AVISO

jueves, mayo 12, 2011

Historia de Rusia en el siglo XX, de Robert Service

"El comunismo es el joven dios que fracasó; el capitalismo, una deidad más antigua, aún debe triunfar la mayor parte del tiempo a ojos de la mayor parte del mundo".
Robert Service


Son países que siempre han estado ahí, en el imaginario colectivo de todos y cada uno de nosotros. Durante nuestra infancia hemos visto perder siempre a los mismos, pertenecientes al reino de la bandera roja, doblegados ante el poderío e inteligencia del héroe de turno norteamericano -o británico-, indescifrables y ocultos ante su rocambolesco idioma.

Por eso, cuando se presenta la ocasión de conocerlo, uno no debe desaprovecharla en todos los sentidos. Hace unos meses que todo me pillaba planificando un viaje a la ciudad de los tres nombres. Sus ciudadanos nacieron en Petesburgo, crecieron en Leningrado y ahora se jubilan en San Petesburgo. Y entre toda esa planificación estaba, sin duda, la exigencia de conocer más de cerca una historia que, no por muchas veces narrada, deja de ser apasionante.

Historia de Rusia en el siglo XX, del profesor británico Robert Service, es un estupendo paseo por todos los rincones de un país cuyo legado histórico es más un análisis de psicología social que una enumeración de batallas ganadas o perdidas. Inmerso en la línea de estudiosos británicos sobre la historia de Rusia, la obra de Robert Service no tiene nada que envidiar, en cuanto al carácter divulgativo, al insuperable estudio de la historia soviética que realizó el ex-embajador británico en Moscú, E. H. Carr. Las dimensiones, y por tanto la manejabilidad, de la obra de Service hacen de este libro una lectura apta para estudiantes, expertos o simplemente lectores corrientes.

Service se adentra en la historia rusa desde finales del siglo XIX, explicando los motivos que conducen a la caída de los Romanov, hasta la reelección de Boris Yeltsin como Presidente de la Federación en 1995. Y lo hace siguiendo varios ejes de análisis en todos los periodos históricos bien definidos. Service nos muestra el estado de la economía, sociedad y las principales luchas políticas y legislativas de cada momento. Su obra es capaz de destilar el momento social que se vive ante cada acontecimiento, haciendo que el lector pueda percibir el sentir de la población como si se tratase de un personaje más de cualquier novela.

Pero además, escribir sobre Rusia es hacerlo sobre sus líderes. Pocos países han visto su política tan marcada por la personalidad de quienes representaban el más alto poder estatal en cada momento. Service nos ofrece un perfil personal, histórico y político de todos estos líderes, ya se apelliden Romanov, Kerensky, Lenin, Stalin, Jruschov, Brezhnev, Andropov, Chernenko, Gorbachov o Yeltsin.

Historia de Rusia en el siglo XX es un libro que se hace apasionante no sólo por los propios hechos históricos narrados, capaces por sí mismos de cambiar el discurrir del siglo XX en todo el mundo, sino también por el oficio de historiador. Service sabe cómo transmitir al lector desde la ilusión colectiva por el fin del Imperio y del zarismo como la angustia personal de un miembro del Soviet a punto de ser purgado.

La historia de Rusia, como decimos, ha sido capaz de marcar la historia de la humanidad durante todo un siglo. A través de los acontecimientos que ocurrían en un impenetrable -a los ojos occidentales- Moscú, las fronteras europeas, los líderes del Tercer Mundo o la fecha del fin del mundo cambiaban. Con la creación del primer Estado socialista, la invención del comunismo, el Gran Terror, la victoria sobre la Alemania de Hitler, el levantamiento del “telón de acero y la guerra fría, la distensión, la crisis energética, la carrera armamentística e informática y la desintegración del bloque de países que había conseguido controlar bajo su mandato, Rusia se hizo a sí misma protagonista del Mundo por pleno derecho. Un protagonismo que bien parece haber perdido en tanto en cuanto ha sido superada por alianzas y bloques económico-políticos que han conseguido limitar su otrora ilimitado poder institucional o militar.

Puede que Rusia hoy esté desplazada de ese centro político de poder internacional, si bien sigue presente por los derechos adquiridos. Sin embargo, aún es capaz de ejercer como potencia con plena autonomía, incluso sin cuestionar sus relaciones con el FMI, declarando guerras a otros estados aún más periféricos que él o manteniendo la dignidad diplomática que en otros momentos históricos no pudo mantener. Y esta nueva posición rusa sólo se entiende si se conoce su historia más reciente, la de aquellos años que la constituyeron como Estado moderno y formaron su cultura política de base. A través de este libro del profesor Robert Service cualquier lector podrá comprender otras obras más analíticas o centradas en un sólo acontecimiento histórico.

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Rober Service es profesor de Historia de Rusia en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Formado en el King's College de Londres, ha estudiado en la Universidad de Essex y la Universidad de Leningrado. Entre sus obras se puede encontrar, además de esta Historia de Rusia en el siglo XX, una biografía de Lenin, otra de Stalin y una última de Trotski. Además, también ha publicado estudios sobre la década de los 90 en Rusia y una breve historia del comunismo. Fue uno de los primeros investigadores en acceder a la documentación de la URSS tras su desintegración.

miércoles, mayo 04, 2011

Prohibido, de Amal Ramsis

Justo ahora que no nos llegan muchas noticias de Egipto, estrenan en España el documental de Amal Ramsis Prohibido. No conocía nada de esta directora ni del documental, pero me acaban de hacer llegar por correo electrónico las fechas de sus estrenos en España en el marco de diversos festivales y, visto el trailer, parece un documental interesante.

Si te gusta el trailer y te interesa verlo, las fechas de las distintas proyecciones son las siguientes.




Madrid, 7 de mayo de 2011, 18:15h. en el Cine Palafox.

Madrid, 8 de mayo de 2011, 20:30h. en el Cine Palafox.

Barcelona, 27 de mayo de 2011, 19:30h. en el CCCB.

Granada, 25 de mayo de 2011, 19:00h. en la Fundación Euroárabe.

También lo proyectarán en otros países europeos, así como en el propio Egipto. Por si acaso te viene mejor, te informo que en Lubliana, Eslovenia, se representará en el mes de septiembre -fecha aún por confirmar.

Bruselas, 11 de junio de 2011, hora por confirmar, Cinema Venom.

El Cairo, 18 de mayo de 2011, 19:00h. en el Centro de Creatividad (Opera House).

Como ocurre con tantas cosas, yo no podré asistir a ninguno de los pases, pero si tú sí puedes, te animamos a que nos dejes tus impresiones en un comentario.





lunes, mayo 02, 2011

No consecuencias de la muerte de Bin Laden

Ha muerto Bin Laden. O al menos eso parece. El presidente de los Estados Unidos realizó una declaración, con toda la pompa de los grandes eventos presidenciales, en la que afirmaba que tropas estadounidenses habían intervenido en la ciudad pakistaní de Abottabad, a menos de 100 km. de la capital Islamabad, habían matado a Osama Bin Laden y se habían hecho con su cuerpo.

A partir de aquí, la típica polvareda de información y desinformación que sigue a cada acontecimiento relacionado con la política internacional o con la seguridad. Más aún si se relaciona con el gobierno de Estados Unidos. Se abrirá mucho debate sobre qué pruebas hay acerca de la muerte, qué se ha realizado con el cuerpo -oficialmente ha sido lanzado al mar, contrariamente a la norma musulmana-, o si la fotografía que ha circulado de Bin Laden con el tiro en la cabeza es real o no -ahora mismo, Reuters la ha retirado de su servidor. Se creará mucha literatura acerca de cómo se llegó a encontrar al fugitivo, cómo se recibió la noticia en tal o cual parte de cualquier país o qué ha estado haciendo durante todos estos años de huida.

Pero sea como fuere, lo que es cierto es que la muerte de Bin Laden, el cómo y el cuándo, responde a una estrategia política de clave interna del presidente Barack Obama. Actualmente, Obama se encuentra en los niveles más bajos de popularidad, y ve cuestionada incluso su candidatura a la reelección para 2012, algo que en el caso de presidentes en activo siempre se ha considerado como incuestionable. El hecho de que saque las tropas estadounidenses de Afganistán estaba poniendo en compromiso su imagen de líder político y espiritual de la nación norteamericana. Una imagen que, durante la campaña de 2008, ya fue denigrada y definida por sus rivales políticos como Obama Bin Laden. Una imagen, sin embargo, que hoy queda reforzada tanto por el qué de su anuncio -la muerte de Bin Laden- como por el cómo. Obama ha sido, en términos internos, quien ha traído justicia al pueblo estadounidense.

Por el contrario su imagen internacional, ya de por sí reforzada aun a pesar de sus pocos éxitos, se verá comprometida. No serán los otros líderes mundiales quienes cuestionen la capacidad del estadounidense de influir en la política internacional, sino la sociedad civil organizada que, si finalmente es capaz de desenamorarse del icono Obana, seguramente verá en esta captura y ejecución sumaria un mensaje claro sobre la política internacional del presidente, algo que, tradicionalmente, domina las segundas legislaturas de los diferentes equipos de la Casa Blanca.

Cabría haber esperado, por aquello del mensaje obamista de la nueva forma de hacer política, una captura de Osaba Bin Laden y el sometimiento a un juicio justo. Cabría haber esperado, por supuesto, una ruptura de la actual presidencia estadounidense con la política del Far West de Bush. Sin embargo nos hemos encontrado con la continuidad del dead or alive que, como bien saben los cinéfilos, siempre acaba primando el dead sobre cualquier otra itención. Muerto el objetivo, se le entrega la noticia al pueblo para que exprese su alegría por dicha muerte y se le ofrece, de paso, la posibilidad de alabar al nuevo líder que ha recuperado el honor patrio gracias a una palabra: venganza.

No ha habido juicio. No se le ha respetado todo aquello que él no reconocía a quienes eran objetivos de su lucha armada. Y sin embargo su muerte nos delata más a nosotros que a él. El fin de Bin Laden no traerá consigo la ansiada paz milenaria. La muerte de Bin Laden tampoco nos traerá de vuelta a los verdaderos damnificados por la lucha global contra el terror: los derechos civiles.

Gracias al 11S, se ha podido crear un régimen de control ciudadano internacional capaz de justificar cualesquiera medidas políticas o judiciales. La nueva jerarquía de este régimen prima el concepto de seguridad por el concepto de Derechos Humanos, o incluso por el concepto de Derechos Fundamentales. La seguridad, en tiempos de terrorismo, nos lleva a justificar medidas como el nuevo escáner corporal en los aeropuertos. Nos lleva a ver la revuelta saharaui como un motivo para mirar para otro lado y seguir haciendo negocios con Marruecos. Nos lleva a entender el expolio pesquero del Índico como un asunto de protección de los intereses nacionales frente a grupos terroristas. Conduce a la Patriot Act y a sus réplicas en las legislaciones de todos los Estados, y a verlas como el mal menor. Conduce al establecimiento de regímenes políticos dictatoriales en los países de la periferia política internacional.

Yemen está sostenida por un dictador apoyado por occidente por ser un aliado en términos de seguridad. Gadafi fue rehabilitado en la misma clave. El régimen de refugio internacional fue sustituido lentamente por un régimen de sospecha frente a cualquier inmigrante político. Y la muerte de Bin Laden no nos va a devolver estos 10 años de requiso internacional de los derechos civiles en nombre de la seguridad.

Tampoco vamos a tener oportunidad de abrir estos debates. La muerte de Bin Laden, de tiro a la cabeza y lanzamiento de cuerpo al mar, inyecta más violencia al sistema. Los mismos medios que las dictaduras latinoamericanas utilizaban en los años 70 y 80 para deshacerse de los militantes de izquierda, levantará ampollas entre esa base social -minoritaria en cualquier parte, pero abundante en números absolutos- que se siente involucrada en el proyecto de la yihad global. Y entre medias nos encontraremos nosotros. Mirando cómo sube la popularidad de unos, cómo crece el resentimiento en otros, y cómo nuestros derechos más elementales se fueron hace años a comprar tabaco. Y nosotros aquí esperando.