AVISO

viernes, junio 29, 2012

El fin de la cooperación catalana


Foto de Perrimoon
Ayer, cautivo pero no desarmado el ejército social de la cooperación catalana, el Gobierno de la Generalitat de Cataluña escenificó su punto y final a una política pública que ha costado más de 25 años en levantar. En tan sólo dos años, sin dar explicaciones y promoviendo el fin de las entidades sociales de cooperación, el Govern de Artur Mas ha logrado finiquitar la cooperación catalana.

La escenificación del fin de la política pública de cooperación vino acompañada de una acampada delante (y en el interior) del edificio de Presidencia de la Generalitat de Cataluña, en Vía Layetana nº 14. Desde las 11 de la mañana, y hasta las 4 de la madrugada, varias decenas de trabajadores y trabajadoras de ONGD catalanas se presentaron allí demandando una entrevista con el President que ya llevaban reclamando hace tiempo por carta. El motivo de tal acción es doble. Por un lado la Generalitat de Cataluña debe 15 millones de euros a las ONGD catalanas. Esta deuda, contraída mediante concurso de subvención pública, ha obligado a las organizaciones a ejecutar los proyectos para los que fueron concedidas las subvenciones sin cobrar el dinero de éstas. Se han visto obligadas a contraer préstamos con entidades financieras para cubrir los fondos comprometidos por la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD).

El otro motivo de la movilización es el ataque del Gobierno de la Generalitat hacia el mundo de la cooperación. Desde la entrada del ejecutivo de Artur Mas, la ACCD ha visto cómo era la primera agencia pública en realizar un ERE. Además, el presupuesto de la Generalitat en cooperación ha descendido un 81%, de 49 millones de euros en 2010 a 9,5 para 2012. Este porcentaje aumenta al 93% si nos fijamos en el monto dedicado a subvenciones para ONGD.

Además, la ACCD dirigida por el equipo de Artur Mas ha modificado la política de cooperación que se tenía hasta ahora. Se continúa sacando convocatoria de subvenciones –aún a pesar de la deuda contraída- para justificar su existencia presupuestaria y su existencia física. Sin embargo, desde la primera convocatoria de la “era Mas”, la ACCD ha fijado como criterio de valoración que las ONGD concurran a la subvención auspiciando a una empresa privada catalana. Es decir, se utiliza la cooperación al desarrollo como una herramienta directa de financiación para la internacionalización de la empresa catalana. Pareciera que el Gobierno de la Generalitat se haya olvidado que las ONGD son en realidad entidades privadas, exactamente igual que las empresas, pero que en realidad cumplen una función social de manera activa y que, al no tener ánimo de lucro, reinvierten sus beneficios en su proyecto social y organizacional, no mediante beneficios a los accionistas.

El ataque pormenorizado hacia las ONGD catalanas ha llevado a que, según la Federació Catalana d’ONG per alDesenvolupament (FCONGD), al menos dos tercios de éstas tengan un grave problema de liquidez que se está llevando por delante puestos de trabajo y proyectos, así como la imagen catalana en muchos países del Sur. La misma FCONGD se ha visto obligada a despedir a la mayor parte de su plantilla debido a la quiebra de ONGD federadas.

La situación en el sector es crítica. Pero el Gobierno de la Generalitat no quiere verlo, y con la excusa de la falta de financiación va abriendo brecha en el tejido asociativo catalán. Una falta de financiación que no ha impedido a los poderes públicos abrir una convocatoria de 10 millones de euros para que empresas catalanas puedan participar en bolsa, o gastarse la friolera de 23 millones en licencias informáticas de Microsoft –que alguien instale Ubuntu en el ordenador del Molt honorable, por favor- o nada más y nada menos que 35 millones de euros en financiar el Circuit de Catalunya para que corran Fernando Alonso, Marc Márquez, Dani Pedrosa y otras personalidades patrocinadas por los bancos y cajas rescatados por los ciudadanos y ciudadanas.

La ruptura de la cooperación catalana deja en manos de las empresas del país la representación internacional. Y mientras al President se le llena la boca al hablar de solidaridad internacional en actos sobre Japón, otros terremotos de otras latitudes dejarán de contar con la ayuda catalana tan valorada hasta el momento. Adiós Cooperación al Desarrollo. Adiós Ayuda Humanitaria. Adiós sector social. Bienvenidos al neoliberalismo por la gracia de Sant Jordi.

PD. Puedes seguir el debate sobre la cooperación catalana desde Twitter, a través de la etiqueta #MasNoPaga.

viernes, junio 22, 2012

La cooperación de Japón en África Subsahariana


Son tiempos estos en donde la cooperación al desarrollo de los países de la OCDE se reduce presupuestariamente y en los que hablar en la Unión Europea de pobreza mundial es poco menos que predicar en el desierto. Son tiempos en los que los intereses de quienes estudian las dinámicas de la ayuda se están centrando tanto en la presencia china e india en el continente africano como en los flujos de cooperación sur-sur. Aparece así la imagen de una África Subsahariana como refugio de capitales, algo insospechado hace no más de 5 años. Del concepto de ayuda se ha pasado al concepto de oportunidad para las inversiones españolas, europeas y mundiales. 

En todos los análisis que estudian estas dinámicas, un actor pasa desapercibido, quizás camuflado aún en esa categoría de Estado pasivo (Reactive State) que en los años 80 acuñó el politólogo Ken Calder. Se trata de Japón, un actor a medio camino entre los donantes del norte y los nuevos actores de la cooperación del sur y que actualmente es el cuarto donante en África Subsahariana.

La política exterior de Japón vino marcada desde el final de la Segunda Guerra Mundial por las consecuencias de ésta. Apartada de la diplomacia internacional y con las consiguientes reparaciones económicas que realizar a sus vecinos asiáticos, la política exterior japonesa terminó por estar encaminada a la reconversión de las éstas hacia la política de expansión comercial. 

Sin embargo a comienzos de los 70 la relación entre Japón y el África negra comienza a estrecharse. Por una parte Tokio siente la necesidad de diversificar su suministro petrolífero a raíz de la crisis del 73, y por otra los jóvenes estados africanos significan votos para Japón en el seno de Naciones Unidas, en donde se encuentra aislado por sus vecinos asiáticos, en su intento de lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. 

Desde entonces Japón se ha puesto manos a la obra en la cooperación al desarrollo con África Subsahariana, y lo ha hecho desde los mismos principios que le condujeron a iniciar la cooperación en Asia desde 1956, cuando aún recibía ayuda del Banco Mundial: prioridad del préstamo frente a la ayuda; cooperación sólo a demanda; y principio de autoayuda.

Los porqués de la aplicación de estos principios se pueden encontrar en la misma historia de desarrollo de Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Tokio marca el mismo camino de disminución de la dependencia y de  condicionalidad de la ayuda que le llevaron a ser una superpotencia económica 40 años después del desastre de la contienda. Por eso sólo se implica en proyectos que hayan sido presentados por los gobiernos de cada país (a demanda) y sólo asume el compromiso en la financiación inicial del mismo, asumiendo el país receptor toda la gestión y financiación en el desarrollo del proyecto (autoayuda). Sólo el principio de priorización de préstamos sobre la ayuda directa ha sido modificado en el desembarco de la cooperación japonesa en África Subsahariana. En términos históricos, la relación Japón-África ha visto incrementar la AOD japonesa gracias a la implicación nipona en la Ayuda Humanitaria, sector que no se adapta a la política de préstamos. Fuera de este sector, Japón se ha convertido en un actor importante en el ámbito de infraestructuras y del sector comercial.

La agencia de cooperación japonesa, JICA, ha abierto hasta 31 oficinas en África Subsahariana. Y aunque África Oriental es la zona de mayor presencia, el enfoque territorial japonés se basa en la colaboración con países, y no con regiones. Son Kenia, Tanzania y Sudán sus socios más importantes en el continente. E incluso ahora que Sudán se ha dividido en dos, su colaboración con el nuevo Sudán del Sur se ha materializado con la reconstrucción del puerto de Juba por parte del ejército japonés.

Japón se sitúa por tanto a medio camino entre los agentes del Norte y los agentes del Sur tan interesados en cooperar con África Subsahariana. Sus principales intereses en la región son de seguridad y de suministro de recursos y a pesar de las críticas que siempre se le han hecho de buscar un interés cortoplacista en su relación con los países subsaharianos, Japón está demostrando una visión más a largo plazo. Sólo así se explica la creación de las Conferencias Internacionales para el Desarrollo de África realizadas en Tokio, TICAD por sus siglas en inglés, que nacidas en 1993 están a punto de celebrar su quinta reunión. O la posterior creación del Foro África-Japón, asociado a las TICAD. 

Si durante los 80 Japón pasaba por jugar un rol pasivo en las relaciones internacionales y en la política de cooperación con África, el cual tuvo su punto álgido cuando sólo las fuertes presiones internacionales lograron finalizar el apoyo de Tokio al régimen sudafricano del apartheid, en la actualidad su compromiso con el sistema de cooperación está resultando mucho más fuerte en el continente. África Subsahariana sigue siendo la segunda región mundial con presencia de la JICA, pero programas importantes de la cooperación japonesa, como el programa de Japoneses Voluntarios de Cooperación en el Extranjero (JOCV), ya cuentan con más presencia en África Subsahariana que en Asia.

En la medida en que Japón logre agilizar su burocracia ministerial –que constituye un grupo de poder interno de gran fuerza- en su relación con los gobiernos su presencia en África Subsahariana será más importante. Lo que en los 80 se interpretó como pasividad internacional del país nipón se está transformando en una cooperación y una diplomacia con los países de África Subsahariana silenciosa pero estrecha y efectiva. Las consecuencias de la recuperación del país tras el terremoto y el tsunami de 2011 pueden hacer bajar la capacidad japonesa de vincularse con los países africanos, pero sólo de manera temporal. El puente entre ambas regiones parece tendido y viendo los estrechos vínculos económicos y sus consecuencias que Japón ha logrado establecer con muchos países de Asia a través de su cooperación internacional, convendría no perder la pista a la aventura nipona al sur del Sahara.

martes, junio 19, 2012

Sistemas Políticos Africanos en el VIII CIEA


Asistentes al VIII CIEA atienden una ponencia
En el marco del VIII Congreso Ibérico de Estudios Africanos se desarrolló el Panel sobre Sistemas Políticos Africanos que me he encargado de coordinar junto con la Profesora Gema Sánchez Medero.



El panel estaba dedicado a estudios de caso sobre países africanos y la explicación de sus sistemas políticos. En concreto, el descriptor del panel era el siguiente:




Las interpretaciones sobre el estado africano más comunes en el ámbito de la Ciencia Política consisten en una (i) interpretación neopatrimonial del mismo; (ii) la conceptualización de una estructura híbrida, donde el estado y la sociedad civil se ven afectadas por normas surgidas de la vida colonial y normas tradicionales; y (iii) el rechazo a un supuesto trasplante de las estructuras coloniales al territorio africano.

Dichas posturas de análisis pasan por encima de las estructuras políticas africanas, restándoles valor y sentido. En el ámbito del estudio de los sistemas políticos, África Subsahariana no ha sido un área geográfica que aglutine grandes estudios en parte por las mencionadas interpretaciones y en parte porque los estudios se han centrado más en cuestiones como la debilidad o fortaleza de los estados africanos, el patriominialismo, la buena gobernanza o la dependencia de los sistemas políticos africanos del sistema político mundial.

El presente panel se centrará en el estudio de los sistemas políticos africanos, poniendo en valor sus estructuras, valores e instituciones. Y lo hará tanto desde el estudio de casos africanos individuales como desde una perspectiva comparada que tome en consideración sólo casos africanos o casos africanos junto con otros de áreas geográficas diferentes.
Se presentaron 14 ponencias, de las que seleccionamos 10, y de las que luego se disculpó un ponente. Al final organizamos dos sesiones, una sobre sistemas políticos del Mediterráneo y otra con aquellas ponencias relacionadas con sistemas políticos de África Subsahariana. La relación fue la siguiente:

Sistemas políticos del Mediterráneo.

La segunda Yamahiriya libia: una estrategia de supervivencia fracasada. Por Jesús Jurado Anaya.

El sistema político de la República de Túnez: instituciones, actores y procesos. Por Rubén Tamboleo.

El sistema político de Marruecos y la reforma constitucional de 2011. Un nuevo enfoque preventivo frente a las primaveras árabes. Por Paloma González Gómez del Miño.

El mapa político de Egipto tras la caída de Mubarak. El papel del estamento militar y de los islamistas en el escenario de la transición. Por Borja Fontalva Cabeza.

Sistemas políticos de África Subsahariana.

El boom de las infraestructuras y los sistemas políticos africanos. Por Iván Cuesta Fernández.

¿Constitucionalismo africano vs. Regímenes políticos? Por Juan Álvarez Cobelas.

Poder civil y poder militar. Las dificultades de una histórica tensión en el estado postcolonial africano. El caso de Nigeria. Por Eduardo Carreño Lara.

El sistema político del nuevo Malawi. ¿La continuidad de la “cultura política del camaleón”? Por HildaVarela Barraza.

Cuotas y democracias: la participación de la mujer en los parlamentos latinoamericanos y africanos. Por Gema Sánchez Medero.

Fueron nueve ponencias, todas ellas muy interesantes, que ayudan a entender un poco más procesos constituyentes como los de Marruecos, las revueltas árabes de 2011 y sus consecuencias, la relación cívico-militar en África o las raíces de las constituciones subsaharianas.

El pequeño éxito que para nosotros, los dos coordinadores, supuso recibir tal cantidad y calidad de ponencias se vio acompañado de un éxito aún mayor que es en gran parte culpa de los ponentes y de sus propuestas de comunicación. Y es que el Panel recibió una afluencia de público que no es la habitual en este tipo de congresos científicos donde normalmente sólo están los ponentes, los coordinadores y una o dos personas interesadas. En nuestro caso recibimos con agrado la sorpresa de que asistió mucho público independiente del panel, con interés en África y sus sistemas políticos, que hicieron propio el turno de preguntas y ayudaron a mantener un debate que sólo se acabó porque llegó la hora de cerrar el Congreso. Hasta 32 personas se pasaron por la primera de las sesiones. Y hasta 45 personas por la segunda, dejando claro que un aula de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM puede quedarse pequeña. Un gran número de asistentes, en definitiva, al que hay que sumar su calidad pues muchos de ellos eran conocidos profesores o investigadores de la realidad africana.

La organización, huelga decirlo, fue impecable y tuvo también gran parte de culpa de que este CIEA supusiera un éxito. La gente del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid sabe organizar bien las cosas. Aunque eché de menos que el Congreso no se celebrara en su casa, en la Facultad de Derecho o el vecino Edificio de Ciencias Jurídicas, Económicas y Políticas donde hemos realizado tan interesantes debates.

Ya sólo nos queda esperar al siguiente CIEA, de aquí a dos años si la periodicidad continúa y la crisis de la deuda en los países mediterráneos nos lo permite. Allá nos volveremos a ver, con una iniciativa semejante a ésta o con iniciativas nuevas que podamos realizar con el fin de fortalecer los Estudios Africanos desde España y Portugal.

Para ver los resúmenes de las ponencias, sigue este enlace.

domingo, junio 03, 2012

Trabajar en Naciones Unidas (2012)

Foto de US Mission Geneva
Un año más se abre el concurso para que ciudadanos y ciudadanas de nacionalidad española puedan incorporarse a Naciones Unidas en el denominado Young Professional Programme (YPP). Los requisitos para quienes deseen participar en este concurso son los siguientes.

Ser menor de 32 años el 31 de Diciembre de 2012.
Tener un título universitario de grado.
Excelente nivel de inglés y francés.
Tener nacionalidad española (en el caso de los exámenes y puestos que se concursan en España).


El concurso afecta a 40 puestos de diversas áreas temáticas:

Arquitectura.
Asuntos Económicos.
Asuntos Políticos.
Asuntos Sociales.
Producción de radio (portugués y suajili).
Tecnologías de la información.

El plazo de presentación de solicitudes está abierto desde el 13 de julio al 12 de septiembre de 2012 y los exámenes se celebrarán el día 5 de diciembre de 2012 en Madrid. 

Por último, en la selección se tendrán en cuenta los siguientes criterios:

Idiomas (excelente conocimiento de otros idiomas oficiales de Naciones Unidas, como árabe, chino, español o ruso).
Titulación superior en el área convocada.
Experiencia laboral en el área convocada.

Del proceso de selección se responsabiliza el Departamento de Recursos Humanos de Naciones Unidas. En su web se puede encontrar información sobre otras convocatorias del YPP que afecten a otras nacionalidades.