Acostumbrado a tener
familia escritora he desarrollado con los años un pequeño reparo a leer lo que
ellos escriben. Otro tanto de lo mismo cuando se trata de amigos. Ninguno de
ellos es Dickens, pero eso no significa que sean malos. Sencillamente es que
una coma mal puesta, cuando el que la pone es alguien conocido, duele más que
si la escribe un completo desconocido. El dolor se hace más intenso cuando lo
que falla no son las comas, sino los argumentos. Con todo, siempre venzo ese pequeño
reparo y me lanzo hacia la aventura de la lectura en la que seguramente puedo
encontrar muchas más referencias ocultas que en las del mismísimo Dickens. No
hay nada como conocer datos del autor que se lee en cada momento.
Por eso cuando me
encontré con Cafè Zoo, ganadora del Premio Literario de la Ciudad de
Barcelona y del Premio Literario Països
Catalans – Solstici d’Estiu, y escrito
por Ana Moya, a quien conozco porque los dos colaboramos en el Centro de
Estudios Africanos de Barcelona, me atreví a vencer el reparo y me animé a
leerlo con detenimiento.
Esta primera novela de
Ana, camuflada como presunto libro de cuentos, nos narra las historias de un
personaje central de Windhoek, la capital de Namibia. Se trata del homónimo
Café Zoo, un viejo café al uso de las costumbres europeas de comienzos del
siglo XX y que aún hoy atestigua el pasado colonial de esa ciudad. El mapa que
figuran las mesas y las sillas del café nos trasladará a menudo a otros
rincones de la ciudad o del país, paseándonos por su historia política y
social.
Las relaciones entre la
población blanca y negra, sus cambios de estatus económicos y sociales, la
permanencia de las divisiones raciales aun informalmente o los ecos de las
luchas por la independencia se trasladan a estas páginas color café y nos hacen
partícipes del pulso de una ciudad tan lejana de los estereotipos y lugares comunes
cuando hablamos de África. Los personajes se nos describen desde su propio y
complejo interior y en ocasiones muestran el pulso de la convivencia propia de
la sociedad africana.
Una novela recomendable,
en definitiva, incluso para quienes no están acostumbrados a leer en catalán.
Esperamos que pronto algún editor en castellano se atreva con ella para que
aumentemos su potencial público. A ver si así conseguimos entre todos llenar
las sillas libres que quedan en el Café Zoo.
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