder a los medios de comunicación de su país de una manera acertada. Cabría preguntarse qué clase de político es tan incapaz de gestionar respuestas sencillas a preguntas fáciles si no hubiera cientos y cientos de ejemplos documentados en cada país. Las relaciones de Simon Foster con la prensa dinamitan el discurso público del 10 de Dwoning Street y precipitan la sucesión de acontecimientos al otro lado del Atlántico.

El otro escenario que se muestra es el de unos Estados Unidos atrapados entre dos Secretarios de Estado y un General. Por un lado, el Secretario de Estado Linton Barrick, un maníaco asesino con relaciones con el lobby armamentístico que utiliza como sujetapapeles una granada de mano cargada con anilla. Su política, y la de su equipo, consiste en sostener la necesidad de una guerra que aparentemente es militarmente inabarcable y políticamente inasumible. Por el otro bando, el del no a la guerra, se sitúan la Secretaria de Estado Karen Clarke, con su equipo adjunto, y el General George Miller, quien nos devuelve después de Los Soprano al genial James Gandolfini.

Las luchas internas en el Gobierno de Estados Unidos hacen que parezca que exclusivamente ellos se toman en serio la posibilidad de no acudir a la guerra, sin embargo la película va dando muestras de que sólo son posturas que, aunque aparentemente irreconciliables, son maleables, y que los intereses personales de cada uno de los personajes están muy por encima de las decisiones políticas. Más aún si la carrera profesional no estaba más que comenzando a andar.

No se podría hacer una crítica de esta película sin hablar de otro de los actores que repite de la serie. Se trata del cómico británico Chris Addison que, interpretando al técnico de comunicación política Toby Wrigth, recién llegado al Ministerio de Desarrollo Internacional, destrozará cualquier plan para mantener el camino de la guerra alejado de la prensa.

La película muestra una política marcada por los egos de los personajes. Pequeñas afrentas son solucionadas a golpe y porrazo de declaraciones políticas y amenazas de fin de carrera como si en el patio del colegio se estuviera. Todo rodeado de un humor negro y brutal, sostenido por el inconmensurable Peter Capaldi. El juego de hilos que, como en el estupendo cartel promocional, conectan el eje norteamericano-británico permite que la comedia de situación sobre política se disfrute a la vez que despierte sentimientos de vergüenza ajena. Los personajes, políticos y técnicos de las dos administraciones, son claramente esperpentos de lo que se supone en la realidad. Sin embargo en cada uno de ellos podemos encontrar al pequeño dictador –o grande, según el caso- que llevan dentro y que, al fin y al cabo, terminan por manipular los consensos de política internacional inclinando la espada de Damocles hacia uno u otro lado. Es la política de la víscera arrastrada por el interés, que mueve a los supuestos organismos bien intencionados y manipula las conciencias de Occidente. Porque las de sus siervos las dio por perdidas en el momento que sintieron el frío acero del cañón de la Justicia Internacional en el calor de su nuca.

miércoles, diciembre 02, 2009

El léxico del cooperante

Hacer de Coco, o Grover es algo que detesto, pero ha llegado la hora de decirlo, aunque nos tengamos que poner un poco pedantes. Según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, el verbo cooperar consiste en "obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin". El diccionario, por tanto, no atribuye ningún tipo de bondad al hecho de cooperar. Este es un error muy común en quienes se acercan por primera vez al mundo de las relaciones internacionales -donde la palabra cooperación es de uso habitual. El error consiste en atribuir a la palabra cooperación una categoría moral de bondad y, por tanto, hacerla deseable. También es común entender cualquier actividad del Norte relacionada con países del Sur como cooperación, y por tanto intrínsecamente buena. Errores éstos que cada vez es más necesario saber evitar.

martes, diciembre 01, 2009

Las trampas de la salud africana

Uno de los mitos comunes asociados cuando se habla de África Subsahariana se refiere a la Salud. Cualquiera que planifique un viaje hacia zonas de la región recibirá de golpe y de manera formal e informal diversos tipos de información relacionada con la protección de la salud personal que seguramente le hagan replantear su viaje.

La Conferencia Internacional sobre Atención Primaria celebrada en Alma-Ata definió la salud como la ausencia de enfermedades y la presencia de bienestar físico o social. Esto es, como la ausencia de riesgos y peligros sanitarios. Actualmente en África los principales problemas sanitarios que podemos encontrar son la mortalidad materno-infantil, las enfermedades infecciosas y las no transmisibles. Para el occidental, en especial el europeo, existe la sensación de que, nada más bajar del avión, se verá sumergido en un continuo ambiente de amenaza hacia su salud. Cualquier cosa que coma/beba puede estar hecha para matarle. O esa es la sensación que tiene. Y frente a esto, los africanos y las africanas viven sin ningún tipo de miedo, son riesgos que están presentes en su vida diaria que carece de ese velo irreal de seguridad en torno al que hemos creado nuestro día a día.

La automedicación es una de las armas africanas, habiendo establecido por tanto una manera de autodiagnosticarse –si se tiene fiebre hoy, se toma paracetamol: si la fiebre se va pero a los pocos días vuelve, es paludismo. Proliferan las farmacias ilegales con medicamentos caducados o falsificados y que no conocen qué están recetando a sus enfermos. Y, por supuesto, surge la medicina tradicional como elemento alternativo a los inaccesibles –por razones económicas o de distancia- hospitales.

Esta medicina africana, basada en la experiencia propia y el sentido común, no le sirve al occidental. Ni le sirve ahora ni le servía hace un siglo, cuando era el colono. Fue entonces cuando se estableció una doble sanidad. Por un lado un sistema para los colonos y por otro, coexistiendo, uno para la población local que consistía más en temas de higiene y mantenimiento del prolatariado. A partir de 1920, y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, quizás debido a que los africanos combaten con los europeos en la Gran Guerra, se comienza a establecer un verdadero sistema sanitario que es el que heredarán los países independientes y el que destrozarán los Programas de Ajuste Estructural del FMI y del Banco Mundial al proponer su privatización y el fin de los subsidios estatales al sistema.

Pero a día de hoy, si hablamos de Salud y de África podremos comprobar cómo la mayoría de los occidentales asocia a la relación una palabra: VIH/SIDA. Asociados al Sida hay infinitos puntos mal explicados que, de manera muy sencilla, todo el mundo puede ver resueltos. Pero en este blog, que no es absoluto un consultorio sanitario aunque algo de terapéutico sí que tiene, lo que nos interesa es resolver mitos en torno a las políticas de Sida en África y sus consecuencias.

De primeras hay que considerar la gran presencia del virus en la zona. Se calcula que al menos un cuarto de la población total del continente es positiva. Para muchos expertos en Relaciones Internacionales, hablar de Sida en África, con estas cifras en la mente, equivale a hacer llamamientos para la prevención de conflictos y revoluciones. Con una obtusa visión sobre la formación de los conflictos, estos expertos cridan apelando que cuanta más importancia cobre la pandemia, más virulentas serán las sacudidas políticas. Pero lo cierto es que no está ocurriendo así.

En África Subsahariana, las relaciones sociales están hechas para aguantar el peso de los fallos del gobierno. Las políticas públicas en torno al Sida son, en muchos casos, ineficaces o inexistentes. Paradójico era el caso del ahora ex–Presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki, quien en un congreso internacional sobre la enfermedad realizado en su propio país negaba la existencia de ésta. O la de su Ministra de Sanidad, Manto Tshabalala-Msimang, quien recomendaba ajos y vitaminas como remedio para combatir la enfermedad. Estos casos, caricaturizados por la prensa internacional debido a su incapacidad para analizar lo que pasa más allá del Mediterráneo, nos dejaban entrever que existían diversas maneras de acercarse a la enfermedad en el continente.

Las formas de resistir o de rebelarse en África no son necesariamente las mismas que en occidente. África Subsahariana, para suerte o para desgracia, está acostumbrada a convivir con otro tipo de pandemias que esquilman la población y hacen estragos en sus relaciones sociales. Sin embargo, ninguna de éstas han conseguido acabar con su estructura ni con su fortaleza. En un momento en el que África tiene más líderes elegidos democráticamente que en toda su Historia, las políticas públicas de salud siguen siendo pequeñas aportaciones y el peso real sobre la gestión de las consecuencias de las pandemias así como sobre su control, recae en las redes sociales de autoayuda.

Un vistazo por uno de los problemas sociales derivados del Sida son los huérfanos. Aproximadamente 12 millones de niños y niñas en África Subsahariana han perdido al padre o a la madre a causa de la enfermedad. Cabría pensarse que sobre aquellos niños que han perdido a los dos padres se cierne la desprotección, sin embargo la red familiar, de carácter extenso, acoge a éstos y termina por reconducir su situación personal.

Como con todo en África, los líderes mundiales –o cabría más decir imperiales- opinan libremente sobre qué hacer o no hacer para solucionar la pandemia del Sida en el continente. En días como hoy, en donde internacionalmente se guarda un emotivo momento para charlar de la enfermedad, merece la pena lanzar un grito contra todos aquellos que, a través de su profunda ignorancia –como la del video que a continuación les dejo- siguen pensando que África es un continente-laboratorio en donde aquello en lo que ellos creen “tiene que funcionar”, aunque sea a la fuerza.




miércoles, noviembre 11, 2009

¡Oh capitán, mi capitán!

Los periódicos de hoy no llevan ya casi ninguna opinión sobre el secuestro del Alakrana, ese barquito sin bandera, para no pagar impuestos, que surcaba tranquilamente las aguas de Somalia cuando fue apresado por unos piratas muy modernos. Debe de ser que los familiares han tenido la ocurrencia de no hablar en los medios y que, por tanto, una vez acallada la voz discordante del PP, ya nadie tiene nada que reprocharle al PSOE. Ni tan siquiera Nuñez Feijoo.

Pocos, eso sí, se han parado a pensar qué hacía allí un barco presuntamente español –aunque sin bandera para no pagar impuestos. Pocos incluso han comparado el caso con la retención del Fabel III en Guinea Bissau, casi por las mismas fechas. Mientras en el primero el Gobierno asume responsabilidades, con el segundo se puede limpiar las manos. ¿Y todo por qué? Pues por la soberanía.

Guinea Bissau es un Estado soberano. Pobre, pero soberano. Su gobierno puede acogerse a la legalidad internacional e interna para imponer multas o incluso retener a los delincuentes. Si la cosa se complica en exceso, como en el caso de los niños de Chad que unos franceses pretendían secuestrar, no pasa nada. Occidente se pasa los tribunales “del Tercer Mundo” por las narices y, con gran despliegue mediático, se trae a los responsables del secuestro –haciendo escala en Madrid- “sanos y salvos”. Y los juicios se dejan para otro día.

A un Estado sobreano se le puede respetar –hasta cierto punto, como vemos- pero hay otros, como Somalia, que ni interesan ni importan. La comunidad internacional ya ha salido de un país que, en realidad, está dividido en tres partes. Somaliland, al norte, con constitución, bandera, moneda y gobierno propios, funciona de hecho como un Estado independiente pero sin que sea reconocido por el resto de países. Puntland, en el centro del territorio somalí, pugna por la conversión de Somalia en un Estado Federal. Y al sur, encontramos el resto del territorio somalí, repartido por lo que se llama mediáticamente “señores feudales de la guerra”, y que históricamente se podrían denominar “clanes”. Con esta mezcla de autoridades, y aun existiendo un presunto gobierno somalí dirigido por Cheikh Ahmed, España no mantiene relaciones diplomáticas ni de ningún otro tipo y, por tanto, se desentiende en cierta medida de lo que allí ocurra.

Desentenderse de lo que ocurre allí no es malo. España no tiene, como ningún otro país, la obligación de liderar procesos de trabajo dentro de la comunidad internacional ni de participar en ellos más allá de los caminos trazados por las organizaciones internacionales en las que participa. Pero resulta que este desentendimiento es sólo y exclusivamente de iure, que no de facto. Porque la realidad es que el gobierno consiente que empresas españolas trabajen en aguas somalíes, echando las redes de pesca en un mar para el que no tienen permiso. Aprovechándose de este vacío legal y de la ceguera voluntaria de las autoridades españolas, barcos como el Alakrana recorren millas y millas buscando esquilmar los mares ajenos de peces.

Lejos de impedirlo, y tras el anterior secuestro de otro barco, las autoridades españolas envían fragatas del ejército a realizar operaciones –más o menos efectivas- de protección de estos barcos. Francia incluso ha cambiado la legislación para permitir en sus pesqueros la presencia de hombres armados. Es decir, la comunidad internacional se desentiende de todo aquello que ocurre en Somalia, pero se moviliza militarmente para que sus nacionales puedan robar pescado aprovechando que el país africano no tiene capacidad naval.

Los somalíes han llevado su guerra en forma de red hacia las aguas del mar, viendo en este campo de batalla una importante fuente de ingresos. Armados con jóvenes desubicados en la sociedad somalí, que no tienen oportunidades para desarrollar sus capacidades –ahora que está tan de moda las ideas de Sen-, y movilizando despachos de abogados londinenses –que ya cobrarán su tanto por ciento-, surca los mares una nueva flota naval somalí, desestructurada y desmilitarizada, pero no desarmada que, sin mediar Tratado internacional, ya que nadie les reconoce como sobreanos, defienden las aguas propias con un peculiar y peligroso estilo: “si quieres mi pescado, pagas”.

Y es aquí cuando el Estado rico en cuestión, ha de poner dinero encima de la mesa, saltarse su ordenamiento jurídico propio y también soberano al liberar a unos detenidos y todo para rescatar a unos empleados por cuenta ajena que han sido enviados allí por el empresario de turno que, habiendo obtenido pingües beneficios de estos caladeros ilegales, ahora se queja de su desprotección. Bonita manera de enseñarnos que el Estado Capitalista está para defender a la Empresa nacional que escaquea impuestos a la que puede.

A continuación un pequeño reportaje desde Kenia en donde se muestra la influencia de este problema en la economía de las zonas costeras. Bien interesante para relacionarlo con el problema de la cooperación al desarrollo. Lástima que aquí, en España, no se hagan cosas por el estilo.




lunes, noviembre 09, 2009

Llevar la contraria

Hoy es 9 de Noviembre de 2009 y, aunque resulta muy tentador para un blog sobre Relaciones Internacionales, no se va a hablar de la caída del Muro de Berlín, ni del fin de la Guerra Fría ni de por qué El País ahora nos dice que el único líder europeo de la época que apoyó la reunificación de Alemania desde el comienzo fue Felipe González.

viernes, octubre 30, 2009

El ilógico marco de Munich

Estos días he podido asisitir a unas conferencias -con interés dispar- sobre Inseguridad y Desarrollo en África. Allí, entre otras cosas, se ha tratado de la inseguridad personal y colectiva de los somalíes. Un tema que realmente tiene importancia histórica para nosotros, aunque sólo sea por el hecho de que Occidente contribuyó definitivamente al enquistamiento de este conflicto del cuerno de África sólo por su afán de salir en la foto.

El país somalí se encuentra dividido entre el control de varios señores de la guerra y diversas identidades de clan que actúan creando alianzas así como modificándolas. Una de las identidades unificadoras ha sido, históricamente, la identidad islámica. De inspiración sufí, la identidad islámica en somalia contribuía a romper las atarudas de clan y a unificar a la población de un Estado sin instituciones.

La desestructuración del Estado somalí provocó que el mundo de las ONG comenzaran a realizar labores humanitarias propias de los servicios públicos estatales de cada país. Y entre este grupo de ONG también se encontraban varias pertenecientes al mundo saudí del islamismo wahhabista. La fuerza de la identidad islámica, potenciada además por su red de protección social y solidaridad, provocó la pérdida de ciertos valores sufíes y la vuelta al pensamiento más tradicional -si bien el wahhabismo no está en los orígenes del Islam, sino que es una reinterpretación ortodoxa de ritos paganos y ajenos a la experiencia islámica del siglo XVIII, que es cuando nace.

En el año 2006, tras la invasión etíope de Somalia, EEUU decidió ponerse manos a la obra. El peligro de que diversos clanes fueran apoyados por Al-Qaeda hizo sentirse inseguro al (des)gobierno de Bush y se buscó una solución. Si Somalia quería ser un Estado islámico, que lo fuera, pero de los buenos, es decir, moderado. Desde Washington se apoyó la creación de una alianza entre los islamistas moderados, diversos señores de la guerra y los grupos laicos que aún existían en la política somalí que se tradujo en el actual gobierno del Cheikh Ahmed.

Este gobierno ha tenido una fuerte presión de sus opositores islámicos wahhabistas. Tal es así que Cheikh Ahmed decidió reformular su política gubernamental y, con el consiguiente apoyo occidental que sustenta y legitima a su gobierno, ha instaurado la ley islámica y a robado medidas tradicionales a su oposición, pensando así que, dejándoles sin espacio político de reclamación, tenderían a desaparecer. Sin embargo la oposición también es capaz de encontrar resistencias y modificar sus exigencias políticas y ha pasado de un wahhabismo moderado a un fundamentalismo extremo, siguiendo la senda de control político y social de Afganistán -aunque con diferencias- y provocando una polarización de la política somalí en un eje que ya podemos afirmar es: fundamentalismo-radical en lugar de moderado-fundamentalista.

Todo esto conduce a pensar, inevitablemente, en la Historia. Esa vieja señora que nos pone delante de nuestros ojos las actuaciones tales como el famoso Pacto de Munich. Éste, para quienes no quieran seguir el enlace, tenía como protagonistas a los Estados de Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña en 1938. Saltándonos su casuística, podemos afirmar que el Pacto tenía como objetivo primordial calmar las aspiraciones territoriales de la Alemania Nazi otorgándole una parte de Checoslovaquia. Teniendo contento al alemán, ingleses y franceses pensaban que podrían evitar una guerra.

Sé que éste es un argumento un tanto peligroso en tanto en cuanto se ha utilizado por muy diversas fuerzas políticas de izquierda y de derecha para justificar su capricho de no reunirse o negociar con tal o cual facción contraria. Sin embargo me he de arriesgar a utilizarlo por cuantas similitudes he encontrado entre los proyectos fundamentalistas nazi y wahhabistas.

Ambos poseen una cosmovisión de supremacía de su proyecto. Mientras que el alemán era un radicalismo surgido de la Modernización, el wahhabismo pretende recuperar unos tiempos míticos e inexistentes de tradición y código moral. Los wahhabistas, además, combaten a los heterodoxos en tanto en cuanto se consideran la voz de la ortodoxia divina, y permiten a éstos convertirse a su doctrina, es decir, tiene un carácter inclusivo. Mientras que el proyecto nazi no permitía agregarse al grupo -como todas las teorías del pueblo elegido- y su proyecto político era muy fuerte y determinado.

Con estas similitudes y diferencias de los actores a los que se intenta contentar, debemos tener en cuenta qué está haciendo este proyecto de Gobierno Global que a día de hoy estamos experimentando, alimentando y engordando. Y la priemera de las conclusiones que podemos sacar es que no existe una verdadera voluntad de provocar el cambio político, social y económico hacia la mejora de las condiciones de la gente, sino una sencilla voluntad de que los gobiernos de países pobres actúen como kapos encargados de la vigilancia de su población, para que no molesten a los intereses occidentales. Cosa que no sorprende, claro.

Pero lo que más preocupa es que no existe entre toda esa masa crítica existente en el mundo, ningún grupo capaz de proporcionar una advertencia sobre esta forma de actuar, capaz de liderar una postura contraria a la teoría del contento, a la práctica de que si el pensamiento fundamentalista-radical quiere quedarse con un Estado y retener su población como rehén, el Gobierno Global no va hacer nada siempre y cuando no molesten llamando a la puerta o insultando desde la barrera. Que falta un Objetivo General al que contribuir y, por tanto, formulamos malos Objetivos Específicos en nuestra política internacional.

lunes, septiembre 21, 2009

Ébano, de Ryszard Kapuscinski

Cae la lluvia tropical y torrencial. Jamás has visto llover así. Se supone que deberías estar afuera, haciendo todo lo que se supone que se hace aquí. Pero lejos de convencerte a ti mismo de que desperdicias un tiempo valioso colocas la silla para acompañar a esa lluvia. Te rodeas del Relec, coges el ajedrez de viaje -como el pescador que lleva la caña, por si se tercia-, la libreta para apuntar, la cámara de fotos -no sea que hoy pase por allí el lagarto de todos los días presto para posar un poco. Y por supuesto: el libro. Jamás leer te llevó tanta preparación ni tanto equipaje. Estarás de vacaciones, pero la tensión emocional no te la quita nadie.

Y te sumerges. Esta vez, quién lo iba a decir, precisamente él, precisamente este libro, no te lleva a una situación muy lejana. Hace mucho tiempo que lo tenías, mucho que lo compraste, incluso lo has regalado varias veces y recomendado cientos de miles, pero jamás pensaste que estarías aquí mismo leyendo lo que estás viendo.

Kapuscinski es muchas veces poco riguroso con la Historia. Sus libros están escritos a la manera de reportajes periodísticos clásicos y, si de pasada toca un tema que tú conoces bien, puedes advertir cierta laxitud en sus aseveraciones políticas, cierta dejadez por reflejar los hechos tal y como fueron. Sin embargo, lo dejamos pasar encantados de la vida. El valor de sus libros no se refleja en su rigurosidad científica, ni en sus descubrimientos. Sus libros son valiosos porque están llenos de humanidad, de personas que se pasean por las páginas siendo ellos mismos sin necesidad de que nadie las interprete, verdadero periodismo antropológico. Son como esos compañeros de nuestra infancia, algo más mayores que nosotros, más maduros, y por tanto más seguros de sí mismos. Pero sin la arrogancia que valoriza la ignorancia. Son como son, y no te piden que los comprendas.

Ébano es un libro de reportajes que tienen como protagonista principal a la región de África Subsahariana. Son 29 artículos que Kapuscinski va a escribir durante sus corresponsalías para un periódico polaco. Podemos encontrar artículos algo más ensimismados sobre el autor, y otros más preocupados por saber captar la esencia del personaje que describen, pero siempre nos trasladarán un pequeño aprendizaje sobre cómo podemos situarnos para comprender al diferente. Aunque muchas veces el diferente puedas ser tú mismo.

Hay imágenes que se quedan clavadas en la retina del lector. Las palabras incrustadas en el cerebelo provocando que se rinda la voluntad ante la imagen de un joven Kapuscinski subido en un bidón de gasolina junto con su compañero de viaje, tratando de aguantar las sacudidas de una cobra que, debajo, trata de sobrevivir y matar a su vez. Podemos ver cómo se tambalea afectado por la malaria, preocupado porque su médico lo quiera enviar de vuelta a Polonia en lo que sería su primer reportaje en el continente. Asustado por si a su jefe le da por anular la corresponsalía por el mero hecho de que su primer reportero hubiera enfermado de gravedad.

Podemos sentir un pánico que Ryszard aparentemente no sufre, cuando leemos cómo es despojado en Monrovia de ese manto de protección que cubre a todo occidental que atraviesa una frontera africana: el pasaporte. Sin él, el europeo se siente golpeado, sin argumento que demuestre la necesidad de ser arrancado de cuajo de situaciones de inseguridad relativa. No digamos ya si en lugar de europeo es estadounidense. Las fronteras son el reino de los privilegiados; siempre que tengas el papel adecuado. Y sin embargo terminamos por sentir aún más pánico cuando nos describe el tamaño de las cucarachas de aquella habitación en donde pernoctará despierto.

Un pero, bastante grave, para la editorial Anagrama y para la persona que ha editado a Kapuscinski en España, es que hay algunos artículos -creo recordar que dos- que están doblemente reproducidos. En Ébano y en el divertidísimo La guerra del fútbol, Kapuscinski nos cuenta su día a día en Lagos, la capital de Nigeria. El relato de los personajes del barrio se disfruta y los hace cercanos y presentes a cualquiera que haya decidido entregarse a la narración. Estamos hablando de la dueña del bar, que sirve cerveza casera caliente. De los ladrones que siempre acuden a su piso cuando él no está, y que le agradecen el no llamar a la policía no entrando cuando él sí que está. Y otros tantos.

En este mismo artículo, Kapuscinski nos enseña que, aún a pesar de la voluntad, un blanco en África es siempre un blanco en África, y que mientras exista la posibilidad de tener aire acondicionado en una barriada de Lagos cualquiera, las diferencias siempre estarán ahí. Al fin y al cabo, como bien dice en las primeras páginas de Ébano, los africanos y las africanas tienen una vida que es un "martirio, un tormento que, sin embargo, soportan con una tenacidad y un ánimo asombrosos".

lunes, septiembre 07, 2009

El país anteriormente conocido como Macedonia

Decir que a través del deporte se vuelcan hoy en día la mayoría de los sentimientos nacionalistas es decir una obviedad. Todo el que tenga un buscador de webs a mano puede observar cómo existen y existieron reivindicaciones nacionalistas a cada evento deportivo existente. Y los JJOO, esos a los que el Alcalde de Madrid ha decidido asociar su futuro, son una competición de Presidentes y Jefes de Estado que luchan por que sus gallos de pelea o sus tortugas corredoras, venzan a los demás para salir en la foto.

Hoy, día 7 de Septiembre de 2009, comienza en Polonia el Campeonato de Europa de Baloncesto, el Eurobasket. Allí se enfrentan 16 selecciones europeas para dirimir quién es el más fuerte. Seguro que más de una alteza real ya está pidiendo los números de teléfono del capitán y entrenador habituales –y además, en el caso de España, como el alteza y el entrenador son italianos, seguro que se entenderán bien. Allí en Polonia, en el partido inaugural del Grupo A se enfrentan Grecia y un país anteriormente conocido como República ExYugoslava de Macedonia. Y se enfrentarán si es que hay acuerdo sobre el nombre –provisional en todo caso- que tendrá este segundo país.

El conflicto internacional sobre el nombre del Estado de Macedonia viene de lejos. Cuando en 1991 la Yugoslavia de la época se rompe en diversas repúblicas independientes que continúan las divisiones administrativas establecidas por Tito, cada nuevo gobierno se lanza en busca del tan ansiado reconocimiento internacional que las identifique como naciones soberanas e independientes. Con legitimidad, por tanto, para autogobernarse. Al fin y al cabo, el Sistema Internacional no es más que un acuerdo de primus inter pares para decir que este cacho de huerta es de éste o de aquél. El gobierno de Macedonia pretendía ser rápido en esta cuestión para evitar que su territorio fuera reclamado por búlgaros o griegos. Sin embargo la jugada no fue completa y, si bien es miembro de pleno derecho de la comunidad internacional, el latiguillo del nombre no termina de permitirles levantar el suelo.

La génesis de este conflicto, como casi siempre, tiene que ver con problemas políticos no resueltos que se aparcan para resolverlos –como sea- más adelante. Tito se encontró con una Yugoslavia en la que Serbia era la república dominante y sobre la cual giraba toda su historia. Justo debajo de Serbia existía una región fronteriza con Bulgaria y Grecia a la que el nacionalismo serbio llamaba “Serbia del Sur” y que en realidad tenía una herencia helénica innegable. Denominada Macedonia y siguiendo las líneas fronterizas que el Imperio Otomano había impuesto, la región sureña de Yugoslavia tenía tres hermanas griegas –las tres regiones fronterizas del lado griego que se denominan Macedonia Central, Oriental y Occidental- y una hermana búlgara –la llamada Macedonia del Pirin. Con ésta última Tito trazó un plan de unificación. En 1946 Bulgaria renunciaría a esa zona a favor de Yugoslavia a cambio de sus reivindicaciones en el mar Egeo. Era la época en la que se hacía Historia y los huertos cambiaban de manos. La URSS, juez y parte en todo esto, dio el visto bueno al acuerdo y cuando todo estaba a punto de concretarse, estalló por los aires. Tito rompe con la URSS en 1948 y por tanto sus reivindicaciones sobre el Pirin son desoídas y Bulgaria reafirma la propiedad de la región. Tito, para evitar que la población macedonia se le vaya de las manos, organiza una política orientada a fomentar un nacionalismo macedonio que hasta entonces estaba dormido y que sería el inicio de la voluntad independentista de la década de los 90.

La política yugoslava pasó en aquél momento a potenciar –por no decir crear- la idea de que el macedonio era un pueblo independiente en lo cultural, social e idiomático a todos los pueblos que le rodeaban –búlgaros, serbios y, sobretodo, griegos. Y así se llegó hasta el día en que los nuevos macedonios se pudieron hacer independientes.

Sin embargo Grecia no ha permitido desde entonces que la integración en la comunidad internacional sea completa debido al nombre. Por un lado, entiende que Macedonia, si es que ese es su verdadero nombre, podría reivindicar las tres provincias griegas con las que compartiría nombre, ya que eso del nacionalismo es muy contagioso. Y por otro lado, al llamarse así, la nueva república podría sentirse tentada de quedarse con el legado de la historia macedonia cuando la realidad es que actualmente es una región profundamente eslava y no helénica.

La cuestión del nombre no es baladí. Por este motivo existe un enviado especial de Naciones Unidas, quien trata de mediar desde hace ya casi 20 años para alcanzar un acuerdo y quien ha propuesto el año pasado la denominación “República Macedonia-Skopje”, en alusión a la capital. Existe un número minoritario de países que no aceptan el nombre constitucional de Macedonia, que no es otro que “República de Macedonia”, y que la llaman con el nombre provisional propuesto por Naciones Unidas, es decir “Antigua República Yugoslava de Macedonia”. En la OTAN, durante la reunión de Bucarest de 2008, se pretendía alcanzar un acuerdo sobre el mismo para poder incluir a Macedonia en la Alianza Atlántica y sin embargo Grecia se negó en redondo a aceptar a cualquier país que pretendiera llamarse como tal. Hoy, la República de Macedonia sólo es Estado candidato a ser incluido en la OTAN, y sus posibilidades de verse en la Unión Europea están paralizadas hasta que no exista un acuerdo sobre su nombre.

Mientras, en las canchas polacas de baloncesto, hoy veremos como la República de Macedonia se enfrenta a Grecia a pesar de la oposición de la FIBA europea –con presidente griego ¡toma ya! Y es que la Federación Macedonia de Baloncesto ha decidido retirar las siglas FYROM –Former Yugoslav Republic of Macedonia- de la camiseta del equipo nacional, contraviniendo las reglas del torneo –según parece-, pues a un equipo llamado “República de Macedonia” no lo tienen registrado.

Como solución de última hora desde lse proponemos estos nombres, con toda la irreverncia del mundo, al enviado especial de la ONU para que resuelva el acertijo.

República del Melocotón en Almíbar
- ¡Melocotones del mundo, uníos! -

República Independiente de la Ensalada de Frutas
- ¡Contra la represión de la malvada piña! -

República Macedoña – aka República Macedonya
aquí, ya se ve, hay un problema -

República del Melón con Jamón
o del Jamón con Melón porque el orden de los factores… ya se sabe -

República Joroñaquejoroña
que viene a ser lo que diga la griega -

República de Lo que diga el Griego
que al final es quien les tiene cogidos por las pelotas… de baloncesto, se entiende -

domingo, agosto 09, 2009

Corrupción africana

"La historia de la sociedad poscolonial (neo)patrimonial, muestra que esa estrategia de explotación prebendística es mutuamente ventajosa, con tal de que los beneficiarios realicen una distribución adecuada. Los estados africanos, desde luego, se beneficiarían sin duda de una economía más regulada, pero las principales elites políticas y económicas saben convertir la ausencia de transparencia en el recurso más valioso."

Patrick Chabal & Jean-Pascal Daloz

África Camina

miércoles, julio 22, 2009

El giro de la Academia

"Mientras que antes los académicos mal pagados trataban de obtener acceso a los recursos del Estado, hoy tratan de obtener un contrato con una ONG extranjera. Se podría, desde luego, argumentar que ese cambio en el financiamiento contribuye a debilitar las redes controladas por el Estado y a fortalecer las asociaciones de la sociedad civil. Pero sería difícil demostrarlo, dado que los recursos canalizados a través de las ONG se usan en su mayor parte de la misma manera y para los mimos propósitos patrimoniales y clientelísiticos. Además, las redes creadas por las ONG se mezclan inevitablemente con las que provienen del Estado."

Patrick Chabal & Jean-Pascal Daloz
África Camina

viernes, junio 19, 2009

Organización... internacional

"Para algunos de los estados más poderosos las secretarías internacionales son un apéndice muy agradecido de la autoridad del Estado, de modo que existe una simbiosis muy real entre la administración nacional y la administración internacional. Para el ciudadano de muchos estados más pequeños, más pobres y más débiles, sin embargo, las secretarías internacionales son vistas más como enemigos, como instrumentos de un nuevo tipo de colonialismo colectivo dedicados a la preservación del sistema capitalista y de las jerarquías de poder que en él se manifiestan, incluso a costa de su bienestar material, de su dignidad y a veces hasta de la supervivencia de hombres, mujeres y niños de una sociedad neocolonial."

Susan Strange
La retirada del Estado

lunes, mayo 25, 2009

Una de espías en Latinoamérica

Las historias de espías, revueltas y revoluciones parecieron abandonadas tras la caída del Muro y su consiguiente eliminación de los contubernios en torno al poder político en Europa. Es muy cierto que en otras latitudes –América Latina, África, Oriente Medio- las fuerzas de la Guerra Fría habían manipulado gobiernos y sociedades de tal manera que sus Historias desde mediados del siglo XX no se entienden sin ajustar el foco hacia esos actores externos que salían de las embajadas de diferentes países occidentales.

Uno de los lugartenientes del Che Guevara, el conocido como Benigno, cuenta en su muy interesante biografía Memorias de un soldado cubano, que tras la Revolución y la toma del poder por parte de Castro, él fue destinado a un campo de entrenamiento en la misma isla de Cuba. Allí acudían un sinfín de grupúsculos o camarillas comunistas y revolucionarias con la pretensión de adiestrarse en los ámbitos del guerreo y de la lucha sin cuartel frente al enemigo político nacional –generalmente de corte dictatorial y sostenido por los bienamados gringos. Benigno se encargaba de enseñar las técnicas y tácticas que hicieron que una pequeña milicia –la revolucionaria dirigida por Castro- acabara con la resistencia del ejército cubano de Batista. La lógica revolucionaria se imponía y Cuba era sólo una punta de lanza en el continente. Desde La Habana se prometía apoyo en cualquier sentido para levantar el yugo que dominaba a toda América Latina.

Pero ocurrió, cuenta Benigno, que de la noche a la mañana, y coincidiendo con una etapa de acercamiento entre los gobiernos cubano y soviético, las instrucciones que él recibía sobre sus pupilos en esta escuela de guerrillas cambiaron radicalmente. De pronto, su labor de entrenamiento cambió y recibió nuevas órdenes. Ahora tendría que entrenar en las mismas técnicas guerrilleras a esos grupos que recibía de toda América Latina, pero también debía adoctrinar políticamente a éstas y realizarlo de una manera especialmente delicada. Las nuevas clases teóricas sobre el marxismo, el socialismo y las revoluciones tenían como objetivo directo conseguir que los grupúsculos revolucionarios que acudían al campo de entrenamiento terminaran divididos. Debilitando su fuerza, Cuba cumplía así instrucciones de Moscú, impidiendo que EEUU perdiera poder en el que fue llamado su patio trasero y permitiendo que la URSS hiciera y deshiciera en sus satélites europeos. Un muy bonito reparto de tareas y de territorios que impidió el cumplimiento del programa político revolucionario cubano y que provocó la huída de Benigno de Cuba, más aún tras la muerte del Che –sobre la que aporta interesantes datos, propios de quien le acompañó sus últimos días.

Así fue cómo América Latina quedó a manos de unos EEUU que no se esforzaban en disimular su conexión directa con sucesos como los del 11 de Septiembre en Chile o el apoyo prestado al ejército uruguayo en pos de localizar agentes subversivos de izquierda cerca de Montevideo.

Tras el fin de la Guerra Fría aparentemente esta presencia yankee había acabado o se había matizado y el continente americano podía por fin hacer la política que más le interesara. Aparentemente, claro, pues lo aparente decía que en toda América Latina no existía una sola propuesta que contradijera la visión del amigo norteamericano. Hasta que apareció Chávez. Su subida democrática al poder –precedida de un intento de golpe de Estado- no traía consigo un modelo de construcción política sino un modelo de enfrentamiento al modelo establecido. Sin embargo su gobierno ha sabido establecer alianzas con fuerzas contestatarias en el resto del continente y, poco a poco, ofrecer un modelo político diferente. En su momento, el modelo chavista o bolivariano se enfrentó a la nueva construcción política de América Latina que estaban estableciendo Kirchner y Lula, con predominio de éste último, y que certificaba la presencia de tres propuestas políticas bien diferentes si pensamos que los acuerdos de EEUU con Chile y Ecuador –ahora también Perú- constituyen un modelo.

En esta construcción de un modelo bolivariano para el continente, Bolivia y la subida al poder de Evo Morales han tenido mucho que ver. La presencia de un líder como Morales, con la legitimidad de ser el segundo líder indígena de la historia de Bolivia que llega al poder político, capaz de aglutinar la voz de los más desfavorecidos del país más desfavorecido de toda América Latina confirió de una fuerza moral enorme al proyecto de Chávez. Pero además, como no sólo de la palabra vive el hombre, a esa fuerza moral y a ese movimiento de despertar latinoamericano –e indígena- se le unieron las reservas petroleras de Venezuela y las gasísticas y minerales de Bolivia. Un modelo político con fuerza moral puede ser romántico. Un modelo político con fuerza moral que además tenga capacidad productiva es romántico y realizable. Bien lo sabía Allende, el Salvador.

Bolivia –Evo- nacionalizó sus reservas de gas y ha comenzado una política de devolución del negocio hacia el Estado que levantó suspicacias en los sectores tradicionales de poder boliviano. Existen ciertas provincias bolivianas –las más ricas- que reclaman su independencia del Estado boliviano y convocan referéndum para exigir a la población que se movilice contra la Bolivia de Evo. Estas provincias son de mayoría blanca frente a una Bolivia moralizada en la que el rostro del blanquito poderoso ha sido cambiado por la del indiano recién llegado de la mina.

En estas circunstancias se destapó el pasado mes de Abril un complot para asesinar a Evo Morales urdido en la ciudad de Santa Cruz. Esta trama sin duda había aprendido del fallido golpe de 2002 contra Hugo Chávez en el que se pretendió conseguir el poder y detener al presidente. Ahora lo que se intentaba en este segundo intento de atentado a Morales era directamente acabar con su vida. Descabezando el liderazgo que Morales ha venido cultivando desde sus tiempos como cocalero, se pretendía que Bolivia volviera por su buena senda.

En un principio se hablaba de la presencia de cinco mercenarios extranjeros, irlandeses y húngaros. Sin embargo las informaciones aparecidas justo una semana después indicaban la presencia de croatas entre estos miembros del complot desactivado. De ser así encontraríamos la presencia de irlandeses –seguramente ex miembros del IRA dedicados al negocio internacional- y húngaros sin aparentes intereses en Bolivia. Y también de croatas, tradicionalmente conocidos como traficantes de armas en la región pero que históricamente tienen mucha relación con los negocios de materias primas en Santa Cruz, en donde existe una comunidad importante de población de esta parte del mundo.

Todo recuerda, poco a poco, a esas historias de líderes africanos asesinados nada más regresar a sus países de visita oficial a un vecino. Triste final sería este para un modelo que, si bien ni ellos mismos saben a dónde va, merece una oportunidad. Aunque sólo sea por ver hasta qué punto se logra uno salpicar este capitalismo salvaje de encima.

miércoles, mayo 20, 2009

Esperando el voto de las fieras, de Ahmadou Kourouma

Ahmadou Kouruma fue un escritor costamarfileño que escribía en francés. Hasta su muerte, en Lyon en el año 2003, escribió historias de África trascendiendo a todas las etiquetas que se le podrían haber impuesto. Quizás sólo podría ser calificado como un autor de literatura africanooccidental debido a la región por la que se desplazó en su errante búsqueda de asilo político hasta que se le permitió el regreso a Abiyán. Contó historias propias de esa región que muy probablemente hubieran podido suceder en cualquier otra parte de África según la mente de cualquier occidental, pero que en realidad podrían haber sucedido en cualquier otra parte del mundo tal y como corresponde a las grandes historias de la Literatura –esta con mayúscula.

En Esperando el voto de las fieras, Kourouma habla sobre política. Sobre histórica política principalmente. El argumento es bien sencillo y podría resumirse así: auge, caída y consiguientes devenires de un político africano. Su personaje principal es el líder de la imaginaria República del Golfo, el general Koyaga. Asistimos a la narración de su biografía y a la biografía de sus antepasados. Una emocionante historia de tensiones políticas propias de la época del fin de la descolonización y del transcurso de la Guerra Fría que refleja perfectamente los distintos componentes de la política en África Subsahariana.

Koyaga es la persona más poderosa de esta República del Golfo porque sabe aglutinar los diferentes recursos de poder que están presentes en la política africana. Posee una relación especial con poderosos talismanes religiosos que lo protegen del daño de sus rivales políticos. Tiene el control del ejército. El de las finanzas y las producciones del país. El apoyo de una etnia, a la que se pliega y a la que ofrece protagonismo nacional en sus fiestas tradicionales. Koyaga es, más allá de estos componentes, el paradigma del dictador africano producto de la descolonización y de la Guerra Fría.

Como el mismo Kourouma, Koyaga participará en la guerra de Indochina bajo bandera francesa. Es allí donde sus conocimientos étnicos sobre la guerra le hacen avanzar y que el régimen colonial le introduzca en el círculo más cercano, donde esperará el momento más adecuado para asestarle un golpe mortal al régimen colonial y formar parte de las fuerzas independentistas. Sabrá deshacerse del resto de equipaje independentista y hacerse con el poder absoluto en su Estado y es entonces cuando Koyaga es invitado por todos los grandes líderes –aka dictadores- del continente. Paseando por cada uno de ellos como si fueran círculos dantescos camino del infierno, Koyaga aprenderá el oficio del dictador.

Es esta novela, en definitiva, una microhistoria política del continente africano. El paradigma de la República del Golfo es más que suficiente para entender los caminos paralelos que siguieron muchos países africanos desde los años inmediatamente anteriores a la colonización hasta la mitad de los años 90, tras el final de la Guerra Fría. Cualquiera puede pensar, mientras lee el transcurso de lo narrado, en figuras como Mobutu o Idi Amín. O tantos otros. Aunque la realidad es que la obra está inspirada en la República de Togo y su dictador, Gnassingbé Eyadema.

Y se ha escrito la palabra leer cuando en realidad el lector, aunque parezca contradictorio, no leerá sino escuchará. La manera de Kourouma de contar la historia de este dictador paradigmático e imaginario enlaza directamente con ese primer criterio que se atribuía al comienzo de la entrada a las literaturas africanas: la oralidad. La novela está contada por un griot, un contador de historias que, junto con su impertinente bufón, recorren en el transcurso de seis veladas la vida del dictador Koyaga, que es la historia de la República del Golfo, o la historia del continente africano.

Kourouma trasciende en esta obra los límites de la novela moderna tradicional, llevándonos a sus entregados lectores hacia un asiento dentro de ese fuego purificador donde el griot nos divierte y nos asusta con la historia de Koyaga. Una fabulosa manera de celebrar el día de África –que se cumple hoy- alejada de los constantes catastrofismos.

miércoles, abril 22, 2009

El filamento de la resistencia

Durante estos días de Abril se he celebrado un encuentro internacional en Casa África relacionado con la cooperación española y los problemas del agua en África Subsahariana. El evento está organizado por la institución que lo acoge y por la Oficina de Naciones Unidas para el Decenio Internacional del agua. Hay representantes de varios países africanos, de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo, de la sociedad civil española y africana, de gobiernos autonómicos y de varios programas de Naciones Unidas dedicados a los asuntos del agua. Un buen lugar, en definitiva, para tomar el pulso a estos debates sobre el agua y para enfrentar posiciones que la apariencia de lo políticamente correcto hace pensar amistosas, pero que el desarrollo y la profundidad del mismo termina por mostrar lo no evidente.

Quienes primero tomaron la palabra fueron los representantes de gobiernos africanos. Había delegaciones de Senegal, Mauritania, Angola, Cabo Verde, Etiopía, Guinea Ecuatorial, Mali y Namibia. En la lista de países invitados destacaba sobretodo la persistente voluntad del gobierno de España de contar para absolutamente todo con Guinea Ecuatorial. Los intereses económicos de la ex-metrópoli en el país dirigido por el dictador Obiang priman sobre cualquier debate posible. Y los dirigentes ecuatoguineanos, sabedores de ello, actúan con cierta prepotencia y notable cinismo a la hora de pasearse por los salones de los actos a los que han sido invitados. Ya fue notable el tremendo gasto de EXPO Zaragoza 2008 para que este grupo de dictadores tuviera un pequeño tenderete en la feria del agua celebrada el año pasado, pero la invitación de éstos a debatir asuntos de verdadero calado no hace más que mostrar que los tiempos en los que se exigía respeto por los Derechos Humanos pasaron hace tanto como remordimientos por haber abandonado a la ciudadanía ecuatoguineana.

En conjunto, los países africanos actuaron en bloque aunque sin estar coordinados por nadie. De ellos, no cabe duda, se esperaba la más ácida crítica hacia un sistema de cooperación al desarrollo que prima la visibilidad de un pozo -el 46% de los proyectos de la AECID en agua son para pozos, es decir para proyectos de poco o nulo calado- frente a la tremendamente importante labor de asistir en la gobernabilidad del agua. Es decir, que prima la foto con el niño bebiendo agua al trabajo de calado y menos visible. Sin embargo los africanos no asistieron a esta llamada. Todo lo contrario. De sus presentaciones sólo se desprendió una exigencia: más dinero. ¿Para qué? Para lo que sea, faltaría más, pero el único problema existente es el de la financiación. Los países africanos sólo presentaban cifras de posibilidades de negocio en temas de agua. Es decir, lo que falta es financiación y lejos de solicitarla de entidades públicas financiadoras los modelos que están dispuestos a aplicar -y que aplican- son los modelos comerciales de explotación de los servicios. Es decir: que el más pobre se pague todo su agua y el que no pueda, que se busque la vida.

Paradigmática pareció la situación en Cabo Verde. Un país con poca precipitación en términos generales que tiene una pequeña reserva de agua subterránea. La solución técnica que se ha buscado han sido las desaladoras. Como todo el mundo sabe, este sistema encarece el metro cúbico de agua, pero aparentemente en Cabo Verde no hay más a donde agarrarse. La cosa podría funcionar tirando a bien si no fuera porque el gobierno caboverdiano se plantea que el agua cara -la de las desaladoras- ha de ser destinada a consumo humano mientras que el agua subterránea -sensiblemente más barata- habrá de ser consumida por la agricultura. Así, los ciudadanos caboverdianos pagan unos 5$ por metro cúbico de agua. ¿Saben Uds. cuánto pagan por su agua? Con impuestos y todo mi última factura me ha salido por 2,5€ por metro cúbico. Calculen.

En definitiva, la propuesta de los países africanos viene por el camino de la inversión privada y el traspaso de los costos a los ciudadanos, tengan el estatus económico que tengan. Estas propuestas además son engañosas. En la mayoría de países africanos, la red de suministro de aguas -esa por la que los caboverdianos pagan 1,7€ más que un ciudadano de Barcelona en términos corrientes- no abastece a una importante cantidad de la población debido a que la infraestructura está creada sólo en los núcleos urbanos que pertenecieron a los agentes colonizadores y, por tanto, el agua que llega a la mayoría de la población lo hace sobre todo por transportistas privados que suben el precio del agua a tanto como les interese a partir de esos 5$.

Mientras, nos pasamos la vida aquí en Occidente reclamando una gestión pública del agua. Anunciando que las privatizaciones en África no harán sino ridiculizar el papel de los gobiernos nacionales, que empeorarán cualquier otro servicio, que endeudarán aún más al país, que condenarán a varias generaciones a no salir del ciclo de la pobreza. Y todo por una absurda manía del Occidente capitalista de ver a la compañía privada como más eficaz y eficiente que un gobierno africano. En definitiva, quienes escribimos, penamos o trabajamos en temas de agua, lo hacemos siempre con el convencimiento de que la resistencia hacia lo privado en África nos enlaza con esas visiones no occidentales de la gestión y permite que el desarrollo de los países subsaharianos sea más real y más autocentrado que si el liberalismo campara por doquier. Y sin embargo, los gobiernos africanos no hacen más que solicitar este liberalismo. ¡Más madera, que es la guerra! Crítica hacia el sistema neoliberal que nos da de comer, ninguna. Propuestas innovadoras, en el tintero. Y análisis profundos, los justos. Esto es un problema de dineros, ¿qué se había pensado Ud.?

Del resto de ponentes cabe destacar la tozudez del sistema de Naciones Unidas en cuanto a seguir sosteniendo que sólo y exclusivamente la Gestión Integral de los Recursos Hídricos -si alguien la conoce, que me la presente que aún no tengo el gusto- podrá salvarnos del cataclismo. En promocionar esto llevan ya casi 20 años y han conseguido algo milagroso: que todos los asistentes miren para otro lado cuando se la menciona. Todos a la vez, oigan. También de Naciones Unidas, del departamento de UN-DESA en particular, destacó la tibieza por un lado y el desconocimiento total y absoluto de los asuntos del agua por otro cuando se mencionó la reclamación internacional del Derecho Humano al agua. La postura de UN-DESA en esta mesa no fue otra que el afirmar que los Derechos Humanos no sirven para nada, y que conseguir declarar el agua -y el saneamiento- como un Derecho Humano no evitaría las pérdidas de vidas humanas. Se nota que en Nueva York les ponen garrafas embotelladas, claro.

[Foto de Eva]

martes, marzo 31, 2009

El spam del desarrollo

Correo spam. O correo basura. Esa es la carpeta que todos tenemos en nuestro gestor de correo electrónico. Ahí van todos aquellos correos electrónicos que vienen de agentes publicitarios de dudosa moral. Aunque también ocurre que, en ocasiones, recibamos algún correo "sí deseado" -como la resolución de una beca de colaboración- en la carpeta spam, dándonos cuenta justo al borrarlo del error del gestor de correo -y por tanto teniendo que preguntar al pétreo cátedro por una resolución que finalmente no es positiva.

Aún así, lo más común es que recibamos correo spam en la bandeja de entrada. Un correo no deseado que anuncia algún producto o que pretende hacerte responder tus datos personales y que el gestor de correo no ha identificado como tal. Ejemplo de este tipo de correo es aquel que me llegó una vez ofreciéndome un aparato para el alargamiento del pene que, tras su lectura, me suscitó dos preguntas. 1ª ¿cómo habían encontrado mi dirección? Sobre todo porque yo no había publicitado en ningún sitio la misma. Y 2ª ¿cómo lo habían sabido?

Esta lectura de correo spam que se me cuela en la bandeja de entrada es ya una afición. Hace un año me encontré con una serie de correos que, camuflados por un nombre que aparentaba ser anglo-africano, me informaban de la necesidad de sacar del país nigeriano una cantidad ingente de dinero por culpa de la maldita persecución política a la que se veía sometido quien me enviaba el correo. El pobre señor me pedía con mucha educación mi número de cuenta para poder realizarme un ingreso -del que yo me quedaría cierto porcentaje- y así poder ponerlo a salvo de los malvados gestores políticos del país. No sé cómo acabó la historia porque el educado señor nunca volvió a escribirme.

Hoy he recibido una novedad dentro de estos correos basura. Si en el anterior se utilizaba la política africana y los miedos-penas que de ella se desprenden en los clichés habituales sobre África, en el correo de hoy me llega la extraordinaria noticia de haber sido ganador de un premio de 400.000$ americanos de uso común. ¿Y por qué? ¿Por contar con una cuenta de correo? No, en absoluto, no sirve tener sólo una cuenta de correo. He ganado por tener precisamente esa cuenta de correo y no otra.

Lo novedoso del mismo no es haber sido premiado con tal cantidad de dinero -de hecho no es la primera vez que me toca, aunque las otras veces siempre se me ha pasado la fecha de cobro. Lo novedoso consiste en que esta vez me ha llegado firmado por Mr. Thompson Powell, Claims Processing Agent del mismísimo Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. El PNUD, nada más y nada menos, el programa encargado del desarrollo mundial y la más alta representación de Naciones Unidas en los países en desarrollo. Casi nada, vamos.

Este hecho me ha hecho reflexionar. Será que el PNUD ha desistido. Por fin ha admitido públicamente que la agenda internacional del desarrollo no sirve de nada. Que en realidad, como decía el fallecido profesor Claude Ake, a ningún actor internacional le interesa realmente que el desarrollo -y con él la democracia según Ake- tenga cabida en las políticas internacionales. O, dicho de una manera más vulgar pero también más directa, que la cooperación internacional dice sí al desarrollo de África, pero no al de los africanos y las africanas. Quizás, y sigo conjeturando, el PNUD se ha dado cuenta de que la gran mayoría de los flujos de la Ayuda Oficial al Desarrollo y de la cooperación termina revirtiendo en las sociedades más ricas en lugar de mejorar la vida en las más pobres. Y, también quizás, habrá pensado que, puestos a malgastar el dinero en un sin fin de proyectos tratando de enseñar a esos pobrecitos negros cómo es que se vive en civilización pagando a las sociedades occidentales, pues mejor será repartirlo directamente entre los ciudadanos del mundo -que somos los de aquí, los que tenemos correo electrónico y filtro spam.

A continuación les reproduzco el correo electrónico con el importe total del premio. Yo, siguiendo el consejo de mi asesor fiscal, no voy a cobrarlo. Me saldría a devolver en la declaración del año siguiente, y no hay nada que fastidie más a un liberal que tener que pagar impuestos. Pero reproduzco el correo pensando en que, quizás a Uds., queridos lectores, queridas lectoras, no les importe pagar a Hacienda -que somos todos- y cobrar el importe del premio. Si hace falta, les firmo una autorización.

---- Correo electrónico spam ----
United Nation Development Program.
Corporate Headquarters,91 Station Road,
West Drayton, Middlesex UB7 7LT, United Kingdom.

Ref: OXLP/08-001/KL
Batch: 322056Q

The UNITED NATION DEVELOPMENT PROGRAM would like to notify you that your
email address just won the sum of $400,000 (Four hundred thousand USD).

The email address was selected randomly from over 20,000 internet websites around
the World.well your e-mail address have be chosen as one of this year jackpot winner
among seven (7) others. contact Mr. Thompson Powell via Email with the below
information for claim: who is by duty going to guild you with your claim process.
1.FULL NAME................2.ADDRESS..................
3.COUNTRY..................4.SEX......................
5.AGE......................6.OCCUPATION..............
7.TELEPHONE................
*********************************************************************
NAME: Mr. Thompson Powell.
Email: unitednation_developmentprogram@yahoo.com.hk
Claims Processing Agent,
Verifications/Logistic Department.
*********************************************************************
Warm Regards,
Weylin Morton.
(Online Announcer UNDP).
http://www.undp.org

---- Correo electrónico spam ----

[Por cierto, el amigo de mi asesor fiscal, que es abogado, me aconseja que les diga que es broma, que no les estoy invitando a responder al spam por mí. Y, por supuesto, que no soy liberal.]

martes, marzo 24, 2009

Fantasmas Balcánicos (VII)

Las causas de hoy son los olvidos del mañana. Y eso para las causas que hoy pueden llamarse causas, las que entran en la agenda social de manifestaciones, expresiones de solidaridad y, ahora que estamos organizados en blogs, las que nos entran en nuestras entradas.

Hoy, día 24 de Marzo de 2009 se cumplen diez años desde que la OTAN decidió bombardear un país llamado Yugoslavia. Y quien dice la OTAN dice Estados Unidos. Y quien dice Estados Unidos dice, como no, la Administración Clinton. Una administración demócrata que no dudó en provocar un bombardeo fuera del sistema multilateral de Naciones Unidas, que no dudó en hacer que todas las soluciones pactadas por las partes fueran papel mojado.

Desde ese 24 de Marzo hasta el 11 de Junio de 1999 aviones de la OTAN bombardearon población civil, puentes, depósitos de petróleo, edificios públicos, camiones de refugiados, la embajada China y otro sin fin de objetivos militares. La campaña de bombardeo fue tremendamente mal programada. El alto mando se quedó pronto sin muchos objetivos militares que bombardear mientras el dictador de Milosevic –haciendo gala de su sentido psicópata de la responsabilidad- resistía y se negaba a claudicar sabedor de que la OTAN jamás incurriría en un ataque terrestre. Así pues, para seguir bombardeando, y no hacer una guerra sin combate –cosa más ridícula- se inventaron objetivos militares tales como el edificio de la televisión pública. El empecinamiento de unos y la psicopatología del otro, provocó que en ese bombardeo murieran varios trabajadores.

En Septiembre de 2001, cuando dos aviones se estrellaban contra las Torres Gemelas de Nueva York, cientos de miles de chinos salían a las calles de Pekín a celebrarlo. La causa, según constatan varios testimonios y crónicas, no fue otra que el sentimiento de que se hacía justicia por el bombardeo de la embajada china en Belgrado en Mayo de 1999. En aquél bombardeo murieron tres periodistas chinos. ¿Cómo comparar entonces la muerte de tantos ciudadanos estadounidenses con la muerte de sólo tres chinos? La razón está en cómo se produjo el bombardeo. La OTAN se disculpó tras el ataque, aduciendo que unos planos desfasados proveídos por la CIA habían sido la causa de un terrible error. Sin embargo, en el ambiente se quedó la sensación de que Estados Unidos podía hacer y deshacer a su antojo, y la revancha mundial provocada por dos aviones contra sendas torres supuso un grito de alivio para distintas poblaciones. Años después de los dos incidentes, en 2005, se confirmó la voluntariedad del ataque contra la embajada china. Al parecer los servicios de inteligencia de la OTAN habían anunciado que Milosevic se encontraría en dicha embajada recabando apoyos políticos. La posibilidad de acabar con la vida del líder político en un momento de la contienda de auténtico desgaste para la alianza –mes de Mayo- hizo que no se confirmase la información y directamente se actuase a la desesperada.

Pero sea como sea, los muertos de Yugoslavia no importan hoy como no importaron nunca. Esta cloaca de Europa ha sido testigo de toda clase de experimentos políticos modernos para tratar de dominar el espíritu de su población, para hacer de la política yugoslava algo que el resto del continente pueda manejar. Víctimas de su situación de frontera, de su vinculación cultural con la potencia europea menos europeísta, Rusia, y testigos del enfrentamiento de su Iglesia con el resto de comunidades ortodoxas. Así vive hoy la población de la que es heredera de Yugoslavia.

Y hoy sólo nos acordamos de ella para salir de allí. Estados Unidos y la Unión Europea, empeñadas en seguir una política de debilitar cuanto más a Serbia, dieron alas a Kosovo para proclamar su independencia contra cualquier norma de Derecho Internacional. Un año y poco después de su independencia, el nuevo país no ha sido reconocido por la comunidad internacional -¡y eso con sus padrinos de la mano!- no es capaz de gobernarse y depende de la ayuda internacional hasta para cuidar sus calles. Así pues, si un Estado se define por los elementos clásicos de población, territorio y gobierno, Kosovo hoy tiene una población mayoritariamente enfrentada entre los que sienten a Albania, los que sienten a Kosovo y los que sienten a Serbia; un territorio incapaz de ser controlado sin ayuda militar extranjera; y un gobierno pelele de Estados Unidos. Sí, esta figura de protectorado aparentemente independiente de Kosovo no es nueva en el mundo de lo internacional, pero no por vieja deja de ser denunciable.

Hasta allí se marchó en visita sorpresa la Ministra de Defensa de España –y dicen que próxima candidata del PSOE al Gobierno en 2012-, para anunciar que las tropas españolas se retiran del territorio de un Kosovo que no reconocen aún –se sigue la doctrina de los 100 que indica que no se reconocerá al nuevo estado hasta que no haya 100 estados que lo reconozcan, ahí queda eso. Y parece una postura lógica. ¿No decís que sois independientes y autónomos? Pues a ver cómo os apañáis. No es una postura muy responsable políticamente hablando, cierto, pero lo que es cierto es que la coherencia sí se asoma por ella. Lástima no haberlo hecho bien y haber plantado cara a Estados Unidos y su decisión de independizar Kosovo en su momento –hace un año. Lástima de no haber sido valientes y afrontar el hecho de que se quería salir de allí en un foro de diálogo, y no con la política de hechos consumados. Lástima que la Ministra, embobalicada consigo misma, no haya sido capaz de coordinarse con sus compañeros de gobierno –a los que habría que recordarla que aún no dirige- y advertir a tiempo al Ministerio de Asuntos Exteriores. Lástima de todo esto, pues se habría logrado una postura mucho más coherente y razonada. Habría parecido -¡vive dios!- que teníamos en España una política exterior planificada más allá de la ideología del buenismo que nos conduce a una Alianza de civilizaciones aún sin identificar.

Se cumple hoy, por tanto, este siniestro aniversario de una lucha que nunca consiguió unir a ningún colectivo en Europa Occidental. De unos bombardeos ilegales por los que nunca serán procesados sus responsables. Y lo hace en un momento de espera ante la dirección que toma el nuevo gobierno Obama-Clinton en materia exterior. A ver si entre ellos y la Unión Europea se dan cuenta de que una cosa es justicia internacional y otra dar puñetazos al estómago de un pueblo. Si no se dan cuenta pronto tendremos problemas. Como ya nos lo advertía E. H. Carr en otros tiempos. Mala combinación la de la justicia y el reproche.


[Las fotos son todas del blog Belgrade Daily Photo que por supuesto se recomienda visitar]


sábado, marzo 21, 2009

Corpus académico

"... los economistas, como colectivo, se comportan de acuerdo con la vieja definición europea de nación: un grupo de personas unidas en una idea equivocada común de su propio pasado y una antipatía compartida hacia sus vecinos (en esta caso campos vecinos como la sociología y la ciencia politica)."
Erik S. Reinert
La globalización de la pobreza.

sábado, febrero 28, 2009

Manual para unas elecciones libres

"La opinión de que los pobres son propensos a generar revueltas contra el subdesarrollo y, al mismo tiempo, a atraer líderes criminalmente violentos y vengativos es extremadamente importante para la paz liberal. Si la revuelta es legitimada e invita a la alianza estratégica, la necesidad de separar a los dignos pobres de sus líderes indignos subraya la urgencia de la intervención."

Mark Duffield
Las nuevas guerras en el mundo global

jueves, febrero 26, 2009

Ciencia de no ficción

Philip K. Dick era un escritor estadounidense de Ciencia Ficción que murió a comienzos de la década de los 80 en Santa Ana, California. En sus novelas, siempre había presente el vínculo inquietante de la irrealidad contada por él y la realidad que observamos en el mundo que nos rodea. En una de sus mejores novelas, El hombre en el castillo, Dick nos cuenta una Historia paralela de la segunda mitad del siglo XX. Situándonos en el fin de la Segunda Guerra Mundial, en donde una Alemania Nazi se ha hecho con la victoria y es la potencia que dirige el mundo, Dick nos enseña un continente africano masacrado por los experimentos científicos de los alemanes y un Mediterráneo sin agua, arrasado y transformado en un mero campo de cultivo de comida para los directores del Imperio.

Desecar un mar como el Mediterráneo para establecer tierras de cultivo como imaginó Dick no sería lógico en el mundo real. ¿Para qué hacerlo cuando tienes un continente un poco más abajo con un gran cartel de “En Venta” colgado del cuello?

A través de un blog que sigo desde hace no mucho pero que encuentro tremendamente interesante por su gran labor de difusión, África en el mundo, me termino de enterar de una noticia de la que había leído poco pero que me parecía tremendamente interesante. Ya hace días que vienen sucediéndose disturbios en Madagascar. Allí, una oposición campesina bien organizada se enfrenta al gobierno de Marc Ravalomanana por permitir que empresas coreanas como Daewoo compren hasta un 40% del territorio cultivable del país para dedicarlo exclusivamente a la agricultura de exportación.

Conocía a Marc Ravalomanana en la World Water Week celebrada en Estocolmo el año pasado, donde me pareció un político insulso, sin apenas conocimiento del estado de su país en materia de saneamiento –hecho que se debatía en aquel panel- y que, pese al gran protagonismo que le dieron los demás ponentes, su figura quedó empequeñecida ante la postura política y moral de otra de las asistentes: Mamphono Khaketla, Ministra de Lesoto. En cualquier caso, ninguno de los que allí estuvimos salimos con la impresión de que Ravalomanana no tuviera interés por el bienestar de la gente de Madagascar. Parecía haber aprendido lecciones de sus compañeros políticos africanos y, ante el difícil reto del saneamiento en su país, tomado iniciativas que podrían muy bien funcionar.

Sin embargo, parece que ante la presión del gran concepto moderno como es la Propiedad Privada, Ravalomanana ha declinado cualquier vocación de servicio público y no ha sabido imponerse ante las transnacionales que van a impedir a Madagascar disfrutar de una soberanía alimentaria que si ya resulta imperdonable en tiempos de vacas gordas, en tiempos de crisis es injustificable.

Y todo esto, me dirán Uds., porque unas empresas ejercen su libre opción de compra sobre unos terrenos en venta y porque, además, ejercen su libre decisión de dedicar sus cultivos al mercado internacional en lugar de a los mercados internos. Todo esto porque, según estiman los gurús de la ciencia económica internacional, se cumplen las predicciones liberales y se ajustan los mercados. En la división internacional del trabajo que se promueve desde diversas instituciones internacionales y que los gobiernos africanos parecen empeñados en aceptar –véase la creación del NEPAD en un ejercicio de extraversión inigualable-, cada país se volvería rico produciendo aquello para lo que esté especialmente preparado.

En el caso del Madagascar post-Daewoo, pareciera que su especialidad sería el cultivo y el comercio de grano transgénico. Algo que seguramente no podría ser especialidad de ningún otro país. Además, Madagascar compraría su maíz transgénico a las empresas transnacionales, ancladas en otro país que se dedicaría al I+D de estos productos.

Bien, claro. Aquí nos encontramos a Madagascar, introduciendo grano transgénico en un mercado internacional ávido del mismo para consumo humano y para biocombustibles. Le pagarían bien, cabría pensar. Sin embargo el precio del grano de Madagascar, como el de todos los productos agrícolas, se decide en las bolsas de Nueva York, Londres o Frankfurt, lugares donde no suele haber grandes fortunas provenientes de Madagascar que potencien la venta a precios altos. Allí, en las bolsas, lo que suele haber son cárteles de inversores que deciden cuánto estarían dispuestos a pagar por la cosecha según intereses puramente especulativos y en absoluto siguiendo los criterios de libre mercado que avalan la conversión de Madagascar en una potencia del grano.

Está bien. El problema entonces sería que la información de los mercados y el acceso a los mismos no es igual acceso a todos. ¿Significa esto que una vez solucionado dicho problema Madagascar puede convertirse tranquilamente en productor de grano transgénico y crecer, crecer y crecer económicamente hasta que alcance el nivel de los países occidentales y el punto de equilibrio del mercado? Para los economistas liberales, sí. Para cualquier persona con un mínimo sentido común, no. Pero, como bien decía mi profesor de Economía Política “esto es ciencia económica, no sentido común”.

Como bien señala Reinert en su libro La globalización de la pobreza, una persona que fabrique ordenadores y otra que cultive arroz, jamás llegarán a poseer sueldos siquiera similares por mucho que los gurús liberales nos quieran hacer creer lo contrario. Madagascar no podría, ni en un millón de años, igualar las ganancias del señor Bill Gates, pues el trabajo de este tipo ha estado rodeado de un importante valor añadido llamado conocimiento o tecnología, mientras que el trabajo a realizar por Madagascar llevaría apenas valor añadido y la tecnología que en él hay presente –la semilla transgénica- sería conceptualizada y comercializada desde fuera del país, es decir, enriqueciendo a otro.

Por el bien del pueblo de Madagascar, esperamos que la revuelta organizada por Vía Campesina triunfe de un modo u otro y consiga cancelarse esas ventas de tierras a las empresas coreanas. Madagascar no ganaría nada con ello, pero sí evitaría perder aún más.