AVISO

martes, julio 20, 2010

El retorno del capital africano

Durante años, cientos de miles de economistas han tratado de aventurar qué condiciones harían de África un continente valorado y capaz de generar su propio desarrollo sin dependencias económicas externas. Al menos, estas son las intenciones que dicen tener quienes, en el juego de la política económica, terminan por imponer el ajuste estructural y la reforma económica del Estado africano, aliviando su carga y potenciando al dios mercado como único generador de riqueza.

Pero el camino no funciona. Solución tras solución, los líderes del gobierno global hacen como que se sorprenden de su propio fracaso y dan paso a las mismas ideas en botes diferentes, en gran parte gracias al juego de las élites africanas, como bien señala Bayart. No hay plan económico que se pare a pensar cómo se desarrollaron a esas velocidades quienes hoy día dominan el mundo. En el ensayo Retirar la escalera, de Ha-Joon Chan, sí que se hace. En dicho ensayo, y sobre la base de investigar la Historia Económica de los países europeos, Chan defiende la necesidad de que los países pobres apliquen la misma serie de medidas estructurales –en esencia, aduaneras- que aplicaron los hoy dominadores, es decir, justo lo contrario que lo que pregona hoy día la OMC.

Sobre la base de un fuerte control aduanero, asegura Chan, los gobiernos serán capaces de proteger los mercados internos, primeros en generar riqueza, al tiempo que, a través del levantamiento del arancel, permiten la exportación de productos clave que su país no produce y necesita para seguir creciendo.

Pero no sólo de aduanas vive el crecimiento. Para que el mercado interno se desarrolle resulta imprescindible la generación de conocimiento. Chan nos cuenta la historia del robo de tecnologías entre los diferentes reinos europeos al inicio de la revolución industrial. Eran unos tiempos donde no existían las patentes mundiales que hoy existen, sino un férreo control sobre los pocos técnicos que conocían los avances. Así se generó, entre las coronas europeas, un comercio de expertos en telares y demás maquinaria vital para la economía nacional que llevó incluso al secuestro como si de la República de Corea del Norte y científicos japoneses se tratase.

Naturalmente, hoy el secuestro de expertos no estaría bien visto. Y en el comercio de éstos, es decir el mercado laboral, África no puede competir. África, por tanto, ha de generar su propio conocimiento o apoyarse en la generación de otros que, de manera solidaria, decidan aplicar la generación de tecnología a los problemas del desarrollo.

Las labores solidarias son importantes, sin duda, pero no generan cambios estructurales. O, al menos, éstos no han de depender exclusivamente de ellas. África, como decíamos, ha de ser capaz de generar su conocimiento propio y, aún más importante, ha de saber mantenerlo en casa.
Raro es el ámbito de las ciencias sociales, experimentales o matemáticas, o incluso en los ámbitos de la salud, la ingeniería o las humanidades, que no cuenten con una gran figura de origen africano. Lo que sí resulta raro es que esas figuras se hayan formado en Universidades africanas. Y lo que resulta casi imposible es que estas figuras decidan quedarse en su país de origen y formar a los nuevos estudiantes africanos.

El Día de África, el 25 de Mayo, en un discurso en el Instituto de Liderazgo que lleva su nombre, Tabo Mbeki pronunció una conferencia señalando a éste como el punto de partida para que África mejore. La creación de líderes científicos africanos en centros universitarios del continente y la capacidad de mantenerlos allí, en una época en la que no se estilan las prohibiciones de salir del país ni las retiradas injustificadas del pasaporte. Este es uno de los mayores retos que afrontan todos los países africanos y al que han de encontrar soluciones.

Dado que el derecho internacional de patente no va a ser derribado en un plazo de tiempo aceptable, pareciera que sólo a través de la generación de conocimiento propio se pueden forjar los ritmos de producción capaces de ser protegidos por una política aduanera agresiva y combativa con los preceptos de la OMC.

Desde fuera, además de apoyar cualquier iniciativa africana en este sentido, podemos hacer aún más. Además de los medios para investigar, uno de los motivos que fuerzan la salida de los investigadores africanos está en el prestigio profesional que residen en formar parte de una universidad europea, cualquiera que sea, en lugar de pertenecer a la mejor universidad africana. La comprensión de los ritmos del mundo universitario africano y la promoción de éstos como centros de investigación reconocidos puede suponer un cambio en la mentalidad del universitario africano y que éste vea la opción de quedarse en su universidad de formación como una alternativa atractiva aún a pesar de la limitación de medios que pudiera tener.

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Si te interesa más sobre este tema, no dudes en consultar el análisis de Alex de Waal en African Arguments. Aquí lo tienes.

8 comentarios:

Dramaturgo del Café dijo...

¿Cuán honesto es el deseo de los sistemas gubernamentales y económicos más poderosos de que el pueblo africano y suramericano obtenga su independencia económica y un nivel intelectual con ideas y metas propias? Hasta el día de hoy, cuando el mundo se reúne para fijar los precios mundiales del café crudo, los negociantes en la mesa son los países con los sistemas poderosos. En estas mesas no se encuentra ninguno de los producentes de café. Colombia, Etiopía, Kenia Ecuador y Brasil, los mayores y más importantes producentes del café no toman parte en estas decisiones. A estos países se les ofrece ayuda financiera pero no es eso lo que les ayudaría a subir al nivel necesario con independencia mental y económica.

Harry Reddish dijo...

Interesante reflexión la tuya y la del comentarista, sin embargo creo que están encuadradas en una visión etnocéntrica acerca del desarrollo.

Predicamos un desarrollo estandarizado de todas las naciones de la Tierra basado en crecimiento económico, intercambio comercial y otros indicadores enmarcados en la superestructura de la globalización. Sin embargo no nos preguntamos si el modelo planteado coincide con el acerbo cultural de esos pueblos.

El estandar estatal impuesto sólo ha devenido en subdesarrollo de aquellas regiones que bajo nuestra cosmogonía han sido sometidos y sojuzgados.

El plantear soluciones estatales en lugares donde no existe la institucionalidad del mismo Estado es como construir una casa sin cimientos, que al mínimo viento se cae (eso desde nuestra perspectiva etnocéntrica). La cosa sería ver cuál es el concepto que tienen estos pueblos sobre el desarrollo y cuáles son las soluciones que estos plantean para conseguirlo.

Fernando Díaz | elsituacionista dijo...

Dramaturgo del café, obviamente los estados africanos y sudamericanos -no digamos ya ambos pueblos- no son quienes dirigen el mundo. Sus producciones tienen unos precios fijados en unos mercados internacionales sobre los que ellos no tienen control -y como se ha visto recientemente, tampoco tienen control los Estados del Norte. Lo que sí pueden hacer los Estados africanos y sudamericanos es salirse del círculo del libre mercado-préstamos internacional para el desarrollo, es sólo una cuestión de decisión política, y tomar las medidas que mejor le convengan a su economía. Chile o Botswana son ejemplos de que se puede hacer política al margen de las directrices del FMI o del BM, aunque se vean obligadas a mantener relaciones con éstas instituciones.

Sobre la honestidad de los tipos que promueven el ajuste estructural en el mundo... qué quieres que te diga. Prefiero pensar que hay mucho incompetente por el mundo, malintencionado y creyente del neoliberalismo en tiempos de bonanza y de la ayuda estatal en tiempos de crisis, a que exista una conspiración mundial.


Harry, si hacemos como dices la pregunta sobre qué concepto de desarrollo tienen esos pueblos, seguiríamos siendo etnocentristas y todo lo que tú has dicho pues, ¿por qué han de tener un concepto de desarrollo? ¿Quién te dice a ti que todas las culturas y sociedades buscan el desarrollo?

Mi idealismo es más práctico que el tuyo. Estamos en un sistema político internacional, basado en Estados, en el que participan todos los rincones del mundo en donde hay humanos. Actualmente somos 192. Puede que la figura del Estado no sea la que menos interfiere y bla, bla, bla... pero es la que hay y sobre la que se ha construido históricamente el primer sistema político internacional (que sí, que no es más que el europeo pero ampliado).

En este caso, teniendo el sistema que tenemos, lo que resulta claro es que a nadie le viene mal una política arancelaria fuerte y un refuerzo y estímulo en sus formaciones educativas que tengan traducción en el ámbito productivo.

Un saludo a los dos.

Harry Reddish dijo...

Aclarada tu perspectiva pragmática y desde mi idealismo, según tú, naïve (que luego soy yo el que no cree en la autodeterminación de los pueblos); la cuestión que te planteo es la que ya te hice en mi primer comentario ¿cómo hacemos que funcione la panacea arancelaria y el estímulo formativo con traducción en el ámbito productivo en países donde la institucionalidad del Estado no existe?

Hay muchos ejemplos de crecimiento autocentrado, que es a lo que te refieres con las políticas arancelarias fuertes (en América Latina te podría citar varios ejemplos) que no sólo han devenido en rotundos fracasos, sino que también han aumentado la brecha de la desigualdad al favorecer a determinados elementos que han aprovechado la debilidad del Estado, esto es, la falta de institucionalidad, para medrar. Yo sólo pondría a Chile como ejemplo de crecimiento económico pues en cuanto a lo que se refiere a desarrollo humano creo que su brecha de desigualdad es de las más altas del mundo (eso por no contar otros indicadores). Creo que el caso de Botswana es similar.

Como ves, todo depende del concepto de desarrollo que manejes. Si lo entiendes como crecimiento económico, vale, pero creo que el desarrollo no es sólo eso (o eso es lo que nos quiere hacer creer la ONU). Hay otros muchos indicadores que, como bien sabes, son también importantes.

Fernando Díaz | elsituacionista dijo...

Harry, no te estoy llamando naif en ningún momento. Simplemente somos de diferentes posturas.

Sobre la inexistencia del Estado. No es inexistencia como tal. Lo que no existe es un Estado al estilo occidental. Ni allí, en África, ni América Latina -por mucho que se haya creado una estructura de similares características, no funciona igual- o Asia.

Al menos en África, como señalan Chabal y Daloz, el Estado es una estructura política basada en la gestión de un orden no moderno -ellos, de manera provocativa, lo llaman desorden. ¿Invalida eso la figura del Estado africano? No lo creo, pero sí invalida nuestra manera occidental de acercarnos a él y comprenderlo.

Por cierto, desde que has entrado en esta casa -que mira que te ha costado entrar ¿eh?- el debate se pone muy interesante. Con aportaciones de esporádicos -como Dramaturgo del Café- que esperamos que se hagan asiduos, y aportaciones como la tuya y alguna otra de Eva -a la que esperamos por aquí dentro de poco- el blog tiene mejor pinta :)

Seguiremos combatiéndonos las ideas.

Un abrazo.

Pere dijo...

Tengo la sensación que los comentarios se han alejado un poco de la idea inicial del post, o al menos, de lo que yo saqué como idea principal: hay que fomentar la formación universitaria en los países africanos. Esto me lleva, desde mi ignorancia e ingenuidad, a ampliar la idea y reclamar una educación universal desde bien niños en estos países (sabiendo lo difícil que resulta). No creéis entonces, que los propios ciudadanos tendrán las herramientas necesarias para saber si quieren o no desarrollo y qué tipo de desarrollo quieren?

Fernando Díaz | elsituacionista dijo...

Hola Pere, qué bien verte por aquí.

Sí, el debate se ha marchado un poco de la idea inicial de la entrada. Pero eso siempre pasa.

Sobre lo que comentas. Sí, está claro que la educación básica es fundamental. Para todos los aspectos, no sólo para el desarrollo.

Creo sin embargo que la formación universitaria es otro problema a parte que tiene que ver con la capacidad de los países africanos de mantener el capital intelectual que, o bien se ha formado allí o bien se ha formado en los países ricos. Sin este cuerpo de, llamémosle, I+D propio, ninguna dependencia de patentes extranjeras se romperá.

Un abrazo.

Harry Reddish dijo...

Ante todo pedir disculpas por las digresiones off topic, que si bien están relacionadas con el tema, a veces distraen la atención. Mil disculpas, Pere y el_situacionista.

el_situacionista, ya sé que no me llamas naif, faltaría más. Ambos somos idealistas, pero tenemos diferentes enfoques y lo interesante aquí es, como tú le llamas, el combate de ideas, concepto que adoro y que, a veces, echo de menos. Lo bueno es que aquí tengo un lugar para echar una peleita. ;-)

Siguiendo tu línea argumental y contestándote al tema del Estado africano, en ningún momento he puesto en duda su existencia. Estado existe hasta en Somalia, pero, ¿qué Estado?. Es ahí donde te hablo de falta de institucionalidad, es decir, que el imperio de la ley por el que deben regirse todas las instancias de ese Estado (y ahí que cada Estado se rija por las que deseen, idealmente, sus ciudadanos) brilla por su ausencia o se aplica a discrecionalidad del cacique de turno.

Es precisamente esa falta de institucionalidad la que hace que conceptos como los que barajas (política arancelaria, estímulo formativo) se conviertan en esfuerzos ineficaces. Todo ello sumado a la competencia con otros países más desarrollados que tampoco son hermanitas de la caridad.

Frente al panorama adverso, la única alternativa que les queda es fomentar esos espacios de gobernabilidad dentro de bloques regionales, limando las asperezas que tienen entre sí estos Estados