Foto CC de jedalani |
Desde entonces la población malí ha sobrevivido como ha podido a la
inseguridad alimentaria, a la inexistencia de una Administración pública
descabezada por un Golpe de Estado militar y a la espera de que los actores
internacionales decidieran intervenir de una manera u otra. La manera escogida
ha sido la de una intervención militar unilateral, retrotrayéndonos a los
momentos más estelares de 2001. Hemos escuchado a François Hollande –la última
esperanza blanca europea para el Estado de Bienestar- decir que Francia
permanecerá –intervendrá- Mali hasta que las tropas islamistas hayan sido
derrotadas. Y hemos escuchado a David Cameron –la esperanza y ejemplo de la
Europa liberal- afirmando que está en peligro “nuestro modo de vida”. El
terrorismo ha vuelto a constituirse como el leitmotiv
oficial de la política exterior de los estados occidentales. George Bush
Jr., te esperamos impacientes.
Cuando en 2012 se escenificó la inoperancia del gobierno militar malí para
hacer frente al reto secesionista de Azawad las reservas –económicas y
militares- de los países de la OTAN estaban bajo mínimos tras la intervención
de Libia –origen de estas tempestades. Todas las miradas apuntaban a una
intervención delegada realizada a través de los países que forman la CEDEAO
(ECOWAS). Una intervención africana para un conflicto africano. El problema es
que los más de diez años de programa de formación y cooperación militar de los
países de la Unión Europea y EEUU con los países del Sahel no habían terminado
de dar frutos. Se necesitaba una formación más adecuada y, por tanto, tiempo
para llevarla a cabo. Naciones Unidas, en un informe de hace pocos meses, ya
hablaba de una posible fecha de intervención conjunta africana: Septiembre de
2013.
Sin embargo a comienzos de Enero de este año los movimientos islamistas
realizaron movimientos de acercamiento a Konna, desde donde la llegada a
Bamako, la capital, era franca. Esto precipitó la decisión francesa que ha
provocado la creación de un Afganistán a
poco más de 6.000 km de París –y 4.900 de Madrid. Porque esto, la creación de
un problema militar de difícil solución y el enquistamiento de la situación en
la región, está fuera de toda duda.
Si alguien piensa que las tropas islamistas no van a llamar a la acción
internacional de sus bases, igual que se realizó en Afganistán o en otros
tantos lugares, no conoce la voluntad de Al-Qaeda por invertir esfuerzos en el frente de África del Norte. La expulsión
de estas fuerzas sólo puede suponer su instalación, y consecuente
desestabilización, de otro país. Puede que los países occidentales no estén en
guerra contra el Islam, pero a fe que lo parece. Se han pasado diez años
secuestrando, torturando, asesinando, bombardeando, invadiendo y ocupando países
de mayoría musulmana (Afganistán, Iraq, Libia, Pakistán, Somalia). Más leña al
fuego que se encargan de avivar constantemente las fuerzas islamistas.
Cuando nos centramos en los porqués de la intervención francesa es muy
tentador fijarse en sus intereses económicos en la región. Francia interviene
porque es la que más tiene que perder con la pérdida de Mali. Sus empresas
tienen los contratos más jugosos de extracción de uranio. Pero además no se
puede olvidar que París tiene el gatillo fácil. En nombre de la razón, la
protección de nuestro modo de vida o de la democracia global, Francia ha
intervenido en África tanto como ha querido desde el final de la Guerra Fría.
Estos antecedentes de defensa de sus intereses económicos –o de sus empresas-
en el continente conforman una explicación completamente coherente. China ya
les está haciendo mucho daño con su guerra comercial –y silenciosa- en África
Subsahariana. Demasiado como para perder piezas por el camino. El
intervencionismo francés es común a las diferentes fuerzas de gobierno,
traspasa colores, genera intereses económicos en las empresas cercanas al
Eliseo e intereses militares entre los altos mandos del ejército de la
República.
El Reino Unido o Estados Unidos no van a dejar sola a París. A pesar de los
gritos desesperados de algunos políticosfranceses que
antes se denominaban pacifistas y contrarios a la intervención, el resto de
países de la Unión Europea a duras pena tiene suficiente con aguantar la crisis
económica y los continuos ataques al Euro. Londres, a través del apoyo
logístico aéreo, y sobre todo Washington también están jugando sus cartas. Obama ha firmado un pacto de última hora
con Níger para poder operar desde este país con los famosos drones. Si yo fuera líder de Boko Haram
iría dándome por aludido.
Tendremos por tanto una intervención francesa que poco a poco se irá
retirando –nunca del todo, pues es un territorio demasiado extenso- a favor de
una posible fuerza de ocupación africana –se habla de tropas de Burkina y, en
especial de Nigeria- que necesitará tiempo para terminar de formarse y hacerse
con el control operativo de las instrucciones dictadas por el Eliseo. Y
alrededor de esta intervención terrestre, una operación más quirúrgica de
asesinato selectivo organizada por el Pentágono a través de las operaciones no
tripuladas.
La intervención iniciada por Hollande complica la solución del puzle de
Mali al internacionalizar el conflicto en sí mismo. Frente a una posible
solución negociada y arraigada en el control que sobre el territorio tienen las
fuerzas tuareg –que podrían haberse transformado en aliadas de Bamako a través
de mecanismos de reconstrucción del Estado malí y de la ingeniería
constitucional desde la base- París ha impuesto la visión guerra contra el terror, un escenario donde los movimientos
islamistas se mueven mejor que nadie y donde consiguen más ventajas al mantener
el fuego de su lucha encendido. A partir de ahora todo lo que haga Francia, la
Unión Europea o las propias Naciones Unidas será interpretado por los
movimientos islamistas como una afrenta más al Islam o una derrota de los
valores occidentales, sirviendo la intervención de Francia como amplificador
del discurso y, por tanto, escondiendo el resto de sus complejidades.
La ruta de la democracia interna, que permitiera a los malienses controlar
sus recursos minerales y económicos, no se contempla. Ellos son sólo víctimas
de los movimientos de estos dos actores globales.
5 comentarios:
Muy bueno, sí señor. Es patético como nos cuentan en los medios normales que los yihadistas huyen sin combatir contra los franceses. Y yo que creía que ese era el ABC de la guerra de guerrillas... Lo único que está claro es que los políticos occidentales jamás aprenderán. Los franceses la lían en Libia, la lían en Siria, en ambos casos (simplificando mucho, lo sé)apoyando a/valiéndose de los yihadistas; para acabar metiéndose en lo que muy bien denominas otro Afganistán en Mali.
Y todo por ser absolutamente incapaces de plantearse tratar a los africanos con un mínimo respeto en lugar de saquearlos mientras se les dan lecciones de democracia y respeto a los derechos humanos. A lo mejor tendrían algo que aprender de los chinos y hacer negocios en vez de robar.
Hombre pcbcarp, no creo que poner a China como ejemplo sea lo más acertado.
¡¡Noooo, por Dios!! Me refiero a no pretender dar ejemplo y, ya que se hacen negocios, limitarse a hacerlos sin, encima, pretender parecer guay.
Tu exigente público te demanda una nueva entrada. Hace más de un mes que esperamos. En serio, mi enhorabuena por el blog, sé que es un trabajo solitario y el feedback resulta siempre alentador. Estaré encantado de leer una nueva entrada.
Un saludo
estamos muy cerca de una guerra. mondial. siempre las crisis hag generado guerras
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