Foto Jon S |
A raíz de los sucesos de Garissa y la poca repercusión
mediática que han tenido las 147 víctimas mortales, se ha vuelto a encender un
debate un tanto recurrente sobre si está África suficientemente representada en
los medios de comunicación occidentales. Una redactora del Diari ARA se propuso
escribir un artículo
sobre que se publica hoy, y para ello me solicitó que le explicara mi
opinión sobre el tema. Lógicamente el artículo no refleja sólo mi punto de
vista ni, evidentemente, muestra absolutamente todo lo que le dije. Para esas
cosas está este blog, y en este artículo desarrollo aquello que le expliqué a
la periodista del ARA.
Resulta obvio decir que África no tiene el espacio que
política, poblacional, económica, social y culturalmente se merece en el
periodismo español. Son pocos los medios que se hacen repercusión sobre lo que
en África Subsahariana pasa, y para entender qué ha llevado a esta situación,
es interesante comprender dos motivos.
Históricamente, España se siente más identificada con
América Latina que con África Subsahariana. No hemos tenido lazos históricos
tan fuertes con las tierras al sur del Sáhara como otros países de nuestro
entorno. Gran Bretaña, Francia, Alemania o incluso Bélgica, Holanda o Portugal
han tenido una presencia colonial mucho más importante que la nuestra, que se
dedicó al continente latinoamericano. La colonización española se redujo a
Guinea Ecuatorial y el Sáhara Occidental, y son éstos dos episodios de nuestra
historia de los que hemos huido, que no hemos afrontado como debiéramos. Ni
para asumir nuestra responsabilidad histórica y actual en el devenir de estos
países, ni para asumir nuestras atrocidades en aquellas zonas. Incluso hemos
abandonado la memoria colonial. Hasta hace poco, los intentos por reconocer a
las poblaciones expatriadas a Guinea o al Sáhara habían sido escasos. Podéis
revisar el estupendo Els
catalans de Guinea de TV3, en este sentido.
La poca presencia histórica de España al sur del Sáhara y el
abandono de nuestra memoria ha tenido muchos efectos, como que neguemos la
condición de esclavistas
a personajes que incluso tienen una plaza en el centro de Barcelona.
Pero también hay motivos políticos. Nuestra sociedad
comienza a despertar al interés por África Subsahariana durante la expansión de
la política internacional de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero. A partir de
2004 se toma la decisión de reducir el déficit de presencia internacional que
tenía España si tenemos en cuenta su peso político y económico mundial. Fue el
momento del incremento del presupuesto para la cooperación o el Plan África; de
la creación de una política de diplomacia pública que llevó a la Vicepresidenta
Fernández de la Vega a realizar visitas oficiales a países subsaharianos, y que
desembocó en la apertura de Casa África.
Más interés político, con un aumento de los recursos y de
las relaciones entre África y España, se debería de haber traducido en más
interés mediático. Nuestros medios informan de aquello que es políticamente
importante, ya sea por motivos geopolíticos, económicos o sociales. Pero la
fase de expansión de la política española en África Subsahariana fue en
paralelo a una crisis del modelo de negocio de los grandes medios españoles de
la que aún no se han recuperado. Con estas limitaciones, cerrando corresponsalías
y reduciendo costes, endeudándose para intentar mantenerse, los medios de
comunicación no pudieron desarrollar esta cobertura mediática, y todo se quedó
como estaba. A la crisis de los medios le siguió la crisis económica, que se
llevó por delante las políticas de presencia española al sur del Sáhara.
Estas dos crisis han coincidido en un momento en el que el
interés de la sociedad española por África está aumentando. Basta ver el éxito
de un libro como Océano
África, de Xavier Aldekoa, que
en otra época hubiera pasado sin pena ni gloria a pesar de su calidad. Basta
ver que contamos con la que posiblemente es la mejor generación de periodistas
españoles que trabajan y viven la profesión en África Subsahariana. Una
generación joven que tiene un largo recorrido por delante. Otro síntoma del
interés por África es que hasta hace unos años sólo contábamos con cursos de
especialización en Madrid y Barcelona. Me refiero al Máster
de Estudios Africanos de la UAM y al estupendo curso de
posgrado del Centro de Estudios Africanos de Barcelona. Los festivales de
cine africano se reproducen como esporas. Los blogs sobre África también. El Señor Kurtz tiene ya 9 años de actividad,
y cuando salimos con esa primera entrada,
éramos bien pocos los que escribíamos sobre África en los blogs. También
contamos con medios especializados en información sobre África en castellano: GuinGuinBali se ha convertido en el referente
inevitable sobre este ámbito, pero también destaca Wiriko, cubriendo el ámbito cultural subsahariano
de una manera inigualable.
Pero aun así la información de los medios tradicionales
sobre África no termina de arrancar. Y cuando lo hace, muestra que no le da
mucha importancia. Los medios que deciden tener un corresponsal en África, lo
hacen para todo el continente, produciendo las paradojas que Sebas de Wiriko denunciaba
en su vídeo la semana pasada, que terminan cubriendo acontecimientos en
Kenia desde Ouagadougou. Desconozco cómo trabajan los compañeros que son
corresponsales en África para periódicos españoles, pero intuyo que si desde
Burkina Faso tienes que escribir sobre lo que pasa en Kenia, seguramente lo
harás con la misma información de base que un compañero que lo hace en Madrid.
Foto de aquí |
Ocurre, otras veces, que la información sobre África queda
aparcada en la web y no pasa nunca al papel, con todo lo representativo de la
importancia que le dan desde la dirección del diario. El País, por ejemplo,
lleva un tiempo lanzando Planeta Futuro,
una sección patrocinada por los Gates a imagen y semejanza de World Development del Guardian
británico, y que alojan exclusivamente en su web, casi como un blog.
También sucede frecuentemente que la información ofrecida
está ogneizada –y perdonarme por el
adjetivo-, cargada de buenas intenciones pero escrita con una carencia de
análisis apabullante. Como casi siempre que sale África en las noticias es para
hablar de conflictos, guerras o epidemias se intenta compensar este negativismo
a través de un contar historias de éxito, con fuerte carácter humano.
En mi opinión hace falta hablar de temas negativos de
África. Hace falta hablar de la crisis del ébola, que aún continúa existiendo.
Hace falta hablar de la enorme crisis humanitaria que es la República
Centroafricana. De Boko-Haram, de Al-Shabbaab. De un conflicto como el de
República Democrática del Congo, donde esta misma semana se ha descubierto una
fosa común con 400 personas que podrían ser manifestantes contra Kabila de
2013…
También hace falta hablar de cuestiones positivas. Hace
falta hablar del crecimiento tecnológico de África, donde países como Kenia ya
tenían medios de pago por el móvil cuando aquí aún no sabíamos decir WhatsApp.
Hace falta hablar de cómo la sociedad senegalesa se adueñó de sus elecciones
para evitar que Wade cometiera fraude, de cómo las redes sociales ayudaron a
controlarlas de una manera que ni el 15M hubiera imaginado. Hace falta hablar
de una generación de escritores y escritoras africanos increíbles, que están
triunfando por todo el mundo, como Chimamanda Ngozi Adichie, Alain Mabanckou o
Thiongo’o, y de tantas otras cosas que no son guerras y conflictos.
Hace falta hablar de muchos temas, negativos y positivos,
que siempre serán más que el espacio que los medios de comunicación españoles
le darán a África. Contrariamente al debate sobre el espacio que se ha abierto
ahora a raíz de los asesinatos de Garissa, creo que este no es el problema de
la comunicación sobre África. El problema que debemos afrontar es el del
enfoque. Dar más cobertura a África sí, pero también contar con intelectuales
africanos en las secciones de opinión, tener una vinculación informativa más
fuerte con lo que allí pasa. Normalizar, en definitiva, la información sobre
África Subsahariana, haciéndola más rigurosa y contextualizada. No se puede explicar
Garissa sin entender qué ha pasado durante estos años en Somalia, sin entender
el impacto de la AMISOM o la implicación de Kenia.
Éste sí que es el debate, y es la reivindicación de todos los
que hablamos de África, sea académica o divulgativamente, en las revistas o en
los blogs. Hace falta abandonar de una vez por todas la idea de que todo lo que
pasa en África es atávico, ahistórico, que son cosas de bárbaros. Hay que
abandonar también el paradigma del buenismo.
Hay que informar sobre África, mucho o poco, pero con calidad y de manera
normalizada. Que no se note la diferencia entre un buen artículo sobre las
elecciones en Francia o Grecia y las que tendrán lugar dentro de poco en Sudán
o Etiopía.
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