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lunes, julio 18, 2016

El yihadismo ha venido para quedarse

Foto de Nacho Facello
Los atentados como el de la semana pasada en Niza, o los de París o Bruselas, entre otros, pueden parecer un hecho excepcional si nos conformamos con nuestra visión eurocentrista. Si lo hacemos, pensaremos que la única estrategia para combatir hechos como los que nos ocupan pasará por la guerra abierta y el conflicto militar directo. Hollande, presidente francés, lo ha hecho así. Imitando a Bush, ha elegido que la respuesta fallecidos por ataques yihadistas sean las imágenes de cazas franceses bombardeando Siria –y a quienes aún viven allí. Pero, por mucho que nos conmueva, los atentados como el de Niza no son un hecho aislado sino fruto de un problema global que está íntimamente relacionado con el sistema de relaciones internacionales que los gobernantes han ido construyendo a su paso. No se trata de halcones contra palomas, de realistas contra idealistas o de pragmatismo contra buenismo. Se trata de abordar los problemas en sus múltiples dimensiones. De no hacerlo así, el yihadismo y los atentados masivos, de alta o baja intensidad, han venido para quedarse en nuestras vidas. Ya podemos comenzar a asumirlo.

La búsqueda de soluciones para problemas complejos requiere de análisis complejos, y no cálculos demoscópicos sobre la imagen del presidente de turno. La respuesta al yihadismo tiene que ser holística, tiene que combinar acciones de carácter militar con acciones de carácter político, pero sobre todo tiene que modificar nuestra política exterior a la vez que cambia nuestros sistemas políticos. Europa Occidental no salió de la oleada de terrorismo de la segunda mitad del siglo XX gracias a una ofensiva militar y policial, sino a unos cambios políticos y sociológicos que deslegitimaron la lucha terrorista. En este sentido, aquí van algunas claves que aportar al debate.