El libro de David Held trae un modelo de nuevo sistema internacional que, cuanto menos, se hace complicado de concebir.
Un sistema global basado en la democracia en todo rincón del mundo. Democracia entendida al estilo occidental, donde todos los actores de un Estado resulten comprometidos con los principios fundamentales del mismo y donde las divergencias se solucionen mediante un ejercicio democrático.
El “Sistema Held” de cosmopolitismo nos conduce a la organización del sistema internacional mediante un transplante del sistema democrático liberal interno al mundo de las relaciones internacionales. Con todos los beneficios que, en teoría, podría llevar también transplantaríamos todos los defectos que los sistemas internos sufren y padecen. La consideración de que todos los Estados son iguales y, por lo tanto, pueden decidir de la misma manera que otros, es también la legitimación del sistema de fuerza, del reparto de poder en el sistema internacional que exista en el momento de plasmarse en la realidad el proyecto de Held en la realidad.
Esta aceptación de un orden preestablecido perjudicará y beneficiará a unos y otros, como cualquier orden. Y también restará legitimidad para que aquellos Estados que actúen para subvertir el orden. De manera que las supuestas ventajas del modelo de Held quedarían socavadas.
La descripción de Held también nos hace entender que hay unos principios morales universales por los que cualquier Estado estaría dispuesto a luchar y que todos los Estados están dispuestos a compartir. Podemos presuponer, por ejemplo, que el acto político más cosmopolita que nos encontramos en las relaciones internacionales de hoy es la Declaración de Derechos Humanos. Sin embargo ésta es fruto de su tiempo. En ella sólo están presentes los derechos que quienes la redactaron estimaron oportuno. Son hijos de su tiempo pero, además, hijos de quienes detentaron el poder en aquellos días de 1945 y de quienes lo detentan ahora. Se flexibilizan y se amoldan, se recortan o se olvidan según la palabra de la superpotencia. Aquellos que tengan el poder de la palabra en cualquier momento son los únicos que pueden delimitar al sistema político que se cree, sea internacional o nacional.
Existe un cosmopolitismo que está extendido por el mundo. Una idea que, al igual de la idea imaginaria de Held, está presente en cada rincón del mundo y que se sigue extendiendo. Dentro del binomio que los Estados occidentales preconizan por donde quiera que tienen influencia, a saber “Democracia y Mercado”, es este último, el Mercado capitalista, el que realmente se está volviendo canalizador de la idea cosmopolita.
En lugar de la democracia occidental, se está extendiendo la idea de Mercado que occidente tiene, logrando que los Estados se ayuden unos a otros para la consecución de un gran mercado global. El orden económico (y ahora político) que en la actualidad existe y se extiende, tiene como todos los órdenes aquellos beneficiados y poderosos y aquellos perjudicados quienes, en cualquiera de los casos y a pesar de las posibles discrepancias, luchas o desacuerdos que se puedan dar, solicitan de los beneficiados y poderosos ayuda para poder integrarse mejor en el sistema. ¡El cosmopolitismo ha llegado!
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David Held es un sociólogo británico especializado en Relaciones Internacionales. Sus teorías sobre esta disciplina le han llevado a ser considerado como uno de los principales pensadores de la corriente del cosmopolitismo, que defiende la existencia de una sola comunidad mundial por encima de razas, religiones y demás diferencias y en favor de una moral universal compartida al estilo kantiano.