AVISO

lunes, julio 25, 2011

Sudán del Sur, un nuevo país para el mismo sistema internacional

Desde el pasado 9 de julio África cuenta con un Estado más. Las fronteras africanas llevaban fijadas desde que en 1990 Eritrea se escindiera de Etiopía. Han sido 21 años de “statu quo” en el que las fronteras africanas han sido sistemáticamente retadas en el ámbito de la legitimidad internacional –por los países del centro del sistema- y en el ámbito de su control efectivo–por grupos insurgentes de los Estados, por la propia sociedad civil o por delincuentes internacionales. Sea como fuere, Sudán ya no será más un país, sino dos.

La declaración de independencia y posterior reconocimiento internacional de Sudán del Sur es el resultado de un proceso que ha durado más de 6 años. Cuando en 2005 se firmaron los Acuerdos de Paz entre el Partido del Congreso Nacional del Norte y el Movimiento Popular Liberación de Sudan / Ejército, ya se contempló la posibilidad de que Sudán del Sur se independizara y creara un estado al margen del Norte. Durante estos años de desarrollo de dichos acuerdos, la fecha en el horizonte la marcaba el referéndum que tenía que dar lugar a ese proceso de independencia y que finalmente se realizó en Enero de este año. Tanto en el momento de la votación como en estos días, en que el reconocimiento de Sudán del Sur se ha visto completado al entrar a formar parte de las Naciones Unidas como miembro de pleno derecho, la comunidad internacional ha querido resaltar ante la opinión pública el carácter pacífico y no violento de todo el proceso. Queriendo incidir en que los tiempos de la violencia que recorría Sudán han pasado a la historia y ahora, tras la intervención, todas las partes aceptan de mutuo acuerdo la secesión.

Lo que no se reseña en ninguna parte son los elementos de conflicto que aún continúan abiertos entre el norte y el sur. Por una parte, la supuesta balsa de aceite en que la comunidad internacional ha convertido Sudán no es exactamente lo que parece. Durante este tiempo la violencia ha sido una constante, como demuestran los enfrentamientos de diciembre de 2010 y febrero y marzo de este año, entre otros. Esta violencia abarca desde la ya famosa violencia interclanes hasta el bombardeo organizado por Jartum sobre regiones del sur. En los días del referéndum la fronteriza provincia de Abyei volvió a ser el escenario de conflicto a causa del censo electoral que debía ser reconocido en un referéndum provincial sobre la adscripción al futuro estado del norte o del sur. Esta región constituye uno de los focos principales de tensión sudanesa, pudiéndose convertir, con la creación del Estado de Sudán del Sur, en una región fronteriza conflictiva similar a la de Cachemira entre Pakistán e India. También la provincia de Kordofan es foco de conflicto y estos días se habla de las evidencias de tumbas masivas.

La publicidad de la comunidad internacional también ha incidido en resaltar que Jartum ha admitido la escisión de su provincia más rica en petróleo de forma pacífica. Un pequeño vistazo a esta cuestión nos vuelve a decir que la ingeniería estatal que ha empleado la comunidad internacional ha vuelto a aplazar los problemas en lugar de resolverlos. El 85% del petróleo de Sudán está en la provincia del Sur ahora escindida. De ese petróleo, el 40% le llega a China, el 30% a Malasia y el 25% a la India. Cualquiera podría pensar que Sudán del Sur se ha hecho con un gran negocio que explotar en exclusiva, marginando al norte. Sin embargo el petróleo sale al mercado internacional a través de la provincia del Norte –Port Sudán- y el acuerdo de explotación entre dichos estados se propone repartir los ingresos al 50-50. Sin embargo este statu quo tiene los días contados ya que existe el proyecto de construcción de un oleoducto de menor recorrido que desembocaría en Mombasa, Kenia.

El nuevo reparto petrolífero también se verá influido por las negociaciones aún en curso entre el norte y el sur para repartirse las obligaciones de la deuda externa contraída durante estos años de independencia conjunta. Y por supuesto influirá en la balanza comercial entre ambas partes. Actualmente, aún teniendo el grueso del petróleo, la economía del nuevo Sudán del Sur depende del comercio generado por el Norte tanto o más que de la ayuda internacional.

La independencia de Sudán del Sur no afecta de manera directa al conflicto en Darfur en tanto en cuanto dicha región sigue perteneciendo al norte y, además, carece si quiera de la infraestructura mínima que le permita independizarse. Por tanto dicho conflicto deberá ser abordado de manera independiente aún cuando tenga su parte de importancia en la configuración del conflicto interclanes que permanece en toda la región. Dicha fuente de conflicto está incrementándose y ciertas informaciones incluso han llegado a afirmar –apoyándose en supuestos informes de la CIA- que se está preparando un genocidio en la región para el año 2015.

La lógica de la estatalidad del Sudán del Sur viene derivada de la voluntad de la comunidad internacional de proteger su derecho a la intervención directa en la zona. El conflicto de Sudán tiene varias caras, entre las que se incluye la protección del petróleo para la importación a China e India y la seguridad de los países ricos frente a un terrorismo internacional que tenía en Sudán una infraestructura de considerables dimensiones. Con la creación de una entidad estatal independiente en el sur, los países del centro del sistema internacional se aseguran la posibilidad de intervención legal y directa en caso de conflicto con el norte que ponga en peligro su distribución petrolífera. También se aseguran un mayor control del territorio donde el terrorismo internacional tenía sus bases a cambio de una ayuda económica directa al nuevo Estado.

La nueva ingeniería internacional traza las fronteras según su propio interés, pero con la pretensión de acabar con un conflicto que con más de 50 años a sus espaldas parece eterno. Sin embargo, las causas de dicho conflicto no son atacadas. Sudán no obedecía a una lógica simplista de ataque del norte al sur, sino de una más compleja esgrimida entre un centro compuesto por las élites políticas y económicas del país, y una periferia compuesta por el grueso de la población que resistía desde el ámbito rural más rico. La posibilidad de levantar un nuevo estado en África se ha visto auspiciada, por tanto, por los intereses económicos y geopolíticos de la comunidad internacional, y no por la aparente voluntad de solución de un conflicto cuyas raíces continúan creciendo y haciéndose más fuertes.

lunes, julio 11, 2011

Derechos Humanos: uno de los rasgos de identidad del mundo de la post Guerra Fría

Itziar Ruiz-Giménez, profesora universitaria de relaciones internacionales y que hace poco fue presidenta de Amnistía Internacional, dirige la edición del último número de la Revista Académica de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid. El número está dedicado al estudio del régimen internacional de Derechos Humanos desde el fin de la Guerra Fría.

Se incluyen artículos tan interesantes como la actualización del artículo The social construction of Human Rigths, de Jack Donnelly, en el que se repasa la evolución histórica del régimen internacional de protección de los Derechos Humanos.

También se reproduce un informe de Amnistía Internacional sobre la política exterior española, un artículo sobre el ámbito de la empresa y otro sobre las personas desplazadas internamente.

Además, en las secciones habituales de reseñas de libros, ya sean en su formato tradicional o en el formato de review-essays sobre dos obras, el número de la Revista Académica de Relaciones Internacionales aborda temas como el poder en la República Rusa o el imperialismo. Sin olvidar, por supuesto, al reseña del reciente libro de Jane Burbank y Frederick Cooper sobre la configuración histórica de los imperios, de gran interés para los africanistas.

Y, como siempre, todos los artículos disponibles de manera gratuita en su web.

sábado, julio 09, 2011

Metodología de investigación en cooperación para el desarrollo, de VV.AA.

Los estudios en materia de cooperación al desarrollo han sido, desde finales de los 90 hasta la actualidad, un nicho de mercado para las universidades y centros de postgrado en España. Con mejor o peor suerte, la oferta de Másteres, Expertos o Especialistas en temas de cooperación ha llenado toda la geografía española, nutriéndose de estudiantes de disciplinas como la economía, la sociología, la antropología, el derecho y, sobretodo, la ciencia política.

Paralelamente a la creación de estos cursos de entrenamiento profesional, la cooperación española ha experimentado un acercamiento hacia el sector universitario, requiriendo de él sus habilidades para la investigación aplicada al sector de la cooperación. Así lo demuestra la inclusión de tareas de investigación para el desarrollo en el Plan Director de la Cooperación Española 2010-2012. Sin embargo, como señala José Ángel Sotillo en el libro que hoy nos ocupa, este interés por la investigación para el desarrollo no se ha materializado en la dotación de recursos económicos necesarios para convertirla en una línea de investigación universitaria con entidad propia.

Metodología de investigación en cooperación para el desarrollo es una obra colectiva pensada para la guía de estudiantes e investigadores neófitos en materia de cooperación para el desarrollo. El libro comienza con un buen capítulo del profesor de la Universidad Complutense de Madrid José Ángel Sotillo, el cual pone en valor la disciplina de las Relaciones Internacionales y contextualiza los trabajos sobre la cooperación internacional para el desarrollo. Apoyándose en obras tan motivadoras como las de Fred Halliday, Sotillo realiza un repaso a la agenda actual de la investigación internacionalista.

Francisco Sánchez, autor del segundo capítulo, se encarga de la desagradecida tarea de la epistemología. Moverse por esta doctrina es siempre una difícil tarea, no digamos ya pretender compactar las discusiones y matices de cada posición epistemológica de las ciencias sociales. Sin embargo el resultado que se encuentra en la obra es de buena calidad, capaz de situar al lector en el debate que afecta a los estudios de desarrollo y proporcionando las herramientas necesarias para continuar profundizando en el mismo.

Acerca del proceso participativo de la investigación, una tarea principalmente liderada por la Sociología, encontramos muy interesante también el capítulo de Esperanza Roquero. E ámbito de la cooperación al desarrollo ha sufrido de una idealización y hasta dogmatización del paradigma participativo, viéndose en muchas ocasiones como un recurso sine qua non puede existir ningún tipo de desarrollo y condicionando –por exceso o por defecto- multitud de acciones de desarrollo y de cooperación. La explicación del proceso participativo que realiza Roquero ayuda a contener la fervorosa ilusión por estas técnicas y a resituarlas como lo que en realidad son, un recurso que bien empleado puede ser muy útil.

Los capítulos 4 y 5 son, en realidad, el centro del libro. Es aquello por lo que cualquier lector ha venido aquí. Constituyen los conejos e instrucciones, los pasos para realizar cualquier tipo de investigación en materia de cooperación para el desarrollo. Es difícil, muy complicado, estar a la altura de obras clásicas sobre orientaciones para la realización de tesis o investigaciones, como puede ser Cómo se hace una tesis, del profesor Umberto Eco. El valor de lo construido en estos dos capítulos reside en el ajuste de dichos clásicos al campo de la cooperación para el desarrollo. Los consejos son muy prácticos y pautados, permitiendo al lector establecerse una guía de trabajo que le lleve con éxito a la realización de una investigación.

Una vez realizada la investigación, la obra continua con el proceso de comunicar los resultados de la misma. José Manuel Toledano proporciona útiles consejos para la realización de informes, en su concepción más genérica, que sirvan para la presentación de las investigaciones y que permitan acceder a los matices de la misma al público en general, a los decisores o a los demandantes de investigaciones.

Un recurso, en general, muy útil para quienes pretenden dedicar sus esfuerzos investigadores al ámbito del desarrollo. Tan sólo se ha extrañado una cosa. En una obra dirigida fundamentalmente al público estudiante de másteres y postgrados sobre cooperación –como atestigua Bruno Ayllón en su capítulo- existe poco espacio y pocos consejos sobre la frustración.

Investigar tiene múltiples facetas y entre ellas, aún en los casos más exitosos, se encuentra el proceso de frustración del investigador. Es mucha la información y mucho el trabajo que se ha ido recopilando durante una buena investigación, y gran parte de la misma se traduce, en el momento de redactar una versión definitiva, en un trabajo en balde que se ha de aparcar en beneficio de los resultados finales. Yo he realizado dos tesinas académicas –además de otras investigaciones ya en el ámbito profesional- y puedo afirmar que sólo con aquello que se quedó en el tintero podría haber realizado al menos otras dos investigaciones del mismo nivel. Información y casos a los que uno se termina sintiendo apegado y que considera extremadamente relevantes, terminan por quedarse en el cajón del escritorio en beneficio del resultado final. Y les aseguro que eso genera mucha frustración.