AVISO

jueves, agosto 31, 2006

Los ejes -que se retuercen- de mi carreta

“Porque no engraso los ejes me llaman abandonao, si a mí me gusta que suenen pa´que los quiero engrasaos” Atahualpa Yupanqui.

Pues el Sr. Chávez bien que los engrasa y les saca brillo que da gusto. Ahora ha estado en Siria hablando con Bachar el Asad y ambos han hecho una declaración antiimperialista, lo que por supuesto es antiamericano. Cuando uno lee la noticia no puede sino preguntarse qué fue de Lula.

- “¿Quién?” - pregunta Leticia, nuestra aplicada, pero falta de memoria, alumna de la primera fila.
- “Lula es ese señor brasileño con fama de bebedor que se metió con Ronaldo por estar gordo antes del Mundial”.- que dice el peor alumno de la clase, Rafita, allá sentado hacia el final.

Pues ni uno ni otro tienen ni dejan de tener razón. Porque aunque no lo parezca ambos han argumentado –son estudiantes de LOGSE, no les pidan más. EEUU lanzaba su nueva estrategia para la seguridad nacional en Enero de 2005 señalando un nuevo y genuino eje del mal –aunque nosotros ya sabíamos desde antaño que el mal era el capital.

En ese eje retorcido se señalaba un país por continente. En representación de Europa: Bielorrusia. Por África se presentó la candidatura de Somalia, pero allí no hay Presidente, ni gobierno ni ná de ná, así que no había nadie a quien acusar. Llegó entonces adelantando por la derecha Zimbabwe, país donde, por si alguno no lo sabe, el presidente Mugabe está quitando la tierra a la minoría blanca y dándosela a los negros –bueno, en realidad a la minoría negra, porque muchas de las tierras van a parar a manos de su familia. Como de los árabes no tenían quejas después de que Gaddafi entrara en vereda, Irán quedó como el exponente más claro. ¿Qué los iraníes no son árabes? Trate Ud. de explicárselo a los norteamericanos. Así son las cosas y así se las hemos contado.

El papel de Asia estaba clarísimo: “¡Vietnam!” acertó a decir nuestra empollona Leticia. Pues no, obviamente era Corea del Norte. Más malo no lo hay. Ahí no acaba la cosa, el sudeste asiático se iba a quedar sin candidatura oficial cuando a los doctorados de la Casa Blanca se les apareció Myanmar (antigua Birmania). … … -los alumnos miran ahora con cara de estupefacción. No se preocupen los señores estudiantes. No saber señalar Myanmar en el mapa no es monopolio de aquellos de la LOGSE. Y bueno, ya está dicho todo el eje del mal. Uno por región.

- “¿Y de América quién? ¿Y de América quién?” –reclama la pelotillera de siempre. No puede estar callada la pobre.

Pues de América nadie, porque son todos muy buenos y están bajo el domino de los estadounidenses. ¿Todos? No, como diría Asterix, una pequeña isla resiste allá en el mar del caribe. Cuba, premio para el caballero.

Así que el Eje del Mal quedó compuesto por Irán, Cuba, Corea del Norte, Bielorrusia, Zimbabwe y Myanmar (antigua Birmania) -¿por qué se pondrá siempre lo de antigua Birmania cuando sale el nombre de Myanmar? ¿Se imaginan que dijéramos España, antigua Hispania pero sin Portugal, o Estambul antigua Constantinopla? En fin. El resultado fue que no se hizo mención expresa de una América Latina que aún entonces parecía liderar el tal Lula.

En la región Argentina y Brasil siempre habían rivalizado por protagonizar un liderazgo que jamás existió pero parecía que cambiaba tras la crisis argentina de 2000 y el canje de gobierno en Brasil que lanzó a Lula y al Partido de los Trabajadores. El presidente brasileño se convirtió en la “gran esperanza blanca” de la izquierda. Por su pasado, por su presente, pero sobretodo por el pasado de aquellos que le admiraban. parecía que la presidencia de Lula era la última oportunidad para que una política de izquierdas y de claro corte internacional hiciera frente a la revolución neoliberal imperante. Él se comprometió a que al final de su mandato “todos los niños brasileños tuvieran desayuno”. Lo que no dijo es que eso lo haría con políticos neoliberales en su gobierno y que reactivaría el vetusto plan nuclear de Brasil. Su punto fuerte en la política exterior fue la alianza con Argentina y la tradicional apuesta por el modelo MERCOSUR para la integración latinoamericana en clara oposición al único enemigo que para entonces tenía a la vista: el ALCA.

El eje entre Buenos Aires y Brasilia prometía y, he de confesar, a mí me ponía. Sin embargo el transcurso de los acontecimientos ha llevado a que Chávez y Venezuela le resten protagonismo. Ya no hay tanto romanticismo alrededor de Lula. El izquierdismo que antes le adoraba, hoy se ha echado en brazos de un Chávez que ha dejado de estar aislado gracias a la política de Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Esto es, si sólo tengo un amigo el cual no es nada popular, pues me los invento. La clave para Chávez fue que en lugar de hablar con amigos imaginarios se buscó los amigos y les ayudó a entrar en el poder. La llegada de Evo Morales a la dirección de Bolivia S.A. ayudado por el presidente Venezolano cambia la situación de América Latina y convierte el terreno abonado por Brasil y Lula en baldío. Bolivia decide renacionalizar el petróleo y el gas. “¡Toma ya!”, se jacta el carabanchelero Pablito. Pues no, querido Pablo. Lo que parecía un acto tremendamente antiimperialista, nada neoliberal, resultó ser un golpe –casi de muerte- al proyecto de Lula “esperanza blanca”. En realidad Morales renegoció los contratos con las mismas empresas extranjeras que estaban extrayendo los recursos de Bolivia para que pagaran más impuestos, de todas menos de una: la brasileña. El gran proyecto de abastecimiento energético de Brasil a través de Bolivia quedó destruido y el modelo integrador de Brasil finiquitado. Sólo la derrota de otro delfín de Chávez en Perú, Ollanta Humala, le ha dado algo de impasse a la situación. Alan García es claramente partidario de la vía chilena que consiste en acuerdo de libre comercio con EEUU y punto en boca.

Y ahí le tenemos de nuevo al Sr. Chávez. Maletín en mano yendo de gira antiimperialista como antaño hacían los Sex Pistols, sólo que esta vez él mismo se está creando su eje. Un eje basado en la economía, que no en la ideología como él mismo nos intenta hacer creer. Y yo digo, si la esperanza de los que queremos que esto cambie, si el único que hoy propone una alternativa a los proyectos globalizantes del neoliberalismo es uno que tiene tanto respeto por la democracia que dio un golpe de estado, es uno que le da lo mismo aliarse con Bolivia, o con Cuba que con Siria o China, entonces tenemos que reinventarnos a nosotros mismos, pues está claro que tenemos defectos de fábrica y que no todo es culpa de la LOGSE.

miércoles, agosto 23, 2006

Katanga, 1960

Cuando en la década de los 50 un profesor belga propuso en un artículo un plan para la independencia del Congo Belga en poco más de 30 años todo el mundo se escandalizó. Los belgas se escandalizaron porque entendían que en 30 años no daba tiempo a educar a los cuadros necesarios –entiéndase afines- para el autogobierno. Los congoleños se escandalizaron porque la independencia debía y tenía que ser ya.

Así sucedió. En 1960 un nuevo país veía la luz. El Congo, liderado por un político nacionalista pero claramente partidario del bloque occidental en plena lucha de la Guerra Fría. Patricio Lumumba había conseguido destacar entre la amalgama de líderes congoleños. Había logrado el liderazgo tras su ímpetu en visitar cada región del país. Su estrategia de un Congo para los congoleños triunfó frente a líderes menos carismáticos que ofrecían discursos de proximidad a los belgas o de completa entrega a uno de los bloques que regían el orden internacional. Además, al recorrer infinidad de localidades –aún por muy pequeñas que éstas fuesen- Lumumba se hizo el candidato más conocido del vasto país africano.

La vida tranquila de un Congo independiente duró poco pues la región más rica de todo el país, Katanga, declaró su secesión apoyada por militares belgas. La joya de la corona del colonialismo belga había de ser conservada. Fue entonces cuando la política del Congo dio un brusco giro hacia lo que se dio en llamar una gran anarquía. La ONU realizó un polémico envío de tropas de interposición –polémico porque las mandó por primera y última vez en la historia la Asamblea General, órgano que no está habilitado para ello-, Bélgica hacía desplegarse a su cuerpo de paracaidistas y el mismo Secretario General de Naciones Unidas del momento, el sueco Dag Hammarskjöld, se encargó de mediar entre las partes. Dicho Secretario moriría en este país cuando un misil tierra-aire, que nunca se supo quién disparó, derribó su avión en mitad de la selva.

Lumumba acudió a Nueva York con el doble fin de entrevistarse con la Administración norteamericana y con los diplomáticos de Naciones Unidas. Su objetivo era simple: hacerles ver que estaba posicionado del lado occidental en la contienda fría, y que su único pecado frente a Bélgica había sido reclamar los recursos naturales del Congo para los propios congoleños. En ninguna de las dos sedes fue escuchado y pesaron más las voces de los colonialistas belgas que veían a Lumumba como un enemigo de corte radical. Lumumba fue etiquetado como líder pro-soviético y se le cerraron las puertas de cualquier embajada occidental. Debido a esto, Lumumba acudió a la URSS para tratar de salvar a su país. Los dirigentes soviéticos no dudaron en confirmarles su apoyo –el Congo tenía y tiene una posición estratégica muy importante por sus recursos y por sus fronteras. Sin embargo cuando llegó la hora de la verdad los soviéticos se desentendieron de lo que le pudiera pasar tanto al país como al líder congoleño.

Cuando Lumumba regresa de Nueva York, Bélgica termina por perder el control de la situación y deja de ser el referente internacional, la voz autorizada como potencia colonial para definir e interpretar la situación. Será sustituida por EE.UU., quién decide intervenir al estilo de la Guerra Fría y será desde entonces el director de los acontecimientos. Emisarios de la CIA envalentonarán al principal opositor de Lumumba en el gobierno para que decida su arresto, que se transformará en arresto domiciliario ante la presión popular. Más tarde, los mismos norteamericanos sacarán al líder congoleño de su casa con la intención de entregarlo en Katanga a sus enemigos. Sin embargo Patricio Lumumba no terminará de llegar a su destino. Es asesinado por el camino por sus captores dejando tras de sí un legado político de enorme movilización frente a los poderes coloniales y una élite política congoleña descabezada y dividida.

La muerte de Lumumba supuso el fin del buen comienzo que pudo haber tenido el Congo, el inicio de una Guerra Civil tolerada y apoyada por EE.UU. y que dará paso a uno de los más longevos y terribles regímenes que ha poblado África. Pero eso será otra historia.